Jacques Ferron y la segunda generación de escritores españoles de ciencia ficción

by Windumanoth
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Años cincuenta: En el mercado literario español bullía con fuerza un nuevo género heredero de los folletines[1], cuyos temas remitían a la creciente cultura de masas de origen estadounidense difundida principalmente a través del cine, las revistas y los tebeos. A ello contribuía de forma extraordinaria la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que supuso un titánico esfuerzo por parte de ambas superpotencias en aras de la conquista del cosmos por el ser humano.

Así, entre diversos títulos publicados en algunas importantes editoriales, surgieron las primeras colecciones especializadas: Futuro (1953-1954, 34 números), filial de Ediciones Clipper, dirigida por el famoso José Mallorquí[2]; Nebulae del sello Edhasa (febrero de 1955-1969, 141 números), dirigida en su primera época por el doctor ingeniero barcelonés Miguel Masriera —una de las más importantes que ha tenido el género en toda su historia por la longevidad y calidad de los títulos publicados, muchos de ellos considerados hoy día como auténticos clásicos— y otras menores que aparecieron al rebufo de su éxito, como Ciencia Ficción de Cénit (1960-1964, 73 números), Galaxia de Vértice (1963-1969, 78 números) e Infinitum de Editorial Ferma (1964-1968, 42 números), todas ellas de inferior calidad material y literaria[3].

A estas colecciones especializadas habría que sumar también el fenómeno de los bolsilibros[4]: Luchadores del Espacio (1953-1963, 234 números) de Editorial Valenciana, en la que se publicaría la popular Saga de los Aznar de George H. White, seudónimo del valenciano Pascual Enguídanos Usach; Espacio de Toray (1954-1973, 547 números) y más tarde La conquista del espacio del gigante Bruguera (1970-1985, 746 números). Además, llegaban a nuestro país con notable retraso y elevado precio algunas revistas, como la argentina Más Allá (1953-1957, 48 números) y la mexicana Ciencia y Fantasía (1956-1957, 14 números), a las que convendría añadir Narraciones terroríficas (1939-1952, 76 números), editada por el sello español Molino durante su etapa de destierro en Argentina y dirigida en su primera época por el citado José Mallorquí, y la española Fantástica (1945-1946, 10 números y 8 extras), ambas publicaciones de terror en las que se podía encontrar diverso material de una ciencia ficción embrionaria.

LOS PIONEROS DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA

La mayoría de autores que cultivaban esta novedosa narrativa en los 50 y 60 eran extranjeros, en particular norteamericanos y británicos, aunque también los había de otras nacionalidades europeas: franceses, italianos, rusos, alemanes… Pronto, sin embargo, comenzaron a publicar en estas colecciones especializadas un buen puñado de escritores autóctonos y pasaron a convertirse, de facto, en auténticos abanderados del nuevo género. Nombres como Antonio RiberaEl misterio de los hombres peces (1955), El gran poder del espacio (1957), Ellos (1959), Los comandos de la humanidad (1961), Fin (1963)—, Francisco Valverde TornéLa gran revelación (1959), Los enemigos del sol (1960), Puente a lo desconocido (1965), El último planeta (1966)—, Domingo SantosLa cárcel de acero (1961), Volveré ayer (1961), Gabriel (1962), Civilización (1964), El visitante (1965), Burbuja (1965), Meteoritos (1965), Mundo de autómatas (1966), Los dioses de la pistola prehistórica (1966), Extraño (1967) y la primera Antología española de ciencia ficción (1967)—, Juan G. AtienzaLa máquina de matar (1966), Los viajeros de las gafas azules (1967)— y Carlos BuizaUn mundo sin luz (1967)—, entre otros[5].

Los pioneros autores de los años 50, a los que Domingo Santos consideraba primera generación de escritores de ciencia ficción, tenían plena conciencia de escribir para un género nuevo, pero eran, en realidad, francotiradores; es decir, no se consideraban un colectivo sino autores independientes que intentaban ganarse la vida mediante la escritura, en una década en la que tampoco existían asociaciones ni grupos organizados al margen, quizá, de alguna esporádica tertulia dentro de la amplia geografía nacional.

