La trilogía Los ojos bizcos del sol, de Emilio Bueso, es una de las mejores obras que nos ha dado la literatura de fantasía y ciencia ficción en los últimos años. Narra el viaje de un samurái castrado a lomos de una libélula gigante por los tres ojos de AË7, un planeta condenado a girar alrededor de una enana roja como la luna alrededor de la Tierra. De ahí los tres ojos bizcos. Tres zonas con una fauna y una flora un tanto peculiares. La cara que siempre mira a la luz, la cara que siempre mira a la oscuridad y el círculo que malvive entre ambas.
SOBRE TRANSCREPUSCULAR
Es este círculo, el Círculo Crepuscular, el hábitat que conocemos en el primer tomo de la trilogía, Transcrepuscular. La zona más habitable del planeta, con días y noches tan cortos que se pasan con un suspiro y con tormentas violentas y peligrosas que duran más que uno de esos suspiros.
Nos adentramos en la cara que siempre mira a la oscuridad en el siguiente tomo de la trilogía, Antisolar. Un mundo de hielo siete, criovolcanes y noche absoluta. Es el Agujero del Mundo, el reino de los Antiguos.
Por último, en Subsolar, acompañamos al samurái y su grupo de renegados hasta la cara que siempre mira a la luz, hasta los confines del Desierto del Mediodía, habitado por escorpiones gigantes y calcinado por el sol.
Por estas singularidades era todo un reto la adaptación al cómic de Transcrepuscular a manos de Jordi Pastor. Esta es una novela que trata al entorno como un personaje principal… y vaya personaje principal. Ya hablamos en nuestro número 9 de Windumanoth sobre la magnitud de esta obra.
Las aldeas y las ciudades no son como las que conocemos. Ni las construcciones, ni las vestimentas. Este es un mundo plagado de invertebrados gigantes e inteligentes. Un medio en el que los humanos han tenido que recurrir a la simbiosis para sobrevivir. De ahí que el samurái, el Alguacil, lleve una babosa al hombro que le asiste en combate. De ahí que la Regidora y el Astrólogo lleven limacos en la cabeza. Simbiontes que trepanan el cráneo y conectan tentáculos con cerebro. Los humanos respiran en AË7 porque la Gran Colonia se lo ha permitido. Los trenes son milpiés, las casas son hongos enormes, las armaduras son exoesqueletos de crustáceos.
RESEÑA DEL CÓMIC DE TRANSCREPUSCULAR
Jordi Pastor no lo tenía nada fácil y, aun así, ha trasladado a la viñeta el mundo extravagante de Transcrepuscular con sobresaliente. Emilio Bueso, como contó en la presentación del cómic, sí que lo ha asesorado, pero, sobre todo, le ha dejado hacer. Y así se puso Jordi Pastor al pincel y la pluma de esta aventura, con textos inéditos de Emilio Bueso que dan voz al monólogo interior del Alguacil.
Este tomo adapta enteramente la primera novela de la trilogía. El Alguacil se despierta con el canto de los caracoles, la babosa llama a montura, y samurái y libélula persiguen al ladrón de la reliquia del Palacio hasta adentrarse en la oscuridad del Agujero del Mundo. Las condiciones climáticas impiden al Alguacil continuar adelante, así que regresa a su municipio con la inexplicable hazaña del jinete saqueador, que se sumió en el Agujero del Mundo ajeno al helor extremo y las tormentas.
La Regidora y el Astrólogo se unen a él en una empresa alocada y poco prometedora para recorrer el Círculo Crepuscular e internarse en la cara oculta del planeta, en busca de la reliquia robada. A lo largo de este viaje y de las viñetas, vamos conociendo al resto de los personajes que se unen al grupo. Diseños muy acertados, que reflejan a la perfección la imaginería de Emilio Bueso. Las vestimentas y las armaduras, los tatuajes faciales y los simbiontes, descritos brevemente en las novelas, más evocadoras que descriptivas, cobran vida en el cómic de Transcrepuscular.
Este es el punto más positivo de la obra, con un apartado visual excelente, con una trama fiel a la original y, aun así, con mucha personalidad. Jordi Pastor ha hecho suya la narrativa de Transcrepuscular. Sin embargo… también hay un punto negativo. El ritmo es demasiado rápido y todas las escenas, incluidas las más importantes, se despachan en pocas viñetas. Habría sido interesante ver un poco más de calma en los momentos más memorables de la novela. Ese nivel de detalle y esa maestría a la hora a de dibujar a los personajes se echa de menos en algunas escenas y escenarios. Se quiere contar mucho en muy poco, y eso no siempre funciona.
EL CÓMIC DE TRANSCREPUSCULAR: CONCLUSIONES
Sin embargo, con una mirada general, la adaptación a cómic de Transcrepuscular ha sido un gran trabajo, un homenaje a la obra original que puede convertirse en toda una hazaña cuando esté completa. El mejor punto de aterrizaje en AË7 sigue siendo el libro, pero esta adaptación se presenta como un buen complemento al que sólo le faltan un poco más de calma y más escenarios. Nada que no podamos ver en los dos tomos restantes.
A los lectores de Los ojos bizcos del sol, sin duda, os gustará. La edición de Gigamesh vuelve a ser espléndida, y ver cómo el mundo del Alguacil cobra vida en la viñeta es toda una aventura, aunque se pueda antojar algo corta y precipitada. Cuando ya conoces de antemano la historia y los sucesos, se ve con otros ojos. Para aquellos amantes del cómic europeo y no tanto de la novela, la adaptación a cómic de Transcrepuscular es una oportunidad para adentrarse en el mundo de los simbiontes y las catanas, a pesar de no ser tan idónea como la obra original.