Título de la obra: Bondage
Autor: Alberte Momán Noval
Editorial: M Editora
Año de edición: 2020
Extensión: 176 páginas
Encuadernación: rústica
PVP: 9,50€ (papel)
Alberte Momán Noval (Ferrol, 1976) es uno de los escritores más singulares de Galicia, y también uno de los más independientes y autónomos a la hora de articular su carrera literaria. Ingeniero agrícola de profesión, Momán ejerce la literatura en todas sus formas: es editor, ha publicado catorce poemarios, once novelas para adultos, una novela infantil (A viaxe de Ana, en Galaxia, una de los dos grandes editoriales gallegas), ha participado en una veintena larga de obras colectivas y ha ganado diversos premios literarios como poeta y como prosista.
UN AUTOR ATÍPICO
Su carrera va ligada indisolublemente a la autoedición, una guerrilla en la que emplea indistintamente las lenguas gallega, portuguesa y castellana, y cualquier herramienta que tenga a mano, como la publicación asistida o los proyectos en los que participó como editor. Responsable de sellos efímeros como Q de Vian y O Figurante, ahora vuelve a la edición a través de M Editora Pulp, una colección orientada al pulp en contenido y forma, siempre que procuren una visión novedosa y no convencional del formato.
Bondage, que cuenta con ilustraciones de elerre (seudónimo de Bruno López), escrita en castellano, continúa la línea de ciencia ficción surrealista y obsesiva que se puede trazar desde Vattene! (2013, gallego) y El legado extraterrestre (2015, castellano) ―reunidas después en el volumen A triloxía extraterrestre (2015, gallego), que extendía la en apariencia inconclusa Vattene!―, pasando por Bosquexos para unha distopía (2016, gallego), Ocidente (2017, portugués) y Barata minha barata (2018, portugués) hasta Lapamán (2018, castellano), novela que inauguró el sello Pulp de M Editora tras un paso fugaz por la publicación asistida.
BONDAGE: SADOMASOQUISMO Y CIENCIA FICCIÓN
En Bondage, Alberte Momán continúa explorando las obsesiones que marcan su universo personal. Una ciencia ficción vehicular, para reflexionar sobre la Sociedad actual y su presión sobre el individuo. Lo vemos en el resumen de Bondage: un hombre anónimo distribuye drogas sedantes derivadas de la industria láctea, y mantiene una relación con una dominatrix, marcada por el extrañamiento y la ausencia de sexo entre ellos, pero abierta para que su pareja pueda practicar el sadomasoquismo libremente. Por presiones, se exilia voluntariamente a una colonia minera en un asteroide, del que regresa anticipadamente al descubrir la función alienante del lugar. De nuevo en la Tierra, comienza una huida hacia adelante, perseguido por la corporación que gestionó su exilio.
De manera que Momán se recrea en sus temas comunes, los que caracterizan toda su obra de ciencia ficción previa. El advenimiento de un colapso social/guerra/apocalipsis (ante la cual las personas siguen con sus vidas, ajenos al desastre inminente) y la existencia de grandes conspiraciones soterradas, que unen la esfera privada y la estatal. Todo lo cual pesa de forma ineludible sobre el individuo que, infausto y solo, no puede sustraerse. Un existencialismo en la línea del de Albert Camus, que hace que el protagonista de Bondage se sienta tan ajeno a su mundo como el de El extranjero.
Hay algo de tragedia griega en esa sensación de destino ominoso, que en Bondage, como en todo el corpus literario de Momán, desemboca en la soledad del individuo, su incomprensión del mundo y apatía por este, la incomunicación con su entorno (pareja, familia, trabajo) y el aislamiento en medio del solipsismo y egotismo de quienes lo rodean. En este caso, la pareja dominatrix que se entrega al sadomasoquismo ante el protagonista, ajena e indiferente a sus problemas y padecimientos.
PERSONAJES AD HOC
Bondage no es una novela de personajes. Es más, carecen de nombre propio. Es característico del estilo del autor que sus personajes carezcan de trayectoria previa, que los conozcamos en el momento en que comienza la historia sin que importe su origen. Así que su crecimiento como personajes, su evolución, se limita al desarrollo de la propia trama. Bondage no es una excepción a lo que exponía el autor en la sinopsis de Lapamán, donde entroncaba esta costumbre suya con la novela El arrancacorazones, de Boris Vian.
Podemos decir que los personajes de Bondage son instrumentos al servicio de la trama. Que lo principal es la tesis, la idea de una droga de sedación social que se distribuye con la conviniencia de las corporaciones privadas y de los poderes públicos. El detalle de que derive de la industria láctea lo tomamos como una broma privada del autor.
SEXO Y PODER
Del mismo modo, el sexo aparece despojado de cualquier relación con el erotismo. Se muestra como algo sórdido, frío, carente de emociones y fuertemente ligado al ejercicio del poder y de la dominación. Alberte Momán maneja muy bien el erotismo cuando lo desea (ganó varios premios de poesía erótica) pero aquí el sexo acentúa la soledad y el aislamiento del protagonista, que lo rehuye. Mientras que su pareja lo practica sin obtener, en apariencia, más placer que el de ejercer poder sobre los demás.
En una escena concreta, ambientada en el asteroide, el sexo aparece de nuevo como una práctica maquinal, desapasionada, casi gimnástica y de carácter médico, en este caso entre dos hombres. En un intercambio de sadismo y sadomasoquismo, la dominatrix parece devorada por el solipsismo de su práctica, y más alienada que empoderada.
LA CARGA SURREALISTA
La trama de Bondage, como la de sus predecesoras, posee una notable carga de absurdo. Situaciones surrealistas que se resuelven de forma chocante, personajes que hablan y actúan de una forma impropia a su papel (a menudo totalmente inesperada), y diálogos racionales y educados en medio de escenas violentas y de tensión.
El argumento, si se despoja del componente surreal, es el de un noir o un thriller de intriga, pero se convierte en una obra de ciencia ficción por el mismo procedimiento que empleó Godard para meter a un viejo y olvidado personaje del género negro (Lemmy Caution) en Lemmy contra Alphaville y crear una cinta de ciencia ficción surreal y lo-fi. Que en Bondage incorpora también, por la vía del sadomasoquismo y del formato pulp, la sordidez del hard boiled a lo Black Mask magazine o de las viejas historietas giallo de Hembras Peligrosas.
BONDAGE: PULP EN TODOS LOS SENTIDOS
El componente narrativo principal de Bondage es la concisión, la brevedad. Fuertemente influido por Boris Vian, Momán practica un conceptismo concienzudo que busca limpiar su texto de añadidos superfluos. Las descripciones prácticamente desaparecen y la adjetivación es la mínima imprescindible. De este modo, la historia se desarrolla en apenas 174 páginas de texto.
Por eso encaja bien en el formato pulp que, en el apartado editorial, M Editora articuló con una edición de bolsillo en rústica, de precio ajustado y tamaño pequeño (15,4×10,3 cm.). Que viene enriquecido con las citadas ilustraciones de elerre, muy cargadas de negro y de un tono muy oscuro, deliberadamente sucias y desmañadas, y con figuras manieristas. Alargadas, espigadas y lánguidas, al estilo de El Greco.
De modo que Bondage, por concentrar los elementos más característicos del estilo del autor, y por su edición pulp, resulta una buena oportunidad para conocer a Alberte Momán, tal vez el mayor referente de la independencia y de la contracultura (del punk, si queremos, por aquello del Hazlo-Tú-Mismo) del panorama literario gallego.