Lo que se esconde tras la máscara: Magia, asesinatos y tragedia griega en The Black Phone

by José R. Montejano
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En octubre de 2005 se publicaba 20th Century Ghosts, primer trabajo de Joseph Hillström King (1972), mayormente conocido como Joe Hill. Esta primera obra se basaba en una recopilación de quince narraciones que otean entre lo mistérico, macabro y preternatural que había escrito en años anteriores, entre las que se encuentra «The Black Phone». Tras confeccionar el volumen, Hill se lo estuvo presentando a diferentes casas editoriales, pero no obtuvo una buena recepción. Hasta que, en diciembre de 2004, la historia Pop Art llamó la atención del editor Peter Crowther. Esto hizo que el volumen fuera publicado por la editorial británica PS Publishing, pero en tirada reducida.

La atención que sí captó fue la del publico, llegando a obtener en 2006 el Bram Stoker Award en la categoría a mejor colección. Y sería en octubre de 2007 cuando Harper Collins Publishers lanzara una edición masiva de 20th Century Ghosts, incluyendo una historia adicional: «Bobby Conroy Comes Back From The Dead». De ese cómputo de relatos, varios de ellos experimentaron transmutaciones o saltos a otros medios artísticos. Es el caso de The cape, adaptado al noveno arte en el año 2010. En dicha narración, Hill expone cómo un joven, después de múltiples fracasos y eventos que le han sumido en la infelicidad, emplea sus dones excepcionales para ejercer el mal. También, dentro de las entrañas de 20th Century Ghosts, se halla «The Black Phone», un relato en el que el lector asiste a la captura del joven Finney por un hombre que trabaja como payaso, conocido como el Captor, que lo arrastra hasta un sótano en el que el elemento más atípico resulta ser un teléfono negro desconectado que cuelga de la pared y que por las noches suena con los susurros de las víctimas de Captor. Para Joe Hill este relato es bastante significativo dentro de su narrativa. Como explica en Vanity Fair: «Yo era un novelista fracasado. Había escrito cuatro novelas que no pude vender. Pero había aprendido a escribir un relato corto. Y había empezado a acumular algunos buenos. Cuando estaba trabajando en The Black Phone, casi quería convertirse en una novela. Podía ver cómo ampliarla. […] Al final, no confié del todo en mis capacidades para llevarlo a cabo. Pensé: “He escrito cuatro novelas fracasadas, así que no hay razón para pensar que esto sería mejor”. Sin embargo, si lo escribiera como un relato corto, creo que sé dónde puedo venderlo».

The Black Phone

A esta historia, originalmente publicada en el número de agosto de 2004 de la revista The Third Alternative, le llegaría una ampliación paralela con The Black Phone: The Missing Chapter (2015), recopilado en la edición décimo aniversario que lanzó PS Publishing. Y tendrían que pasar varios años más para que en junio de 2022 se estrenara una adaptación cinematográfica basada en dicho relato, bajo la dirección de Scott Derrickson (Sinister, Doctor Strange).

Para The Black Phone, Joe Hill tuvo como inspiración el caso de John Wayne Gacy, quien, pese a un turbio historial familiar logró reorganizar su vida adulta, mostrándose externamente como una persona ejemplar, desempeñando un trabajo humilde o realizando servicios sociales en los que se disfrazaba de payaso para eventos, llamándose Pogo. Sin embargo, Gacy (más adelante conocido como el Payaso Asesino), llegó a matar a 33 jóvenes de entre 14 y 30 años en el periodo comprendido entre 1972 y 1978. Gran parte de los cuerpos los arrastraba hasta el sótano de su vivienda.

El propio Hill manifestó en una entrevista para /Film: «Estaba pensando en un cierto tipo de asesino de niños [al escribir The Black Phone], y el asesino de niños que me vino a la mente fue John Wayne Gacy, que, de hecho, era un payaso a tiempo parcial. Y así es como modelé al asesino en serie en la historia».

Sin embargo, y pese a la extrapolación psicológica del caso Gacy, Hill también tuvo en mente la novela de su padre, It (1986): «Creo que en 2004, cuando escribí The Black Phone, probablemente estaba luchando con la influencia de Stephen King e It. Probablemente estaba tratando de averiguar lo que significaba para mí, y cómo van a ser mis propias historias. ¿Cómo se reflejarán en las historias de mi padre? Y entonces no lo vi, pero lo veo ahora, y creo que está ahí. Los ecos de la gran influencia de Pennywise y Derry no son imaginarios».

Es curioso que en este punto entran en contacto dos detalles de los que se ha reflexionado periódicamente: John Wayne Gacy y Pennywise. Pero, como expone Óliver Mayorga, redactor de La Zona Muerta, newsletter especializada en divulgar la vida y obra del escritor de Maine: «Stephen King nunca ha mencionado a Gacy en ninguna entrevista. […] Existen muchos artículos acerca de Gacy y Pennywise, pero estos son interpretaciones comparativas que hacen sus respectivos autores. Como tal es muy válido, pero sería faltar a la verdad afirmar que King se inspiró en él si no hay una declaración oficial que lo sostenga».