JACQUES FERRON Y LA FUNDACIÓN DE CLA

Uno de los primeros grupos europeos en aparecer fue el Cercle Littéraire d’Anticipation (CLA), primera asociación francesa de aficionados a la ciencia ficción, fundado por Jacques Ferron en 1959. Ferron editó hasta, al menos, 1967 un gran número de revistas amateurs en las que realizó una intensa labor de proselitismo y de cooperación con otros países de su entorno, entre ellos Bélgica, Suiza, Italia, Alemania y, de forma muy particular, también España. Estas publicaciones solían incluir cuentos, poemas e ilustraciones de autores españoles traducidos al francés generalmente por el mismo Ferron, obras breves de Francisco Lezcano, Domingo Santos, Luis Vigil, Carlos Buiza, Juan G. Atienza y algunos otros, aficionados no profesionales en su mayoría que hicieron allí sus primeros pinitos internacionales por puro afán de ver su nombre impreso en papel. Todos ellos formaron parte de nuestra particular «legión extranjera».

Lo más importante de todo ello es que estas revistas pusieron en contacto entre sí a muchos autores españoles, lo que no solo favoreció la formación de la segunda generación de escritores de ciencia ficción, ya con auténtica conciencia de pertenecer a un colectivo, sino que permitió crear nuevos y más ambiciosos proyectos. Así, por ejemplo, gracias a una carta de Ferron, Domingo Santos y Luis Vigil se conocieron y decidieron lanzar la primera revista comercial española dedicada al género: Anticipación (1966-1967), editada por el sello Ferma y claro precedente de Nueva Dimensión, también editada por ambos junto a un tercero: Sebastián Martínez.

Ferron era director y coordinador de todas las publicaciones del CLA, estaba casado con la granadina Vicky de la Cruz, hablaba y escribía perfectamente en castellano y editó el primer fanzine de la ciencia ficción española: Astral (julio de 1963). Fue corresponsal francés de Nueva Dimensión hasta el número 14 (marzo-abril de 1970), en que fue sustituido por Agustín Riera, y con su nombre o bajo seudónimo de H. H. Browning publicó entre 1960-1966 una quincena de cuentos en España en las revistas ND y Anticipación, el fanzine Cuenta Atrás y las Antologías de novelas de anticipación de Acervo. Santos y Vigil lo conocieron personalmente en febrero de 1968 cuando visitaron la Exposición General de la Ciencia Ficción, celebrada en el Palacio del Louvre de París. Santos lo describió en ND como un francés «alto, bromista, dado a las frases de doble sentido, amante del buen vino… y biólogo»[6].

Jacques Ferron

Fotografía de Jacques Ferron correspondiente a 1963, tomada de una de sus revistas

LE JARDÍN SIDERAL: PUNTO DE ENCUENTRO DE LA CIENCIA FICCIÓN ESPAÑOLA

El principal órgano de comunicación del CLA era el fanzine Le Jardin Sidéral (1960-1967?, al menos 27 números), editado primero en la localidad de Lucé (1960-1963) próxima a Paris, luego en Brive cerca de Burdeos (1964-1966) y finalmente en Logjumeau (1967), a las afueras de París, siguiendo el periplo profesional del fan editor. La suscripción anual tenía un coste de 7,50 francos franceses (75 ptas. al cambio) y daba derecho a recibir todos los números. El fanzine tenía un formato de 13×21 cm y la tirada habitual era de 350 ejemplares numerados —a partir del número 21 aumentó a 400, subiendo también la suscripción a 10 francos—, que se remitían a suscriptores, colaboradores y para intercambio internacional con otras publicaciones afines. En aquella época las revistas y los fanzines se retroalimentaban de información, relatos e ilustraciones de unos y otros, en un tiempo más lento caracterizado por el correo postal.

La colaboración de autores españoles con publicaciones del CLA se inició con el citado fanzine Astral, en donde Francisco Lezcano publicó tres cuentos breves, un poema y una ilustración, y también tomaron parte en ella el dibujante César Valdés y numerosos poetas, entre ellos Luis Molina Santaolalla (1922-2006, Madrid) y Manuel Pacheco (Olivenza, Badajoz, 1920-1998), «integrante» de la denominada Generación del 50, cuya obra recibió elogios del premio Nobel de literatura Camilo José Cela y que en 1986 recibió la Medalla de Extremadura —máximo galardón que otorga dicha comunidad autónoma— por una trayectoria compuesta por una treintena de libros de poemas y numerosas colaboraciones en diarios y revistas literarias de España y Sudamérica.

