The Batman es la película que hubiera merecido el Joker de Heath Ledger, porque Matt Reeves ha entendido lo que Tim Burton y Cristopher Nolan nunca comprendieron: ni el cine utiliza el mismo lenguaje que el cómic ni el murciélago cabe en una Gotham de verosimilitud y de la acción de las superproducciones.
Tim Burton nos dejó en 1989 y 1992 las dos primeras grandes adaptaciones del personaje: Batman y Batman vuelve. Unas películas atrevidas, originales y caricaturescas que pecaban de una atmósfera demasiado alejada del espacio que un arte como el cine delimita.
Cristopher Nolan, por su parte, contribuyó casi quince años después al legado fílmico del superhéroe con su reconocida trilogía, la favorita del público y una de las más aclamadas de, incluso, toda la obra del director: Batman Begins, El caballero oscuro y El caballero oscuro: la leyenda renace. Una mezcla entre la aventura y la acción de las superproducciones en busca de la verosimilitud y, al mismo tiempo, la épica.06
EL TONO: UN BATMAN VENGATIVO EN UNA GOTHAM SOMBRÍA
The Batman se presenta ahora como un camino intermedio, una cinta que encuentra su propia identidad bebiendo de la esencia del personaje original (cómics como El largo Halloween y Victoria oscura) y también de películas de suspense como Taxi Driver, L.A. Confidential y, efectivamente, Seven y Zodiac. Y es que, por mucho que sea una perogrullada a estas alturas comparar esta The Batman con la ambientación urbana y oscura de David Fincher, al Fincher lo que es del Fincher.
Nos encontramos aquí, por tanto, a un Batman y a un Bruce Wayne indisociables. Robert Pattinson, magnífico en su papel de vigilante, no muestra dos caras: Batman es Bruce y Bruce es Batman. Un personaje atormentado y huidizo, solitario. No es el Wayne de Michael Keaton ni el de Christian Bale. Ya no es la Esperanza ni la Salvación: es la Venganza.
Esa voz nacida de la desesperación y del odio que se desvanecen para abrir paso al vacío de la apatía nos acompaña en los primeros minutos de la película. Una ciudad envuelta en sombras y violencia, un símbolo que cuando se refleja en el cielo nocturno no infunde tranquilidad a los ciudadanos sino miedo a los criminales. La dirección, la fotografía y la banda sonora se orquestan magistralmente para presentar un Batman que no entra en escena con la rapidez de un superhéroe salvador sino con la lentitud de un justiciero castigador. Es la Venganza y es las Sombras.
Cuando Batman se acerca, los criminales contienen el aliento y las luces parpadean. El tiempo se ralentiza, la música aumenta la intensidad y sus pasos atruenan anunciando su llegada y precediendo una explosión de violencia en pantalla.
Matt Reeves, el director de la película, aseguró desde el comienzo que pretendía dotar a The Batman de personalidad propia, que no quería que esta nueva versión del superhéroe fuera una más, que se sentiría como el cine neo-noir de los 70, películas como Chinatown o Klute. Y, ciertamente, más allá de las reinvenciones de El planeta de los simios, su trayectoria no sembraba muchas dudas: La otra cara del crimen, Déjame entrar y Monstruoso. El director, ya con esta The Batman, parece confirmar cierta inclinación hacia el cine negro, el terror y el suspense, todos ellos concentrados, precisamente, en esta nueva aventura del murciélago.
No es, sin embargo, único su mérito en este Batman sombrío y vengativo. Matt Reeves se ha rodeado de dos grandes profesionales para redondear la obra: Michael Giacchino, compositor de las bandas sonoras de Up, Ratatouille, Los Increíbles y las películas del Spiderman de Holland, entre muchas otras; y Greig Fraser, director de fotografía de la Dune de Villeneuve y algunos episodios de The Mandalorian.
Son estas tres piezas principales las que han reconstruido esta Gotham a medio camino entre la caricatura de Burton y la verosimilitud fallida de Nolan. Un camino que se dirige hacia la lluviosa Nueva York de Seven, un camino que desemboca en una ciudad única con un Batman único.
