De aquellos villanos, estos malvados

by Alister Mairon
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No sorprende a nadie la afirmación de que la literatura de género se halla en pleno proceso de cambio. Los tropos se modifican, los mensajes son presentados desde otra perspectiva y los temas de siempre se dan un buen lavado de cara. La literatura evoluciona y con ella los personajes y arquetipos que la componen. De todos ellos, el que mayores cambios ha sufrido con el devenir de los años es, probablemente, el villano.

¿QUÉ SON LOS VILLANOS?

Llamamos villano al personaje cuya naturaleza es malévola o perversa. Según la definición de la Real Academia Española, son entes ruines e indignos, contrarios a toda moral. Dichos personajes no necesariamente son antagonistas en sus historias. Pero ya trataremos este punto más adelante. Centrémonos por el momento en los rasgos que los caracterizan.

Por norma general, el villano clásico es una figura reconocible para el lector. Esto es debido a la estética indisociable que lo acompaña. Algo muy palpable en el terreno de lo cinematográfico, donde cuentan incluso con una paleta de color asociada.

La apariencia del villano se caracteriza por ser oscura y siniestra. Son individuos temidos, que habitan en los márgenes de la sociedad. Su simple mención produce miedo, lo que los dota de poder sobre el resto de personajes.

Drácula, uno de los villanos clásico por excelencia, encaja muy bien en este perfil. Se trata de un caballero poderoso y sombrío que vive retirado en su castillo. Los habitantes de la región le temen por su poder y por las historias que de él se cuentan. Nadie se atreve a desafiarle hasta la llegada de un héroe extranjero, rol interpretado aquí por el señor Jonathan Harker.

De hecho, el poder es uno de los rasgos asociados a la maldad tradicional. Rasgo que estos personajes comparten con los arquetipos de los cuentos tradicionales. Nobles malvados, brujos todopoderosos… Todos ellos se caracterizan por estar en una posición de poder respecto al resto, sea este de naturaleza económica o mágica.

Del mismo modo que estos primeros villanos, también los de la literatura de género clásica suelen detentar una gran fortuna u ocupar puestos de poder desde donde hacer valer su malignidad. Esto se ve claramente con Melkor, el antagonista de El Silmarillion y maestro de Sauron.

Melkor se aferra al poder y erige grandiosas fortalezas desde donde ejercer su tiranía. Es sádico y brutal, característica que a partir de él compartirán todos los llamados Señores Oscuros. Su sola presencia causa pavor y Melkor saca beneficio de ello, convirtiéndose en la sombra más amenazante del Arda. Todos estos rasgos serán luego heredados por su lugarteniente, Sauron.

Melkor. Ilustración de Joel Kilpatrick

Cuando esta maldad desatada se convierte en brutalidad, los villanos se convierten en bestias irracionales. O en criaturas inconmensurables, como los dioses primigenios creados por Lovecraft. Cthulhu o cualquier otro de los horrores cósmicos actúa como una fuerza desatada que no responde a patrones humanos. Poseen poder, pero no según los estándares sociales. Son entidades monstruosas cuya fuerza radica más en su esencia que en el terror que, inevitablemente, desencadenan.

EL PODER DE LA INSIDIA

Y es que el poder no solo reside en las grandes fortunas y los cargos. A menudo se trata de una simple cuestión de influencia. He aquí otro de los grandes rasgos de los villanos clásicos: la manipulación desde la sombra. Para ellos no es necesario causar pavor, sino lograr captar víctimas dispuesta a prestarles oídos.

Este otro perfil de villano no necesita de factores externos, pues es poderoso en sí mismo. Y se vale de este poder para influir en el resto y ofrecerles tratos engañosos. Este rasgo es heredero directo de los demonios, presentes en el folclore europeo. Estas criaturas de naturaleza taimada ponen su poder a disposición de los desesperados con el fin de perder sus almas.

Así vemos actuar a, por ejemplo, los demonios que atormentan a Solomon Kane, personaje pulp nacido de la pluma de Howard. Las entidades malignas con las que este héroe se cruza en sus aventuras no dudan en usar su labia para confundirle a él o a quienes decidan prestarles oídos.