El número doble 12-13 de LJS (marzo-junio de 1963, 76 páginas más tapas) incluyó una breve colaboración de Lorca del Río, posiblemente un poema de media página; Del Río fue responsable de la sección española del CLA. El siguiente número doble 14-15 (diciembre de 1963, 76 páginas más tapas, además de un portfolio de 4 páginas con fotos en b/n, que se vendió a 2F) contó ya con una mayor colaboración de autores españoles. Francisco Lezcano, quien era presentado como «un dibujante humorístico y narrador satírico», publicó el microcuento de suspense/horror «Symbiose» (Simbiosis[7]), que narra la relación de amor de una mujer con un extraño ser y fue traducido al francés por H.H. Browning, y varias ilustraciones, una de ellas la contraportada, reproducidas en su mayor parte en un portfolio de ND 136 (julio-agosto de 1981) dedicado a su obra. Browning publicó «De la rose et des hommes», versión más corta de «Del hombre, de la rosa» publicado en Astral, y César Valdés un dibujo.

Francisco Lezcano en una fotografía tomada del especial de ‘La Estafeta Literaria’ #390

El número incluía, además, información, crítica de libros y direcciones de otros fanzines, así como el anuncio de un certamen internacional de cuento e ilustración con un jurado integrado por varios conocidos escritores de la época —los franceses Pierre Mariel, Maurice Limat, Hans Wolf, Georges Dambacourty H.H. Browning—, además del español Agustín Luque.

El número 16 (abril-mayo de 1964, 44 páginas más tapas, 2F) estuvo dedicado sobre todo a la poesía, que no tuvo cabida en el volumen anterior por falta de espacio, aunque también incluyó narrativa breve de autores galos, información y reseñas. Se publicaron poemas en español de Manuel Pacheco, Félix Casanova de Ayala y Justo Guedeja Marrón, también de Agustín Luque y Jacques Ferron en francés. De nuevo, Lezcano aportó cinco ilustraciones, sirviendo una de ellas como imagen identificativa del CLA. Por último, se informa de que el certamen convocado en el número anterior quedó desierto debido al bajo nivel del material recibido; no obstante, se entregaron algunos diplomas a la «sección extranjera» para obras en español: prosa para Luis Molina Santaolalla, poesía para Manuel Pacheco y el Gran Premio de ilustración para Lezcano.

Manuel Pacheco en una fotografía tomada del especial de La Estafeta Literaria #390

El siguiente número fue otra vez doble. El 17-18 (cuarto trimestre de 1964, 72 páginas más tapas, 2,5F) destacaba por incluir el primer capítulo de la Space Opera «Si grand est l’espoir» (Tan grande es la esperanza) de H.H. Browning, entre diverso material francófono. La aportación española consistió en los relatos «Tunnels» («Túneles») de Luis Molina Santaolalla —se presupone que ganador del diploma del certamen anterior— y «La famine» («El hambre»)[8] de Francisco Lezcano, ambos cuentos traducidos por Browning. El primero era un olvidable relato pulp donde la humanidad luchaba contra hormigas gigantes producto de la radioactividad, mientras que el segundo revisitaba un episodio bíblico en clave de ciencia ficción: el del milagro del maná caído del cielo. Seis ilustraciones eran de Lezcano, se ofrecía información acerca de diferentes actividades relacionadas con la ciencia ficción a nivel europeo —como la exposición de dibujos anti-atómicos de Lezcano llevada a cabo en la Universidad de La Laguna en Tenerife—, además de algunas reseñas y el anuncio de un nuevo concurso de cuentos de género.

Jacques Ferron

Números 14-15, 16 y 17-18 del fanzine Le Jardin Sidéral

En el sumario del número 19-20 (octubre-diciembre de 1965, 80 páginas más tapas, 425 copias y 2,5F) figuraba Ferron como director de producción y Vicky —se presupone que su esposa Vicky de la Cruz— en la realización, lo que la convertiría en la primera fan editora española de la historia.

La aportación nacional consistió en el relato «Le robot» («El robot») de Luis Molina Santaolalla, «La ferme experimentale» («Granja experimental»)[9] de Francisco Lezcano y «La condamnation» («La condena») de Manuel Pacheco, todos ellos traducidos por Browning. El primero planteaba una idea interesante a debate, pese a sus evidentes carencias narrativas: la reproducción mixta de seres humanos y artificiales; el segundo narraba una historia de impacto, el de un hombre de negocios que trata de convencer a otro para que invierta en una nueva y próspera explotación de animales para comercializar su sabrosa carne: el hombre; el tercero discurría en clave poética y simbólica, al proponer la condena a muerte de un niño de tres años debido a una ley absurda.