¿Y por qué se distancia también esa Gotham verosímil que pretendía Nolan? Este tono tétrico y lúgubre deja atrás en algunas ocasiones la ambientación urbana del género negro para teñirse con tintes góticos y románticos: la Mansión Wayne, la iglesia, el orfanato. De este contraste entre las calles, los rascacielos, las discotecas, y este tipo de arquitecturas y puesta escena góticas nace el punto intermedio que coloca a The Batman en una obra que se guía por el lenguaje cinematográfico sin apostar por la artificialidad de El caballero oscuro ni la artificiosidad del vigilante de Burton. Porque esta Gotham es una ciudad irreal, onírica y simbólica, y los recursos de este Batman evocan la estética de películas antiguas de ciencia ficción y no la tecnología fría y punta de las Industrias Wayne de Nolan.
LA TRAMA: EL PUZZLE DEL ASESINO EN SERIE Y EL BATMAN DETECTIVE
Esta tecnología queda, además, relegada a un segundo plano para ofrecernos un Batman digno heredero de John Wick (sin unas escenas, eso sí, tan imaginativas como las de nuestro hombre del saco favorito): toda esa tensión acumulada mediante la excelente coordinación de dirección, montaje y banda sonora desemboca a menudo en una secuencia de combate cuerpo a cuerpo perfectamente coreografiada y perfectamente rodada: no hay cortes de cámara, los huesos crujen al romperse y los criminales no dudan en acribillar a balazos la armadura de un Batman imbatible e implacable. Sus apariciones inspiran miedo, inspiran terror. Es, recordemos, la Venganza. Y por eso la preparación en escena no es la del salvador, es la del verdugo: «Cuando esa luz ilumina el cielo, no sólo es una llamada. Es una advertencia».
Esta superioridad en combate es la que coloca los obstáculos en el terreno intelectual y emocional: Batman vuelve a ser un detective y debe enfrentarse para ello a la investigación y a sus propios fantasmas. Gotham comienza a sumirse en el caos ante las revelaciones sobre la corrupción en las altas esferas mientras un asesino en serie campa a sus anchas y deja puzles y enigmas para Batman en cada escena del crimen.
Este duelo intelectual con el villano de la película se ve eclipsado, no obstante, por los grandes momentos de la misma. A pesar de acercarse al tono de Seven y Zodiac, The Batman no logra ni pretende lograr, según las pocas declaraciones de Matt Reeves, sobresalir en la trama detectivesca. Y es importante recalcar esto porque debemos entender The Batman como un todo y no como una película centrada especialmente en la acción o especialmente en el suspense. Estas son piezas de un engranaje mayor: la música de Michael Giacchino, la dirección de Reeves, la reconstrucción gótica de Gotham, la investigación detectivesca, el Bruce Wayne atormentado, el Batman implacable y violento.
EL REPARTO Y LAS INTERPRETACIONES EN LA NUEVA GOTHAM DE THE BATMAN
Y, también, un villano a la altura: la breve pero magnífica interpretación de Paul Dano eclipsa el resto de los grandes papeles de la película. Poco tiene que envidiar este Enigma al Joker de Ledger, más allá del protagonismo ante la cámara. No es, pese a su maestría, la única gran interpretación: un demacrado y martirizado Robert Pattinson como Batman, un irreconocible (y no es una exageración) Colin Farrell como Pingüino, un veterano y experimentado John Turturro como Falcone y una deslumbrante y elegante Zoë Kravitz como Selina.
LOS DESACIERTOS DEL BATMAN DE REEVES: GUION Y PERSONAJES
The Batman presenta un guion sólido, propio de un autor que sabe lo que quiere. Sin embargo, las relaciones entre los personajes y la parte más emocional de la película quedan desamparadas. Y no sería un problema de no ser por el intento de remediarlo. Aquí es donde Cristopher Nolan acertó: sus personajes, por muchas frases lapidarias que soltaran, funcionaban, y las relaciones que construía entre ellos, también.
