El los últimos años, la fantasía está viviendo un proceso de cambio. Muestra de ello es el abandono del paradigma tradicional. Las nuevas generaciones de autores de fantasía escapan de la épica y de las historias de corte clásico, cuyo máximo exponente sigue siendo Tolkien y su célebre trilogía, El Señor de los Anillos.
La tendencia actualmente es al oscurecimiento. Los enfrentamientos entre luz y oscuridad —arquetipos del Bien y del Mal de la moral cristiana— menguan. Dejan paso a mundos menos maniqueos, donde la frontera entre ambos conceptos se difumina. O directamente desaparece.
Esta nueva ola de fantasía se ha llamado grimdark, cuyo reconocido padre es Joe Abercrombie, autor al que tuvimos el placer de entrevistar en el N2 de nuestra revista. Lo que el grimdark propone es ahondar en las miserias de la naturaleza humana, en sus contradicciones y en la crueldad sistemática que es capad de demostrar. Todos estos temas impregnan a día de hoy el género fantástico.
REGRESO AL FOLCLORE NACIONAL
En nuestro país, la llegada de este subgénero oscuro ha venido de la mano de otra tendencia, cada vez más extendida entre los escritores de fantasía españoles: un regreso al escenario nacional y al folclore tradicional.
No es novedad que los escritores recurran en ocasiones a su legado cultural en busca de inspiración para sus historias. Uno de los primeros en hacerlo fue el aclamado Sapkowski, autor de la célebre Saga de Geralt de Rivia, con quien pudimos hablar en el N3 de Revista Windumanoth.
El autor polaco se valió en parte de los mitos del folclore eslavo para crear el bestiario de los mundos del brujo. Al tradicional vampiro se le sumaban las estriges, las kikimoras y otras muchas criaturas de perversa naturaleza. El resultado fue una saga de fantasía de gran calidad que cuenta hoy día con varias adaptaciones. El Brujo es aclamado tanto en el ámbito literario como en la industria del videojuego. Y pronto, lo será en la pequeña pantalla.
Sea por lo tétrico de nuestras leyendas, sea por el misticismo de nuestros paisajes, o tal vez por influencia del propio Sapkowski, los autores están volviendo a ahondar en sus raíces. La península ibérica y sus territorios son ahora fuente de inspiración —cuando no escenario— para esta nueva fantasía.
Los hay que ahondan en el pasado de la historia de España para inspirar sus propias historias. Esto sucede con Los Que Ignoran, saga de fantasía escrita por Roberto Alhambra y que se ambienta en un mundo que hace claros guiños al Imperio Español y a la conquista de América emprendida por los Reyes Católicos.
Otros, como Javier Alemán, deciden situar su historia en territorio nacional. Así ocurre en su última novela, Sanguijuela, una historia de terror sobre vampiros que viven aislados en La laguna (Tenerife). Gracias a este hecho, esta recomendable historia de terror transcurre entre paisajes tropicales y leyendas del folclore guanche.
En otros casos, los autores deciden apostar por la recuperación de leyendas tradicionales. Algo así ocurre en Bestiari y Monstruari, dos antologías hermanas escritas en catalán y editadas por Edicions SECC. En ellas, los mitos tradicionales son transportados al siglo XXI, transformándose para ofrecer una visión renovada de los mismos.
Pero también hay quienes deciden utilizar tanto la mitología como el paisaje para crear historias completamente nuevas —y verosímiles—. Es lo que sucede con la novela corta Sorgina, de Alister Mairon, cuyo escenario es la Asturias del siglo XVII. En ella, la realidad histórica se solapa con la aparición de criaturas de la mitología asturiana.
No sabemos realmente el motivo de este regreso a las raíces de la fantasía nacional. Lo que sí está claro es que esta tendencia cada día cuenta con más adeptos. Al parecer, el folclore tradicional ha vuelto al género fantástico para quedarse.