Hijas de Éowyn: un recorrido por las heroínas de fantasía

Tal vez una de las frases más recordadas de El Retorno del Rey es la que pronuncia Éowyn al dar muerte al Rey Brujo de Angmar: «Yo no soy un hombre». Esas palabras, apenas un atisbo del discurso presentado por Éowyn a lo largo de los libros, ponen de manifiesto dos cosas. En primer lugar, que ella no es una damisela en apuros por mucho que a su alrededor todos pretendan tenerla por tal. En segundo, que ser mujer no es una limitación ni para ella ni para nadie. Éowyn es una heroína. Y desde su aparición como personaje a mediados del siglo XX no son pocas las mujeres de ficción que han seguido sus pasos como heroínas.

Éowyn y el Rey Brujo por Frank Frazzeta.

HEROÍNAS LUCHADORAS

Guerreras

¿Pero qué entendemos por heroína? Habitualmente utilizamos esta etiqueta para referirnos a mujeres guerreras, damas que corren con armadura y espada repartiendo leña entre sus enemigos. En esta primera acepción de heroísmo femenino hallaríamos a personajes como Kitiara Uth Matar (Dragonlance), Cirilla de Cintra (Geralt de Rivia) o Brienne de Tarth (Canción de Hielo y Fuego).

Gwendoline Christie como Brienne de Tarth.

Todas ellas son grandes y diestras guerreras. Demuestran una notable habilidad en el arte de la espada y jamás rehuyen el combate. Con todo, las motivaciones de estas tres heroínas son dispares. Mientras que Brienne siempre pone su espada al servicio de causas justas, como la defensa primero de Catelyn Stark y después de sus hijas, Kitiara es más una mercenaria que un caballero por lo que, aunque es capaz de abanderar causas legítimas y brindar apoyo a sus aliados, tampoco tiene problemas en luchar por sus intereses al margen de las valoraciones morales.

Kitiara Uth Matar por Clyde Caldwell.

Esa ambigüedad ha hecho de ella una antagonista recurrente en la saga de Dragonlance. Además, su naturaleza veleidosa la sitúa en una postura que oscila. Kitiara cabalga entre el ideal de caballero sacrificado y las espadas a sueldo que se alquilan al mejor postor. A pesar de ello, nadie puede negar que Kitiara es una de las grandes heroínas de las sagas de fantasía clásicas.

Cirilla de Cintra por Greg Rutkowski.

Entre estos dos modelos se encontraría Ciri. Pues si bien la joven no duda en entrar en combate para ayudar a los desfavorecidos, su labor como brujo convierte parte de esta actividad en negocio. Pese a ello, Ciri es una mujer íntegra con firmes convicciones morales, lo que hace de ella una heroína guerrera digna de ser tenida en cuenta.

Supervivientes

Otra forma de heroicidad es la que nace de la necesidad o la supervivencia. Estas mujeres no portan consigo el blasón de ninguna gran causa. De hecho, su conversión en heroínas responde más a las circunstancias de su vida que a una intención previa. Habitualmente, los hechos que forjan su carácter guardan relación con un abrupto fin de la infancia, tema tratado en el N3 de Windumanoth. De modo que podría decirse que, antes que heroínas, son supervivientes. En esta categoría encontraríamos a personajes como Arya Stark (Canción de Hielo y Fuego) o a Vin (Nacidos de la Bruma).

Arya Stark por John Picacio.

Ambas poseen un amplio conocimiento sobre el manejo de las armas. Sin embargo, no pueden ser consideradas guerreras. Al contrario. Tanto Arya como Vin se hallan mucho más cerca de los asesinos, los pícaros y los ladrones que de los caballeros. Con todo, nadie puede negar que se trata de dos heroínas muy válidas e imprescindibles en sus respectivas historias.

Las dos luchan por sus objetivos valiéndose de sus talentos personales y del ingenio. No pelean por ningún rey, sino por sí mismas y su búsqueda de justicia. Arya lucha por vengarse de todos los que causaron la desgracia de los Stark. Vin en cambio se enfrenta al Lord Legislador para tratar de imponer un nuevo modelo social menos represivo.

Vin por Chris McGrath.