Alfred pasa completamente desapercibido y Selina, aunque es la otra gran estrella de la película y supera con creces a la Catwoman de Anne Hathaway, pierde gran parte de su potencial por culpa de unos diálogos pobres y una narrativa demasiado enfocada en la trama principal.
Es cierto que Nolan nunca ha dotado de profundidad a sus personajes ni a sus relaciones ni a sus diálogos, pero siempre ha sabido cómo aparentar hacerlo, cómo, aun dejando todo el protagonismo a la espectacularidad, es capaz de tender puentes emocionales entre sus personajes.
Queda en The Batman un intento casi ridículo por lo mismo. E innecesario. Ya sabemos cómo es este Bruce Wayne, así que no hacía falta forzar artificialmente sin tener espacio para ello vínculos sentimentales fuertes o escenas de alta intensidad emocional. Y aquí es donde la trilogía de Nolan, con todos sus desaciertos, supera a The Batman.
Peca también esta nueva versión, aunque menos que El caballero oscuro, de pretender alcanzar cierta verosimilitud que nunca se podrá conseguir con unos personajes de estas características. No obstante, esperemos que, si llega una segunda parte algún día, la aparición de nuevos villanos confluya hacia una Gotham igual de tenebrosa y gótica pero más mágica, sin miedo a la fantasía.
LA VALENTÍA DE MATT REEVES EN THE BATMAN
Se corona The Batman, a pesar de este flaqueo y sin lugar a dudas, como la mejor película del murciélago. No es la más trepidante ni la más épica, pero sí es la más consistente y la más perfecta.
Matt Reeves conocía la fórmula que el público pide a los superhéroes. Conocía la fórmula de Marvel, la fórmula de Nolan y la fórmula de Zack Snyder. Matt Reeves sabía qué tenía que hacer para vender entradas. Y, a pesar de todo, a pesar de tener los recursos para ello, decidió experimentar, marcar su sello de autor y, en definitiva, descubrir nuevas formas de hacer cine de superhéroes, arriesgar a todo o nada.
Aunque, evidentemente, no deja de ser un director sujeto a la taquilla, que no puede pensar en expresar su arte sin tener en cuenta la parte más capitalista del cine.
La sobriedad, la explosión controlada de la violencia contenida durante escenas, la larga duración de la película, la trama detectivesca, el tono de terror que alcanza en algunas ocasiones. Matt Reeves no inventa nada fuera del cine de superhéroes, pero sí dentro del cine de superhéroes. Y, teniendo en cuenta este contexto, que ataba al director a la productora de DC, Warner Bros, la dificultad de adaptar el cómic a la pantalla y de desvincularse completamente del elogiado Batman de Nolan, estamos ante una grandísima película que rompe el horizonte de expectativas del cine de superhéroes, como ya hicieron Infinity War y el Joker de Todd Philips. Al margen de gustos y calidades, nos acercan estas cintas a un interesante cine crepuscular del género.
¿UN BATMAN VENGATIVO EN UNA GOTHAM CORRUPTA?
Y nos adentramos ahora, para terminar con aquellos valientes que ya hayan pasado por la sala de cine, en terreno SPOILER.
Como cierre, mencionaré el gran arco de evolución de este Batman, de cómo la venganza se convierte en esperanza y de cómo el verdugo se convierte en guía con esas últimas escenas del murciélago arrojándose al vacío para sacar a los ciudadanos de Gotham de entre los escombros y luego dirigirlos entre las aguas como Moisés a su pueblo, rumbo a la luz, de la mano de la futura e íntegra alcaldesa. Juntos hacia un futuro mejor, un nuevo comienzo.
El miedo que inspiraba Batman al hombre que salvó en el metro contrasta con la confianza y la devoción que le profesa la mujer recién rescatada y a punto de subir al helicóptero en los últimos minutos de la película. Y Batman, manchado de barro y habiendo comprendido al fin su cometido, en vez de retirar la mano de la joven, la envuelve con la suya.
Si quieres saber más sobre los orígenes y la historia de Batman te recomendamos este episodio de nuestro podcast.
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