Además, Carlos Buiza incluyó cinco fábulas de entre 2-5 líneas, que luego aparecerían en su primer fanzine: Crónicas SF para la Vía Láctea, Andrómeda y Brive (octubre de 1965). Por último, el fanzine se completaba con la segunda entrega de «Si grand est l’espoir» de Browning y los cuentos «La Belle époque» («Los buenos tiempos») y «Patroulle» («Patrulla») de Ferron, entre otros.

Carlos Buiza en una fotografía tomada del especial de La Estafeta Literaria #390

El número 21 (primer trimestre de 1966, 60 páginas más tapas, 3F) supuso un pequeño hito en la historia de la ciencia ficción española, pues incluyó la primera versión publicada de «Asfalto»[10] de Carlos Buiza, ocho páginas ilustradas de forma harto rudimentaria por Miguel Bosch. El cuento relataba cómo un caballero se queda pegado a una mancha de asfalto cuando intenta cruzar la calle, mancha que lo absorbe poco a poco mientras es ignorado por los transeúntes; una desoladora metáfora de la soledad urbana. En el índice aparecía, además, un minicuento humorístico sin título de Wendy Sloane —seudónimo empleado por Buiza—, una breve fábula de Gerardo Bustillo, tres ilustraciones de Lezcano, otra del citado Bustillo y otra más de su hermano Jorge. También se anunciaba la inminente aparición de los fanzines Cuenta Atrás de Buiza y Dronte de Vigil, que afirmaba ser «el fanzine escrito por los mejores plagiadores del momento».

Junto a la tercera entrega de «Si grand est l’espoir» de Browning y los cuentos «Forces cachees» («Fuerzas ocultas») de Ferron y «Une mode utile» («Una moda útil») de Browning, encontramos la sección Multiplex, un collage de comentarios de diversos autores sobre el número anterior, elaborado a partir de extractos de cartas; además del tándem Ferron-Browning, tomaron parte Lezcano —quien señalaba que aún quedaba bastante trabajo por hacer para mejorar la presentación del fanzine—, Buiza, Pacheco y el aficionado granadino José Luis Navarro, entre una docena de autores galos, que ponía de relieve su estatus de miembros activos del fandom internacional.

En el apartado informativo se reseñaban fanzines franceses, belgas e italianos, y se daba cuenta de una actividad del Club Español de SF liderado por Lezcano de la que, al parecer, se hicieron eco la radio y televisión locales: la inauguración de un cine club universitario en Palma, con la proyección de las películas La mosca, El experimento del doctor Quatermass, Metrópolis y El testamento del doctor Cordelier, de Jean Renoir.

El número 22 (tercer trimestre de 1966, 56 páginas más tapas, 3F) incluyó el relato «Le dernier homme» («El último hombre»)[11] de Luis Vigil y «Confession d’un Grats» («Confesión de un Grats»)[12] de Carlos Buiza, ambos traducidos por Browning. El primero era un nuevo chiste que jugaba con la idea del último hombre sobre la faz de la Tierra y el segundo, también humorístico, describía cómo un extraterrestre enviado a nuestro planeta para preparar su invasión traiciona a su mundo para vivir aquí una existencia mejor. Además, se incluyeron tres ilustraciones de Vigil y una de Lezcano, y se anunció la aparición de la revista Anticipación editada por Ferma y dirigida por Santos y Vigil. También se publicaron fotografías de Buiza y Santos. Finalmente, el número se completó con la cuarta entrega de «Si grand est l’espoir» de Browning, el cuento «Le train» de Ferron y diversos cuentos de autores francófonos.

