Entrevista con Polly Ho-Yen

by Windumanoth
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Una entrevista de Andrés Lomeña

En la novela Dark Lullaby (Minotauro, 2023), escrita por Polly Ho-Yen, ya no hay partos naturales debido a una crisis de infertilidad. Un futuro sombrío se cierne sobre las mujeres a causa de los dolorosos tratamientos de fertilidad y la monitorización de los recién nacidos. Si ellas no quieren dar a luz, pueden optar por los bebés XC, creados externamente y, por tanto, sin riesgos para las madres. La realidad no es tan sencilla como esa premisa. Por eso el desarrollo de esta obra se reserva alguna sorpresa espeluznante. Nana oscura es una dura reflexión presentista sobre las inquietudes de la maternidad en clave de ciencia-ficción.

Su autora, Polly Ho-Yen, nació en Northampton y se crio en Buckinghamshire. Estudió literatura en la Universidad de Birmingham antes de trabajar en el mundo editorial durante algunos años. Ha sido profesora de primaria en Londres y, mientras enseñaba, solía levantarse muy temprano para escribir historias. Una de esas historias se convirtió en su primera novela, Boy in the tower. Publicada en julio de 2014 por Random House Infantil, fue nominada a la Medalla Carnegie y preseleccionada para el premio Blue Peter Book y el Waterstone de Literatura Infantil. Su segunda novela, Where monsters lie, se publicó en 2016 y la tercera, Fly me home, en el 2017. Ambas fueron también nominadas a la Medalla Carnegie. Actualmente, escribe a tiempo completo y vive en Bristol con su marido y su hija.

Con el motivo de la publicación en España de Dark Lullaby, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Polly.

La maternidad se atrasa cada vez más y la calidad del esperma empeora, así que la crisis de infertilidad es más una premisa realista que una historia de ciencia-ficción. Además, la maternidad se ha convertido en ocasiones en una simple mercancía; así es como podemos entender los vientres de alquiler o los bebés XC de la novela. ¿Ya vivimos en la pesadilla que describe?

No lo creo, a pesar de que se dan muchos casos de infertilidad sin que tengamos una verdadera explicación. Lo que me interesa explorar es el hecho de que, incluso cuando la maternidad de alguna manera se puede reducir a una mercancía, como ocurre en mi obra, la necesidad humana de criar y amar a tus hijos no puede evitar salir a la superficie. En la novela, Kit no se imagina siendo madre en esa sociedad, pero entonces descubre que quiere tener un hijo, y después conoce el amor hacia su hija, una fuerza tremendamente poderosa.

Polly Ho-Yen

Polly Ho-Yen. Foto: Daniel Davies

Su mundo literario es una especie de distopía orwelliana mezclada con la presión social de ser madre. ¿Pueden las mujeres dar a luz y cuidar a sus hijos sin sentirse amenazadas por imperativos como el del reloj biológico?

No estoy segura. Sí me parece que tenemos una comprensión muy limitada de la fertilidad, la infertilidad y la llamada infertilidad de causa desconocida. Hay otros factores sociales que también influyen en cómo las mujeres se sienten presionadas. Las redes sociales, que producen representaciones idealizadas de la vida, refuerzan ciertos estándares imposibles de cumplir.

Al parecer, Al Pacino ha pedido una prueba de paternidad a su novia de veintinueve años y un célebre presentador antiabortista español ahora dice que apoyará la decisión que tome la persona que se ha quedado embarazada de él. Todo esto me suena a la hipocresía y el privilegio patriarcal de siempre. ¿Qué debería cambiar en la sociedad?

Me gustaría ver mucha más inversión en investigación sobre fertilidad y un apoyo mucho más amplio a las madres. Hablaba con una amiga hace poco sobre cómo el número de días de permiso que dan a hombres y a mujeres en Reino Unido son idénticos, y eso que los cuerpos de las mujeres soportan mucho durante el embarazo y la maternidad. Ese es solo un pequeño ejemplo de un sistema que se ha diseñado sin ninguna consideración hacia el cuidado de los bebés.

Gracias por novelar una experiencia tan transformadora.

Cuando estaba embarazada de mi hija, daba muchos paseos por el parque para ver si conseguía facilitar el parto espontáneo. Me acuerdo perfectamente de cómo me fijaba en cada madre: algunas de ellas tenían bebés o niños, otras tenían ya adolescentes. Con cada una, pensé: tú has logrado eso, has parido y ahora sigues con tu vida. Al acercarme a mi próximo parto, me doy cuenta de lo maravilloso que fue aquello. Es un milagro cotidiano que fácilmente se olvida.

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