Así pues, el relato de Hill pretende hibridar la psique y actos de Gacy como asesino, ligándolo con tópicos preternaturales, consiguiendo una unión entre dos elementos, a priori antagónicos, que funcionan. El siguiente paso sería la evolución de The Black Phone a otros medios. Es aquí donde interviene la figura del director Scott Derrickson, quien se sintió atraído por la narración, por la forma de ir conjugándose a lo largo de las páginas, por el acercamiento a la infancia y por su carácter distintivo. Así fue como tomó la decisión de adaptar al séptimo arte esta historia de Hill, y se la presentó al escritor y productor C. Robert Cargill. Ambos tuvieron que centrarse en cómo adaptar un relato corto de treinta páginas con los elementos que Hill exponía. Por lo que Derrickson y Cargill se pusieron a configurar un guion a partir del material original de Hill. Las principales modificaciones se centraron en dar una mayor profundidad a los niños, expresando los terrores humanos a los que muchos jóvenes tenían que enfrentarse en su día a día. Para ello, Derrickson tuvo presente su propia infancia en Denver (Colorado): «El acoso era constante, […] pero yo no era el que peor lo pasaba». Igualmente, otros niños sufrían maltrato, como un amigo suyo que a la hora de juntarse con él y con otros para jugar presentaba «ronchas rojas sangrantes en la parte posterior de la pierna. El padre del chico le había azotado con un alargador. Todos dijimos: “Vaya, tío. Qué pena”. […] La universalidad de la infancia es que es traumática para todos».

Según la Real Academia Española (RAE) maltratar es «tratar con crueldad, dureza y desconsideración a una persona o a un animal, o no darle los cuidados que necesita». Ahondando en este aspecto, se llega a concebir el abuso infantil, de acuerdo con la descripción emitida por C. Henry Kempe en 1962, como toda acción, descuido o agresión que se le realiza a un menor, siendo ésta ocasionada por sus progenitores, familiares u otras personas. Por ello, el maltrato infantil se plantea como un grave problema de salud pública, siendo un fenómeno que acontece en todos los estratos sociales y etnias, afectando a miles de casos pediátricos alrededor del mundo. Teniendo presente esto, y el uso del género de terror como vía para la reflexión y extrapolación de problemas que afectan a la sociedad, en un periodo de seis semanas, el primer borrador estaba terminado. Hill aprobó la aportación autobiográfica de Derrickson sobre cómo podía ser la infancia para muchos jóvenes del Medio Oeste estadounidense en los años 70. Además, este primer guion incluía los detalles de Hill sobre Captor como un hombre con sobrepeso que trabaja, parcialmente, como payaso. Pero este detalle entraba en conflicto con una palabra: payaso. Como expone Joe Hill para Vanity Fair:

«Para cuando hablamos de The Black Phone como película, It: Chapter One estaba en el rádar […]. Y creo que el sentimiento entre nosotros era que sería un error dejar que el malo fuera un payaso, que Estados Unidos está harto de payasos malvados. Ya está Pennywise y no hay espacio para otro. Así que tenemos que repensar. […] Y creo que tomamos la decisión correcta».

Ese fue el primer cambió que sugirió Hill, reemplazar el concepto de su antagonista por una visión paralela pero diferente: la de un asesino que trabaja como mago. Hill tomó la inspiración de magos de la primera mitad del siglo XX tales como Howard Thurston o Dante el Mago, quienes configuraban la magia escénica a través de una representación del hechicero como demonio, capaz de engendrar cruentos hechizos para, después, salir del telón sin la máscara de la entidad que representaba. Teniendo presente esto, Scott Derrickson pudo replantear el aspecto que tendría el Captor. Pero, a su vez, se hicieron otros cambios sutiles en la adaptación con respecto al relato. Por un lado, se profundizó en la familia de Finney: primero, en el hecho de que su hermana tuviese buena capacidad de adivinación en la historia de Hill pasó a concebirla como una joven con poderes mentales, una idea muy abordada por Stephen King. También hubo una variación sobre la madre de Finney, la cual deja a su padre por estar frustrada con el rumbo del matrimonio, mientras que en la adaptación de Derrickson se expone la idea de que su madre tenía el mismo don que su hermana, y fue éste el que la llevó irrevocablemente al suicido.

El siguiente hilo creativo lo aportó C. Robert Cargill, quien observó cómo la idea de Hill se adaptaba perfectamente como un escape room interactivo, teniendo presente la figura del joven Finney y el teléfono negro del sótano en el que se haya encerrado por el Captor. Cargill valoró el potencial de que cada fantasma de las víctimas del asesino pudiese proporcionar una nueva pista con el fin de que Finney lograse salvarse. Además de reflejar la importancia de esos niños asesinados, cuyas vidas, experiencias y recuerdos tenían un valor, algo que se demuestra en una línea de diálogo: «Vas a salir de aquí, Finney. Me voy a asegurar de ello porque no quiero haber muerto por nada».