Jacques Ferron

Números 19-20, 21 y 22 del fanzine Le Jardin Sidéral

De los números 23, 24 y 26 no se conoce ningún dato. El número 25 (segundo trimestre de 1967, 68 páginas más tapas, 3F) casi podía considerarse un especial sobre ciencia ficción española. Incluyó los cuentos: «Le fog trotte» («Fuga en la niebla») de Pablo Valcárcel, una soporífera historia supuestamente humorística acerca de unos turistas franceses perdidos en medio de una mortal niebla londinense causada por la contaminación; «Le taureau» («El toro») de Domingo Santos, texto animalista en el que el autor se pone en la piel del animal; la broma macabra «Le tout petit» («El pequeñín»)[13] de Luis Vigil y «Le signal dans la pierre» («La señal en la piedra») de Carlos Buiza, típico relato con final sorpresa en el que dos astronautas que viajan a Marte encuentran una enigmática inscripción tallada en una roca; todos ellos fueron traducidos por Browning y ocuparon una veintena de páginas en la sección central del fanzine.

Domingo Santos en una fotografía tomada del especial de La Estafeta Literaria #390

Además, contenía dos textos breves de P. García —sobre robots— y Carlo Frabetti, a modo de chistes, extraídos del fanzine Cuenta Atrás de Buiza y con una extensión conjunta que no alcanzaba una página. No faltó el habitual dibujo de Lezcano niel cuento de Ferron: «Les mound-builders» («Los constructores de montículos»). Un número consagrado a la narrativa en el que se intensificaba el paulatino abandono de la poesía y la ilustración por parte de la revista.

Carlo Frabetti en una fotografía tomada del especial de La Estafeta Literaria #390

El número 27 (cuarto trimestre de 1967, ¿46-50? páginas más tapas) fue quizá el último editado, aunque algún aficionado francés sospecha de la existencia de un número 28 e, incluso, un número 0. Se trató de un especial Domingo Santos que ocupó todo su apartado de ficción —35 páginas— e incluyó tres cuentos «Le papillon» («La mariposa»), «Les races» («Las razas», 1962) y «Le changement» («El cambio»)[14], todos ellos traducidos por Browning; el primero y tercero fueron primicia, pues no se publicaron en español hasta tiempo después. Santos era presentado como «El más conocido de los escritores españoles de ciencia ficción y además fundador de las revistas Anticipación y Nueva Dimensión. El creciente éxito que experimenta su obra proviene de la humanidad de sus temas universales», se citaban algunos de sus libros y se anunciaba la inminente edición francesa de su novela Gabriel. La portada del fanzine era obra de Vladimir Pablo, quien ya colaboraba por esas fechas en Anticipación y, posteriormente, en los primeros números de Nueva Dimensión. Contó con un dibujo de Miguel Bosch.

Jacques Ferron

Números 25 y 27 del fanzine Le Jardin Sidéral

Como se ha podido apreciar, a lo largo del tiempo Le Jardin Sidéral dio cuenta de la aparición de las primeras publicaciones españolas consagradas a la ficción científica, en los que una nueva hornada de escritores, en su mayoría aficionados, fueron puliendo temas y estilos antes de dar el salto a cotas más profesionales para conformar así la segunda generación de escritores españoles de ciencia ficción. LJS supuso un lugar inicial de encuentro para muchos de ellos, lo que facilitó el contacto y dio luego lugar a nuevos proyectos más ambiciosos para el género en español.

En las páginas de la revista Nueva Dimensión se describía al CLA como una de las asociaciones fan más importantes del continente y la principal en Francia. Ferron era retratado como su animador y portavoz oficial, además de incansable corresponsal de ND y amigo, «uno de los más entusiastas «fanzinistas». En un ambiente donde estas publicaciones duran unos pocos números, [LJS es] uno de los fanzines más permanentes, más cuidadosamente editados y de más interesante contenido, habiendo desfilado por sus páginas nombres importantes de la ciencia ficción francesa, italiana y española»[15].

En ND 4 (julio-agosto de 1968) se quiso rendir homenaje a esta publicación con una sección que reproducía algunos de sus poemas e ilustraciones más destacadas[16]. Luis Vigil lo presentaba así: «Hace ocho años, Jacques Ferron saltaba a la palestra del fandom europeo con un escuálido y mal impreso fanzine de doce páginas, pero en el que vibraban un tremendo valor y codicia. Hoy, los últimos números de Le Jardin Sidéral oscilan entre las 60-80 páginas y reúnen en su interior un plantel de renombrados escritores, poetas e ilustradores dignos de tener en cuenta. Y esta es precisamente una de las labores que hay que agradecerle a Ferron: el haber logrado reunir en torno suyo a una serie de artistas de las más variadas nacionalidades que, salvando fronteras, han sabido crear una obra de conjunto cuya importancia no se puede —no se debe— ocultar».

