Título de la obra: En el altar del miedo
Autor: Richard Gavin
Editorial: Dilatando Mentes
Traducción: José Ángel de Dios
Año de edición: 2022
Extensión: 336 páginas
Encuadernación: Tapa dura
PVP: 22,95 € (papel)
Se ha definido el libro de Richard Gavin como una mezcla entre Poe, Lovecraft, Machen y Ligotti. Y lo cierto es que lo es. Los trece relatos de En el altar del miedo nos llevan desde la cotidianeidad más absoluta, y en ocasiones aburrida, a su reverso oscuro solo disponible para unos pocos elegidos.
Ya desde el principio, Gavin deja claras sus intenciones con el prólogo titulado «Un portal hecho de nervios», donde refleja el antiguo juego japonés del Hyakumonogatari Kaidankai, consistente en contar historias de miedo a la luz de las velas.
A partir de ese momento comienza un despliegue imparable de buena literatura de terror, de esa que se lee con gusto por la noche y que en ocasiones hay que dosificar ante la variedad de pensamientos y estímulos. También hay que reconocer que otras veces es imposible dejar de leer hasta terminar la historia.
Gavin tiene una ventaja, y es que juega con un imaginario común con el lector. En las páginas de En el altar del miedo reconoceremos criaturas como El color surgido del espacio de H.P. Lovecraft o directamente la continuación de El sabueso del mismo autor, a quien Gavin rinde homenaje. Otras veces, los relatos se vuelven más corpóreos y hacen virguerías con las torres de carne o los cuerpos que se deforman salidos de la más pura imaginación de Clive Barker. Pero la originalidad del libro va más allá. Encontraremos un pseudowestern en lo que nada es lo que parece; madres devastadas por la pérdida de un hijo que no dudarán en ir al corazón mismo de un culto selvático; un diablo que va dejando huellas de su presencia con flores de ciprés o ancianas que repiten una y otra vez el ciclo de vida de los dioses.
De todos los relatos de En el altar del miedo, quizá sea el último, «Fe sobrenatural», el que más nos atrapa. Es el más largo del libro y cuenta la historia de amistad entre un niño aburrido en el verano y una especie de extraña criatura con la que ha entrado en contacto en su sótano. No es un fantasma, no es un dios, es otra cosa y tendrá la potestad de cambiar su vida para siempre. También vemos un homenaje al Ciclo de los Sueños de Lovecraft, en el que algunas personas se internan por las noches en un mundo diferente y viven su vida en las Tierras del Sueño, mientras que la vigilia no es más que un pálido reflejo que no puede ni considerarse existencia.
Al leer sus relatos nos asalta una especie de envidia sana (si es que tal cosa existe) por su manera de escribir. Porque Richard Gavin combina de una manera magistral la realidad y la imaginación; lo macabro y lo puro; la muerte y la vida. Entre sus páginas no faltan hombres desesperados que harán lo que sea, como el doctor Frankenstein, por vencer a la muerte y traer de regreso a sus seres queridos, aunque sea una tarea que se lleve por delante su cordura. Hay pactos entre personas normales y entidades fáusticas, y viajeros cuya vida está disociada de su realidad y para los cuales el trabajo y la familia no son más que un pálido sueño. Hay portales que se abren solo durante la noche de Halloween, cuando algunas decoraciones demuestran ser peligrosas.
Pero su escritura también refleja los aspectos más duros de la realidad, aquellos ángulos desesperados por los que termina colándose el miedo: la soledad de los ancianos y de algunas personas de mediana edad que no pueden o no quieren relacionarse con el mundo exterior; la muerte, la enfermedad incurable, los fenómenos extremos como las sequías, las familias disfuncionales, la incipiente vejez que hace que se pierdan los recuerdos atesorados durante toda una vida, etc.
Tal vez lo más terrorífico de todo y a lo que se aferran también otros escritores y escritoras de terror sea la pérdida de la esencia de uno mismo, la disolución de la personalidad en mitad de un crisol en el que se acaba perdiendo el norte y no se puede distinguir lo que es real y lo que no. Porque esa sensación de miedo emana de la convicción de que lo que cuentan estos relatos puede ocurrirnos a cualquiera y que no hay que irse a los extremos para sentir el auténtico miedo.
La edición, como de costumbre, es una maravilla. Es un libro de tapa dura, con un dibujo de portada muy inspirador y con los ejemplares numerados. El arte interior del libro que precede a cada capítulo completa esta unidad ominosa. Mención aparte merece la introducción de Ah Taut, donde ya nos adelanta lo que vamos a encontrar en esta obra. El autor agradece además a otras personas que, de uno modo u otro, estuvieron relacionadas con Lovecraft, como su biográfo S.T. Joshi o Willum Pugmire, otro escritor de lo extraño. Una obra para disfrutar despacio, no solo por la gran variedad de sensaciones que despierta, sino porque queremos alargar su lectura el máximo tiempo posible para que no se acabe.
2 comments
Una maravilla de reseña
Muchas gracias por tus amables palabras y un cordial saludo.