Reseña de Un dios de paredes hambrientas, Garret Cook

by Jaume Vicent
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Un-dios-de-paredes-hambrientas

Título:Un dios de paredes hambrientas
Autor: Garret Cook
Editorial:Orciny Press
Año de edición: 2019
Extensión: 192 páginas
Encuadernación: Rústica con solapas
Precio: 17,95 € (papel)


Hay pocos libros que me mantengan sentado leyendo, deseando que no se acabe y que no pase el tiempo. Un dios de paredes hambrientas de Garret Cook, publicado en España por Orciny Press, lo ha conseguido.

Es una novela implacable que avanza como un tren de mercancías sin frenos. Narrada en primera persona por la propia casa (un dios, un ente, algo todopoderoso que nunca llegamos a comprender), nos lleva a patadas y empujones por las vidas de sus habitantes, todos tan jodidos como el propio ser que domina las paredes de la casa.

UN ELENCO DE JUGUETES ROTOS

Desde los antiguos habitantes que la casa mantiene cautivos en sus entrañas, hasta los actuales inquilinos, todos se nos aparecen como juguetes en manos de este poderoso ente.

Dicen que los buenos personajes tienen fallos, los personajes de Cook lo que no tienen son virtudes. Están rotos. Machacados por una vida fea, llena de ansiedades y de problemas psicológicos. Todos, cada uno a su manera, tienen hilos rotos a los que se enganchan los ansiosos dedos de nuestro dios.

Una vez son suyos, va tirando de ellos, torturándolos lentamente con imágenes y apariciones, hasta deshilacharlos por completo y, cuando por fin los tiene desnudos y vulnerables frente a sus ojos, los devora.

Los hace suyos para siempre. Es un dios implacable el que habita en esas paredes. Un dios que toma posesión de todo el que cruza el umbral de la casa.

NUEVOS Y ANTIGUOS HABITANTES

La casa tiene una gran caja de juguetes. Por una parte están los antiguos habitantes, fantasmas que murieron entre las paredes y que él hizo suyos. Encontramos aquí a La Primera, triste y sin rostro; el Doctor Marioneta, un sádico incapaz de controlar sus instintos; la dulce Antonia, que perdió su voluntad; la cruel y vengativa Maddy y La que se fue, que regresa para atormentar a los vivos.

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Entre los nuevos, encontramos un grupo de personas disfuncionales. Leah con sus trastornos alimentarios y el odio que siente por su cuerpo, Kaz que se desprecia a sí misma y se refugia en el sexo… Y Brian, el chico nuevo, que oculta un oscuro y fatal secreto.

UN DIOS CRUEL

El dios que habita en esas paredes no es amable y no comparte. Es un dios violento, sádico, hambriento. Un dios que no comparte sus juguetes, un ente controlador que posee y desea a todo el que cruza el umbral de su puerta.

El libro está narrado en un estilo ágil y rápido. En algunos pasajes es como una lluvia de puñetazos en la boca del estómago. La casa es terrible y Cook no duda en cruzar todos los umbrales morales y narrativos.

Brutal y violento, en el interior de la terrible casa sucede de todo: sexo al límite, violento y sádico, tortura, necrofilia… El autor llega al límite, dejando atrás cualquier limitación moral, porque conviene recordar que el narrador es ese dios hambriento y ese no se para ante nada.

OTRA CASA ENCANTADA

Aunque nuestro dios es capaz de cosas tan burdas como dar golpes en las paredes o mostrar un rostro en el armario, prefiere acciones más sofisticadas o, mejor dicho, más descabelladas.

Un dios de paredes hambrientas no es una lectura para todos los estómagos. Es cruel, violenta, sádica y terriblemente gráfica. Es un texto sin limitaciones, sin cortapisas, tan descarnado como su protagonista.

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Garrett Cook

Es una gran historia de terror. Un relato que va más allá del simple cuento de fantasmas, retuerce la típica novela de casa encantada y le otorga un nuevo protagonismo, una fuerza corrupta y fascinante. Navega entre el terror sobrenatural y el psicológico con una facilidad que abruma y cuando se adentra en el torture porn lo hace con una naturalidad que atrapa.

El resultado es una novela redonda. Un historia que hará las delicias de los amantes del terror. Un placer culpable que no todos podrán disfrutar y que conviene revistar de vez en cuando para recordar cómo escribir terror hoy en día.

Por supuesto, esta no es una novela de terror. Y por eso la mayoría de los adjetivos le van bien y, a la vez, no le valen. Un dios de paredes hambrientas no se puede catalogar como novela de terror sobrenatural, aunque esté narrada por un ente. Tampoco es una novela de terror psicológico, aunque nos lleve de la mano a los límites de la cordura.

Esta es una novela bizarra. Y eso, coleguitas, significa que mola mucho.

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