Partiendo de esa búsqueda de experiencias emocionales en The Black Phone, surgió el elemento más significativo y uno de los emblemas de la adaptación: la máscara del Captor, obra de Jason Baker y Tom Savini. Este último guarda un cierto vínculo con Joe Hill al haber sido su canguro cuando era pequeño y se encontraba en el set de Creepshow en el que trabajaba su padre. Como expone Hill para la web Bloody Disgusting: «Tom me dijo que era una norma personal para él no trabajar nunca en una película que explotara a los niños como víctimas. Cuando leyó el guion de The Black Phone, dijo: “Me apunto”, porque no es explotadora, porque presenta a estos niños como una tribu, una pandilla, como Los Goonies, e insiste en la riqueza y el valor de sus vidas y les devuelve su fuerza. Si la película funciona emocionalmente, eso también es una parte importante». Así fue como empezó a darse forma a una máscara con piezas intercambiables que representase a un demonio. La inspiración partió de varias fuentes: máscaras griegas, máscaras de circo y cintas como El Barón Sardónico (1961), de William Castle o la película muda El hombre que ríe (1928) de Paul Leni (en la que se muestra la icónica y extravagante sonrisa de Conrad Veidt, la cual también sirvió de inspiración para forjar al personaje de cómic Joker por parte de Jerry Robinson y Bill Finger).

Con este elemento se le aporta un mayor grado de profundidad a la figura del Captor, encarnado por el actor Ethan Hawke. La máscara se comporta como un elemento de fragmentos intercambiables, lo que garantiza que el personaje interprete a otros, con una carga afectiva diferente, llegando a jugar con la insinuación de la multiplicidad de personalidades, ya que en una ocasión el Captor enuncia que él no mata a los niños, que es otra persona. A su vez, la máscara se convierte en la pieza central que utiliza el asesino en su ritual con las víctimas, al ir variando los rostros conforme evoluciona su macabro juego teatral, un juego que consiste en castigar a los jóvenes cuando les deja deliberadamente la puerta del sótano abierta para que hagan el conato de escapar. De esta forma se pasa de no tener boca, a tener una sonrisa extravagante o un ceño profundo y de enfado. Pero, además, este uso sugiere otro detalle: el Captor desea esconderse de sí mismo porque se avergüenza de sus pecados. Él, al igual que el joven Finney, es capaz de escuchar el teléfono negro, lo que le proporciona una mayor sensibilidad a lo preternatural. Igualmente, pese a oírlo, decide ignorarlo como mecanismo de evitación de la culpa y la vergüenza. A este detalle se le suma otro: en la adaptación se informa de que el Captor tiene dos casas en la misma calle. En una reside, mientras que en la otra acomete los atroces asesinatos. No puede hallarse en el mismo sitio dado que su personalidad, la que no se encuentra “poseída” por la máscara, no tiene la capacidad de soportar la situación de vivir con los cadáveres de los menores; sin embargo, estos le atormentan con las llamadas del teléfono negro del sótano.

The Black Phone

Por otro lado, el empleo de la máscara confiere una mayor dosis de dificultad de expresión al actor Ethan Hawke a la hora de insuflar vida al Captor. Como dice el actor para la plataforma web The Mary Sue: «Así que tenía una especie de imagen icónica, pero que cambiaba constantemente, sonriendo, frunciendo el ceño, sin boca, el lado izquierdo de la cara, el lado derecho de la cara, la parte superior, la parte inferior. Y cualquier trabajo de máscara te da una sensación de juego y hace que el lenguaje corporal sea tan importante y que el trabajo vocal sea tan importante. Pero la idea de que la máscara en sí misma estaba evolucionando y podía decir algo sobre quién era el personaje».

Esto mismo se asocia a la representación de The Black Phone como una verdadera tragedia teatral griega: «Y también, hay un aspecto de tragedia griega en el trabajo, ¿verdad? Ya sabes, esos viejos dramas griegos en los que estás representando a este ídolo malvado del universo en este sótano. No sé lo que me gusta de la primera película de terror que hice con Scott, Sinister, y con esta, había una verdadera sensación de juego. Estábamos jugando y es como si fuera medianoche y estás sentado alrededor de una fogata y estás contando a todo el mundo una historia espeluznante y te metes de lleno en ella».

Así pues, de una idea germinada por Joe Hill y publicada en una revista británica en 2004, ha ido creciendo un universo interno alrededor de esta historia tan relevante para el escritor de El traje del muerto (2007) y NOS4A2 (2013). La cuestión última que emana de todo esto es si hay intención de desarrollar futuras ampliaciones o continuaciones de The Black Phone, pregunta que puede contestarse ya que, aunque Hill protege bastante su material original, se ha confirmado el hecho de que ha propuesto una idea a Scott Derrickson para continuar la historia expuesta en la adaptación de The Black Phone. Por lo que, posiblemente, siga sonando el teléfono negro en ese sombrío sótano hasta que alguien se atreva a descolgarlo y escuchar los susurros procedentes del Más Allá.


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