El pasado mes de enero veía la luz en español Trenza del mar Esmeralda, la última novela de Brandon Sanderson. La primera «novela secreta», de las cuatro que publicará en el sello Nova a lo largo de este año, se convirtió casi de inmediato en el libro que más se comentaba en redes, generando a su alrededor un alud de análisis y reseñas.
Hoy contamos con un invitado de excepción, ya que se pasa por nuestra web Emilio Bueso. El escritor castellonense autor de obras como Extraños eones, Esta noche arderá el cielo, Cenital, Diástole o la trilogía de los Ojos Bizcos del Sol, y ganador de premios como el Celsius 232, el Ignotus o el Domingo Santos, comparte con nosotros las impresiones, tanto positivas como negativas, que le ha generado la novela de Sanderson y que conviene leer con atención de principio a fin.
¿QUÉ OPINA EMILIO BUESO DE TRENZA DEL MAR ESMERALDA?
Va un órdago pues: nos encontramos ante la que probablemente sea la fantasía más bonita que se ha publicado desde finales de los ochenta, si no me equivoco y nada menos. Esto, dicho por un ogro de mi calibre, son palabras mayores, conque lo vamos a dejar ahí para empezar.
Más que nada porque está todo el mundo deshaciéndose en elogios hacia esta novela y casi nadie se decide a señalar sus deméritos, que también los tiene y a eso vengo yo, que alguien tiene que hacerlo y no hay obra perfecta, conque al turrón y sin spoilers, estas son las cosas que fallan en Trenza del mar Esmeralda:
Entre tanto buenismo y tamaña sucesión de maravillas felices y positivas, la cosa ya no es que al hacer balance resulte un tanto juvenil, es que tiene momentos en que la historia se te hace hasta infantil por empalagosa. Es lo que tiene la plástica del cuento de hadas y el trabajar lo fabuloso y lo zalamero ante todo, que parece que se tenga que escamotear sistemáticamente todo acceso de crueldad, horror, injusticia, dolor o barbarie. Y así es como de pronto nos encontramos a bordo de un barco pirata… tripulado por niñas ñoñas. Vamos, que todo es de un dulce y de un romántico apabullante incluso cuando parece imposible, pero porque alguien se ha pasado tres pueblos y una gasolinera entre la stevia y el propofol; y me hago cargo de que también así tiene su gracia y su público y su duende pero un poquito de por favor.
Sanderson a menudo necesita implementar sus fantasías sobre unas físicas y lógicas formales y explicarte absolutamente todos los intrincados recovecos que ha urdido para dotar de verosimilitud y consistencia a su fabulosa chaladura, así que no se cortará en machacarte con detalles acerca de cómo se fabrica una bomba vegetal, ni que estuvieras leyendo un tratado de ingeniería medieval o algo así. Es incluso más cansino que lo que hace Rothfuss al pretender que la magia es termodinámica. A mí eso no me desagrada especialmente, pero joder, es que les está quitando todo el misterio a los arcanismos, se carga demasiado embrujo. Y la realidad es que al lector promedio tampoco le hace falta conocer y comprender tanto sistema operativo. Bien puede acabar hasta el gorro del éter una vez más, y para qué… Porque tamaño despliegue de raciocinio y empirismo para apuntalarlo todo luego termina fracasando miserablemente con cosas mucho más simples y prosaicas, como olvidarse del pequeño detalle de que un velero que navega sobre un mar de esporas en el que de pronto se detiene el oleaje tiene que arriar de inmediato todas las velas, so pena de desarbolarse, zozobrar e irse violentamente a pique.
Aun estando ante una de las mejores prosas del autor, la voz del narrador puede resultar cargante hasta extremos insoportables, sobre todo cuando se sobra a acumular filosofadas, lecciones de vida y perlas de sabiduría de euro con cincuenta. El colmo es la de veces que eso sucede sin venir a cuento para nada, o cuando termina hasta sonando pedagógico, adocenante o condescendiente. Yo se lo voy a perdonar porque los tropos que ha desplegado en esta novela me han ganado, pero no sé si hacía falta hacerme sentir como a un tarambana en cada capítulo. Y tampoco hacía falta estrecharlos tanto y terminarlos casi todos en cliffhanger, rediós. Así no hay forma de levantarse a mear.
Y la trama y el desenlace pues, no sé, pero me han parecido espantosamente predecibles. Se ve venir todo a la legua muy a menudo. Solo hay un par de giros que pueden resultar sorpresivos al lector promedio, me temo, y es porque son los ejes principales sobre los que gira la novela, que a ratos resulta hasta demasiado lineal. Con esos mimbres cuesta mucho asombrar, y eso no mola.
PEEEEERO…
Y con toda esta montaña de pegas que acabo de apilar, resulta que estamos hablando de la cosa más maravillosa y hermosa que se ha puesto sobre el papel en muchísimo tiempo, capaz de devolverte la infancia y la virginidad a cachos y de hacerte soñar como no lo habías hecho desde ya hace demasiado. No puedo más que recomendarle este libro a todo el puto mundo, empezando por mi octogeranio padre y terminando por mi hijo preadolescente. ¿Cómo es todo esto posible? Pues ni la menor idea, oiga, pero es lo que tiene hacer según qué novelas, o será el éter ese. En fin, que tal vez se trate del mejor Sanderson, pese a todo y según te pille… Una aventura biopunk de piratas y princesas y dragones y brujas malas y todo eso, me acabo de empujar sin saber ni cómo. Y ahora que me maten, que me traigan otra, o yo qué sé.
Un artículo de Emilio Bueso
1 comment
Pues…que queréis que os diga, después del análisis que ha hecho Emilio, aunque la ponga maravillosa al principio y al final del artículo…como que no. Imagino que estaré en una escueta minoría a la que no le llama la atención. Pero en fin.
Un saludo.