Título de la obra: Bahamut
Autor: Francisco Ortega
Editorial: Minotauro
Año de edición: 2024
Extensión: 528 páginas
Encuadernación: Rústica con solapas
PVP: 19,95 (papel) / 13,99 (digital)
En una insólita muestra de coherencia con la lógica de la novela, pude acceder a reseñas sobre ella (incluso pude ver su portada) un año antes de que se publicase. Pero en mi caso no se debió a que una inteligencia artificial me revelara el futuro…, ni a que un columnista entusiasta se haya adelantado a escribirlas. Se debió, simplemente, a que, si bien Bahamut se publicó en España hace apenas dos meses, en Latinoamérica lo hizo a principios de 2023. Y admito que, desde que leí la primera crítica, mis ganas de acercarme al libro estaban por las nubes: una space opera escrita en Chile, autoconclusiva, y que abarcaba un período histórico de 1500 años partiendo del presente… A mí, al menos, la premisa ya me había ganado.
Frente a tales expectativas, lo primero que debo decir es que Bahamut no me defraudó. De hecho, superó con creces lo esperado. La precisión del mecanismo propuesto por Ortega y el dinamismo que le trasmite a la historia hacen que sus casi quinientas páginas (más otras cincuenta de cronología y glosario) se devoren. O, mejor dicho, hicieron que yo las devorase, porque debo aclarar que soy de los que disfruta de los infodumps bien escritos (como los del genial Peter F. Hamilton) y esta novela tiene unos cuantos.
La referencia a Hamilton no es casual (más adelante veremos por qué), pero, dada la ambición del escenario propuesto por Ortega, tanto espacial como temporal, comenzaré por explicar el contexto de las cuatro líneas argumentales expuestas en la novela y el modo en que se estructuran.
Como siempre, aclaro que no haré spoilers. Sin embargo, para reseñar en profundidad una space opera es imprescindible partir de la descripción del escenario. Por lo tanto, si eres de los que prefiere saber lo menos posible antes de leer una novela, quizás sea mejor que te acerques a este artículo tras haberlo hecho. (En ese caso, te diré desde ya que te la recomiendo.) Si, por el contrario, te tienta saber un poco más sobre la historia, te invito a adentrarte en el universo de Bahamut.

Francisco Ortega. Foto: Juan Farías©
TRES PERÍODOS HISTÓRICOS EN BAHAMUT
Si bien la novela abarca 1500 años (pensados en detalle por el autor, como demuestra una cronología de más de diez páginas), lo cierto es que la acción se concentra en tres períodos históricos acotados. La primera línea argumental, que tiene por protagonista a Salomón Belinsky, se desarrolla entre 2014 y 2021. La segunda, con el personaje de Miranda como protagonista, tiene lugar en 2038. Y la tercera y cuarta, con múltiples protagonistas, se desarrollan entre 3509 y 3514. Este acotamiento permite centrar una trama gigantesca y poner el foco en los personajes. Algo que Ortega consigue, incluso, en el período más distante, donde la historia adquiere dimensiones épicas. Las elipsis entre los distintos períodos se salvan mediante cambios de escenario y diálogos (justificadamente) explicativos.
Pero veamos algunos detalles de los distintos períodos:
Presente alternativo
Ortega parte de un hecho real. Como explica en la nota que abre la novela:
«La medianoche del 22 de febrero de 2014, la aplicación de mensajería WhatsApp experimentó una falla global que la mantuvo fuera de línea por más de seis horas.»
En el libro, la caída se debe a la incursión en la red de NATALIA, una inteligencia artificial de base cuántica asentada en las ondas electromagnéticas (inteligencia abstracta) que necesita de la ayuda de doscientos cuarenta y cinco «escogidos» para resolver «el problema Bahamut».
Uno de esos escogidos es Salomón Belinsky, a quien seguiremos desde 2014 a 2021. El contexto real de este período (magnificas las descripciones de ALMA, por ejemplo) sirve de telón de fondo para una «historia secreta» que empezará a cambiar el mundo.