¿QUÉ BUSCAN LOS VILLANOS?

La búsqueda del poder y de la perdición del prójimo es lo que espolea a estos villanos. Así, entre los retorcidos manipuladores encontraríamos al Sauron de El Silmarillion. En su faceta de Annatar, el Señor de los Dones, Sauron manipuló y llevó a la ruina a naciones enteras. No le hizo falta generar pavor, como sí hiciera su señor. Se limitó a susurrar las mentiras adecuadas en los oídos correspondientes y a dejar que sus víctimas se hundiesen solas.

Saurón como Annatar. Ilutración de Aleksandra Skiba.

Este es uno de los rasgos de la maldad clásica que más ha influenciado a los villanos modernos, convirtiéndose en su característica principal en muchos casos. Pero esta sería de los pocos rasgos comunes que aún perviven en la evolución de esta tipología de personaje.

El villano moderno ya no se siente tan constreñido como sus predecesores. A diferencia de ellos, su rol se ha transformado en un entorno amplio y versátil que le permite jugar con distintas realidades. Para empezar, ya no le es necesario obrar como el antagonista de su historia. Al contrario, muchos de los villanos más celebrados gozan de un rol protagonista.

De hecho, esto tiene un precedente en El Paraíso Perdido, extenso poema clásico escrito por el británico John Milton. En él vemos por primera vez a un villano, Satanás, encarnando el rol protagonista de su historia. Y con rasgos notablemente heroicos.

Otros seguirían sus pasos a lo largo de los siglos, como Anthony Burgess con Alex, el pérfido protagonista de la distópica La Naranja Mecánica. Sin embargo, esta vía de otorgar al villano el rol protagonista ha ido cayendo en desuso. El motivo: la transformación aún más notable del modelo de personaje.

No solo en los nuevos roles queda patente la transformación del villano, sino también en su evolución como carácter individual. Lejos ha quedado ya el maniqueísmo de blancos y negros propio de la épica. Los nuevos villanos presentan —y así se les exige— claroscuros. La maldad pura y gratuita no se estila, menos aún si el propósito es congraciar al villano con su público.

Dicha transformación se ve claramente en el resurgimiento de las sagas clásicas. Por poner un ejemplo, lo vemos en la nueva trilogía cinematográfica de Star Wars. Lejos queda el terrible Palpatine o el aterrador Darth Vader. Los villanos de esta nueva aventura espacial son frágiles y humanos. Una generación entera separa a Kylo Ren de su admirado abuelo, décadas de cambio que han obligado a este villano a ser algo diametralmente distinto de un maligno y frío sith.

Kylo Ren.

Este es posiblemente la mayor de todas las transformaciones sufridas: la humanización. Como el héroe, el villano se ha embarcado en su propio viaje. Se busca pues la profundidad, el origen de la maldad que espolea a estos personajes. Ya no resulta creíble ese gran y todopoderoso señor oscuro. Ahora se indaga en la humanidad que esconden dichos personajes. No con el fin de justificar sus actos, sino para mostrarlo a ojos del lector como alguien creíble y humano.

Y no solo eso, sino que también se apuesta por la cercanía. Atrás han quedado aquellos malvados cuyo rostro jamás se intuía. Lejos quedaron las guaridas secretas, oscuras y apartadas. Ahora el villano se viste con el traje de la cotidianidad e invade y comparte el espacio con el héroe que lo enfrenta. El Mal no es ya una entidad lejana, sino un ser de carne y hueso que acecha sin esconderse. Aunque no por ello hemos renunciado a la clásica presencia que, como La Bestia de la serie animada Over the Garden Wall, vigila desde las sombras.

Podríamos decir pues que el villano clásico está embarcado en un proceso de humanización. El león se ha quitado las garras y se presenta como un gatito amaestrado y cercano. Pero no nos llevemos a engaños: con o sin sus garras, el león sigue teniendo dientes y sabe rugir.

1 comment

Román 30 noviembre 2019 - 11:38

Me ha encantado este articulo. Recomiendo leer N Mundos, una novela de fantasía en la que el malvado antagonista Darken Slort tiene un increíble origen que no puedo revelar so pena de reventar el libro.

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