Si bien saben luchar, ambas complementan sus dotes combativas con el arte del disfraz y del engaño. Roban, mienten y asesinan si es preciso, situándose en el límite de la moral. Aún así, nadie podría dudar que Vin o Arya son dos jóvenes de férreas convicciones. Pese a sus acciones, el amor por sus amigos y su familia las ayuda a no perder de vista su objetivo. Es el salvavidas que evita que cualquiera de ellas se convierta en una villana letal.

Elegidas

Otra variante de heroína casual es aquella que se convierte en una luchadora sin necesidad de haber sufrido un duro golpe en su vida. Las elegidas, muy comunes en la fantasía juvenil, entrarían dentro de este grupo. Sin salir del panorama español, una de las heroínas más recordadas es Victoria (Memorias de Idhún). Esta joven, a quien pronto podremos ver en la pequeña pantalla gracias a Netflix, es esencialmente humana. Victoria vive una vida corriente hasta que las circunstancias la obligan a convertirse en una heroína. Así, esta adolescente termina aprendiendo a pelear para proteger Idhún.

HEROÍNAS NO LUCHADORAS

Los ejemplos puestos hasta ahora nos hablan de unas heroínas guerreras. Con todo, limitar la categoría únicamente a las mujeres que saben blandir una espada resulta harto impreciso. Existen muchas formas de heroísmo y no todas precisan del manejo de armas. Ejemplo de ello son personajes de notable influencia en la literatura fantástica, que se valen de otros métodos para lograr sus objetivos.

Si recuperamos la narrativa de Tolkien podemos encontrar en ella a Lúthien. Ella es una dama elfa, la hija del rey Thingol. Al igual que las mujeres de su rango, no es avezada en el arte de la guerra. Pero eso no le impide enfrentarse a Sauron y a Morgoth para proteger a su amado Beren, tal y como se narra en El Silmarillion. Para ello no hace uso de la espada, sino de su don natural para la magia y el canto. Ambos talentos, que por delicados se asocian a la mujer, son los artífices de una de las grandes derrotas de Morgoth.

Lúthien Tinuviel por Ted Nasmith

Lúthien no es la única heroína que no ha necesitado armas para hacerse valer. Ha habido otras mujeres en la literatura de fantasía que no han precisado renegar de las aptitudes consideradas femeninas para llevar a cabo su empresa.

Una de ellas es Sansa Stark (Canción de Hielo y Fuego). A diferencia de su hermana, Sansa ha sufrido feroces críticas por parte del gran público. Se le niega su potencial como heroína por causa de su temperamento, muy acorde a los ideales de feminidad. Sansa no presenta el interés de Arya por el manejo de las armas. Le agrada más dedicarse al bordado y a la lectura. Y se entusiasma con la idea de convertirse en la señora de un castillo en el futuro.

Esto no la invalida para ser una gran heroína dispuesta a luchar por su familia y por su propia supervivencia. Sansa es la contraparte de Brienne de Tarth. Si la guerrera aspiraba a ser el perfecto caballero, el deseo de Sansa es convertirse en la dama ideal. Desde sus circunstancias personales, ambas luchan con las herramientas a su alcance para lograr sus objetivos.

Sophie Turner como Sansa Stark.

Del mismo modo que Brienne se desencanta con el comportamiento de sus compañeros de armas, también Sansa va comprendiendo que los ideales caballerescos no son más que eso, ideales. Y que si de verdad quiere un futuro de paz, deberá luchar por ello. Pero a diferencia de Brienne, Sansa no pone su espada al servicio de las causas justas, sino su ingenio.

Las circunstancias de su vida la han llevado a compartir tiempo con personas como la reina Cersei o Petyr Baelish. Ambos personajes son notables estrategas de los cuales Sansa aprende. No solo a ejercer el delicado arte de la diplomacia, sino también a utilizar el engaño y la manipulación. Cualquier truco aprendido no duda en ponerlo en práctica para vencer a los enemigos de su familia.

CONCLUSIÓN

Heroínas son, por lo tanto, todos aquellos personajes femeninos que se enfrentan a sus enemigos. Algunas blanden espadas, otras utilizan argucias o magia. Y algunas simplemente se valen de los recursos a su alcance para salir airosas. Lo que es innegable es que ninguna de ellas renuncia a ser mujer para convertirse una heroína. Pues como buenas hijas de Éowyn, ninguna tiene miedo de gritarle al mundo que ellas no son hombres. Ni falta que les hace.

Arte de imagen destacada: Adam Schumpert.