De las cuatro líneas argumentales, la de Belinsky es, con diferencia, la más discursiva: Ortega la emplea para describir el escenario del resto de las historias. Sin embargo, la estrategia que elige para introducir los (necesarios) infodumps es inteligente y, sobre todo, honesta: NATALIA, la inteligencia abstracta que lo contacta, lo hace desde el año 3514, por lo que conoce (¿o construye?) la evolución histórica de la humanidad hasta esa fecha. Y, dado que necesita a Belinsky, le explica lo que debe saber respecto al futuro.
El constante ir y venir de preguntas y respuestas (al principio en chats de texto, luego de forma coloquial) me ha resultado muy estimulante. Con ciertas cosas estoy de acuerdo, con otras, no tanto, pero, como es lógico, no diré nada al respecto para no estropearte la lectura.
Near Future
Para presentar la línea argumental de Miranda, lo mejor es cederle la palabra al autor, que la ha explicado con claridad en un episodio de su podcast, La Ruta Secreta:
«Miranda es, de profesión, correctora autoral de guiones. […] En el año 2038 […] se le encomienda crear un perfil polimedial de Belinsky, inmiscuyéndose en el problema Bahamut de manera secundaria. Miranda fue fecundada de manera artificial y, por un error del genobstetra, nació intersexual o hermafrodita.»
La historia de Miranda se plantea como un viaje de (auto)descubrimiento que Ortega aprovecha para pasearnos por América. Y el mundo que nos presenta sorprende por sus cambios radicales, tanto en lo social como en lo material… Al fin y al cabo, 2038 está a 14 años vista.
A los cambios sociales les dedicaré un apartado más adelante. Respecto a los cambios materiales debo decir que, al margen de que su monumentalidad fuerce la verosimilitud (cuesta creer que las transformaciones urbanas y científicas que se describen hayan podido realizarse en tan poco tiempo), el resultado dispara el sentido de la maravilla.
Ortega nos propone un escenario cyberpunk en el que las biotecnologías y la inteligencia artificial han ocupado el espacio decisivo que se les pronostica. Y especula abiertamente sobre sus consecuencias.
Futuro lejano
Las dos últimas líneas argumentales se desarrollan 1500 años en el futuro. La primera, de corte épico, recrea una crisis global propia de la Guerra Fría (con agenda oculta incluida) a escala del Sistema Solar. La segunda, igualmente fascinante, traslada a Urano el heroísmo de Moby Dick: una nave arponera caza cetáceos gigantes mientras navega entre nubes de sulfato de hidrógeno.
Conviene revelar lo menos posible sobre estas historias. Basta decir que es desde este momento (el año 3514) que NATALIA se comunica con los doscientos cuarenta y cinco escogidos de 2014. Lo que sí vale la pena es detenerse en el contexto.
En la cronología de Bahamut, una Tercera Guerra Mundial culmina con el dominio de la Tierra por parte de un gobierno islámico, lo que incentiva (gracias a la existencia de las inteligencias abstractas y a una serie de descubrimientos que se detallan en el libro) la diáspora de la humanidad por el Sistema Solar.
A lo largo del tercer milenio, Júpiter, Saturno y Hitchcock (un planeta gigante todavía no descubierto más allá del Cinturón de Kuiper) son convertidos en soles, y sus lunas, por tanto, pasan a ser planetas habitables.
De este modo la Tierra (renombrada Mekkah) queda en manos del Gobierno Unido Islámico; Marte (Huoxing, en mandarín) queda en manos de China; Estados Unidos, Europa, Iberoamérica y Britania conforman la Mancomunión Joviana (ocupando cada cual un satélite galileano); y URSS, Eurasia, Niponia, África, Oceanía y Canaan conforman las Lunas Democráticas de Saturno.
A todo esto hay que sumar que existen humanos modificados genéticamente, los gagarin, que, si bien habitan mayoritariamente en el espacio profundo, están presentes en todo el sistema.
Y esto es solo el escenario. En su podcast, Ortega también explica la situación política:
«Son tiempos complejos. La Guerra Fría entre las naciones jovianas y saturanales está a punto de convertirse en el primer conflicto cósmico de la historia. En tanto, en Mekkah, estalla una radical reforma religiosa que pone en vilo al Sistema Solar. La crisis se acrecienta ante la certeza [científica] de que somos una anomalía en el universo: es decir, de que la raza humana está sola y no hay otra inteligencia en el vacío cósmico. Sin embargo, en los límites del sistema solar, más allá de la nube de Ort, ha aparecido un fenómeno bautizado como el problema Bahamut cuya naturaleza puede llevar a la humanidad al caos absoluto… o al encuentro con algo que podríamos llamar Dios.»
LA ESTRUCTURA DE BAHAMUT
Si bien no he querido comentar las cuatro líneas argumentales, sí he dejado caer que la que tiene lugar en el presente sirve de base informativa para el resto de la historia; la de 2038 es una búsqueda (lo que implica el encuentro de claves que darán sentido a la novela); y las dos del siglo XXXVI están centradas en la acción (una en las conspiraciones políticas y la otra en la aventura).
Esta separación de «funciones» (por llamarla de algún modo) me parece acertada. Sin embargo, su éxito depende en gran medida del modo en que se exponen las tramas. Ortega reconoce haberse planteado «ordenar Bahamut en orden cronológico y por arco», pero en la versión final ha decidido ir saltando de un protagonista a otro (lo que implica también un salto de arco y de tiempo). Son pocos los capítulos contiguos que siguen al mismo personaje. Este ordenamiento, además de dar ritmo a la trama, suaviza el efecto de los infodumps necesarios y, sobre todo, permite que Ortega domine los tiempos de la novela y haga encajar cada pieza cuando corresponde.
Al margen del interés intrínseco de cada una de las historias, creo que el éxito del libro, como artefacto narrativo, se debe a la precisión de ese encastre.

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EL ARTE DEL INFODUMPING
En el podcast que ya he mencionado, Ortega expone los referentes literarios de Bahamut y, entre ellos, no aparece la saga de la Commonwealth, de Peter F. Hamilton.
Es probable que no la conozca, las serendipias existen, pero, de todas formas, no me resisto a señalar las similitudes entre ambas obras. En especial, a la hora de afrontar el infodumping. Aclaro que es un elogio: Peter F. Hamilton es un verdadero artista a la hora de convertir la información de contexto en una experiencia disfrutable, y creo que Ortega también lo ha logrado.
La primera similitud entre la obra de ambos es la detallada cronología que conecta el presente con el futuro lejano. Es cierto que estas líneas temporales son habituales en la space opera. Lo que no es tan habitual es la esmerada descripción de los cambios sociales y científicos que han catalizado el proceso.
Una técnica muy usada por Hamilton para presentar escenarios (o tecnologías) es la de relatar el viaje de uno o más personajes hacia el lugar al cual se dirigen. La historia en sí comenzará cuando lleguen, y en el viaje no se producen contratiempos; pero el relato sirve de introducción en la historia, la sociedad, la ciencia o el paisaje del mundo al que se dirigen. Ortega emplea esta técnica con gran acierto en los primeros capítulos del personaje de Luna.
Y, por cierto, hablando de tecnologías, la saga de la Commonwealth es famosa porque los viajes entre mundos (a través de agujeros de gusano) se realizan con trenes; una idea semejante a la empleada por Ortega en sus saltos entre portales del Sistema Solar. Aunque, en ese sentido, debo decir que el detalle con el que el segundo explica las características técnicas y sensoriales de los viajes (o su justificación para el uso de rieles) los vuelve incluso más realistas que los descritos por Hamilton.
Dicho esto, es importante repetir que la mayor parte de la información de contexto se vierte a través de los diálogos entre Belinsky y NATALIA (y, mediada la novela, entre Belinsky y su pareja, Alex Urquhart). Por lo tanto, es el dinamismo de esos diálogos lo que determina, en última instancia, la calidad de los infodumps necesarios para explicar lo que sucede.
RIESGOS Y OPORTUNIDADES QUE OFRECE EL NEAR FUTURE
Al hablar del arco argumental que se desarrolla en 2038 dije que abordaría más adelante los cambios sociales que propone. El motivo no es su complejidad (que la tiene, y mucha), sino la delicadeza de tema.
Especular sobre el futuro cercano es el mayor desafío al que puede enfrentarse un escritor de ciencia ficción. Tendencias que en cierto momento parecen centrales, pocos años después resultan anecdóticas. Pensemos, por ejemplo, en los cambios radicales que, supusimos, traería aparejada la pandemia. ¿Cuántos de ellos ha perdurado cuatro años después? Es fácil confundir tendencias circunstanciales (o modas ideológicas) con fuerzas históricas, y basar las predicciones en hechos (o ideas) que, incluso al momento de la publicación del libro, ya han quedado obsoletos.
Es el caso, sin ir más lejos, de una de las principales proyecciones expuestas en la novela.
En su podcast, Ortega plantea que:
«Resultaba creíble la evolución a un islamismo blanco fusionado con conservadurismo occidental que requiere de una religión fundamentalista. Vi lo que está pasando en Europa y lo imaginé en un escalón más intenso con el propósito de acelerar, en mi argumento, el choque definitivo de civilizaciones y la caída de Occidente, que es algo a lo que vamos derecho y sin vuelta, más allá de la ciencia ficción».
En la práctica, lo que Ortega describe es una moda ideológica de la década pasada (cuyo mayor exponente fue Sumisión, de Michel Houellebecq), no una tendencia histórica. Lo que en realidad estaba sucediendo en Europa (y que en los últimos años se ha recrudecido), es lo expuesto por Nicolás Sartorius en su magnífico ensayo La democracia expansiva.
«El efecto de esta emigración en la ciudadanía europea no está siendo pacífico, pues por razones culturales, sociales y religiosas, aviesamente utilizadas por partidos racistas y nacionalistas de extrema derecha, está suscitando un rechazo en amplias capas de población. […] Un fenómeno que está ocurriendo en Francia, en Italia, en Alemania y acabará ocurriendo también si se continúa sin una política de emigración europea común y diferente a la actual.»
A nadie se le ocurre, hoy en día, suponer que el Frente Nacional pueda aliarse (y mucho menos, fusionarse) con cualquier partido político de tendencia islámica.
Dicho esto, es importante señalar el desafío que supone especular sobre estos temas. Ortega comenzó Bahamut en 2015. Desde entonces el mundo ha pasado por una pandemia y se han declarado dos guerras que están desestabilizando el contexto global. Así que sería absurdo criticar su desacierto. Y más cuando otras de sus especulaciones se han demostrado acertadas.
Tras la reciente victoria de Trump, este diálogo entre NATALIA y Belinsky resulta visionario:
«—Sin mentira no hay relato y sin relato no hay historia —aproveché de cerrar.
—Quien controla la historia —hizo una mueca—, ¿cómo era el dicho de tu tiempo?
[…]—Quien conoce la historia narra la historia, y quien narra la historia controla la historia —lo corregí.
—Conocer es controlar y el control se logra a través de mentir —concluyó con asertividad.
—Eso es correcto.»
En definitiva, la línea argumental protagonizada por Miranda es un buen ejemplo de los riesgos y oportunidades que ofrece el Near Future.
BAHAMUT: SPACE OPERA LATINOAMERICANA
Antes de cerrar esta (larga) reseña debo confesar un último motivo por el que me tentaba tanto leer Bahamut. Soy uruguayo, así que leer una space opera que se desarrolle en Chile o Buenos Aires… o en la que se hable, en 3514, de los Protocolos de Montevideo, me hacía especial ilusión. Deseaba leer un ejemplo regional de un subgénero que disfruto y del que apenas existen referencias en el Cono Sur. Tras leer la novela, me he quedado con ganas de más. Por su ambición y estructura, Bahamut no tiene nada que envidiarle a otras space opera que he disfrutado a lo largo de los años, y supone una excelente carta de presentación para un género que, ojalá, tenga más impulsores en América Latina.
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2 comments
No suelo ser muy activo en redes, tengo vuestra sub porque suelo comprar libros que reseñais. Este es una obra maestra, me lo compré en libro y también he acabado comprando el electrónico porque no puedo parar de leerlo. Obra maestra del 2024. Qué maravilla acabar el año con esta maravilla! Un saludo y gracias por vuestro trabajo. Buen 2025 (año del primer contacto con extraterres!?)
Uri
Muchas gracias por tu comentario, Uri. ¡Nos alegra mucho poder serte de utilidad a la hora de seleccionar tus lecturas! ¡Un abrazo y feliz año para ti!