OTROS FANZINES DE  JACQUES FERRON

Ferron fue editor de otros muchos fanzines: Le Monopède, Le Cyclope, Sol III, Smack, Polynuclées, Frictions… además del citado Astral. En alguno de ellos colaboraron puntualmente autores españoles —como Lezcano, con una ilustración en el número 2 de Polynuclées (abril de 1966)[17]—, si bien apenas se conservan ejemplares de estas publicaciones para atestiguarlo ni queda constancia en la web especializada francesa Noosfere (equivalente a nuestra La Tercera Fundación).

El número 5 de Sol III (agosto de 1963, 24 páginas, editado en París) era uno de ellos, un volumen editado por H. H. Browning —no Ferron— compuesto por un único cuento de este escrito como si de un texto histórico se tratara, encontrado en un circuito mnemotécnico de una antigua máquina electrónica de un tiempo remoto; una idea que recuerda poderosamente al prólogo de Futuro Imperfecto de Domingo Santos. El texto bromeaba con la idea de que Browning era el mayor literato del siglo XX, así como uno de sus mejores poetas, junto a García Lorca, Lamartine y Víctor Hugo. El cuento describía, con amplias dosis de humor, una guerra fratricida que enfrentaba a dos facciones de fans encabezados por dos líderes carismáticos. Intercalado entre sus páginas aparecía el minicuento «Julio» de Franck Sile —seudónimo de Francisco Lezcano—, y un poema anónimo de Alberto Barasoain, ambos tomados y traducidos de Astral, además de algunas píldoras o textos ingeniosos de apenas un par de líneas que no llegaban a ser aforismos, de Agustín Luque y que, al parecer, recopiló en un volumen titulado Granos de alpiste. Lezcano aportó cuatro dibujos y en contraportada se anunciaba la colección de poesía Alrededor de la Mesa de Miguel Ángel Marrodán.

Era este un fanzine más artesanal que LJS y de tamaño superior (21x31cm), pero de muy similar propósito, con páginas numeradas con letras del abecedario en las que se daba cuenta de diversas revistas de otros países, en particular Italia, algunos chistes, etc.

El número 6 de Smack (julio de 1964, 22 páginas, 400 ejemplares numerados, editado en Brive) es otro fanzine con participación española que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo. Smack (‘Tortazo’) era una publicación amateur de hojas amarillas y sin numerar, profusamente ilustrada con dibujos y fotografías en b/n, que incluyó una nota de Lorca del Río en la que comentaba la exposición de Dalí en la galería Flavart de París, una obra que catalogaba como «sobre mitología, fantástico e irrealidad». El volumen reeditaba el cuento «La gemme» («La joya») de Browning, tomado del primer número de LJS, Lezcano aportó su habitual ilustración y se anunciaba un nuevo concurso literario del CLA.

Fanzines Sol III de H.H. Browningy Smack de Jacques Ferron editados por el CLA francés

Lueurs era una publicación que llevaba por subtítulo «Fanzine de informaciones sectarias» y anunciaba con sorna en portada la «dirección iluminada de Jacques Ferron». Se trataba de un fanzine dedicado a información y crítica, con reseñas de libros y revistas amateurs, anuncios y numerosos chistes y viñetas humorísticas, una de ellas de Luis Vigil y dos de Lezcano. Lueurs (Destellos) era un fanzine artesanal, cuyo número uno (julio de 1966, 16 páginas, 21×27 cm, editado en Brive) contenía un nuevo Multiplex[18] en el que Ferron sometió a evaluación cinco cuentos de su serie Cuentos Bárbaros, publicados en Le Jardin Sideral, en el que participaron los españoles Domingo Santos, Luis Vigil, Juan G. Atienza y los aficionados J.L. Navarro y Miguel Bajo. También anunciaba un nuevo concurso de noveles para cuentos de entre 15-20 páginas, cuyo premio consistía en la publicación dentro de la colección estrella Polynuclees.

Juan G. Atienza en una fotografía tomada del especial de La Estafeta Literaria #390

Lo más interesante de cara al lector autóctono son las reseñas de los primeros fanzines españoles: Spainfan de Luis Vigil (del que Ferron se lamentaba que estuviera escrito en inglés y «apenas contuviera una gota de sangre española») y Cuenta Atrás-99, que ponía el énfasis en la cantidad de errores que contenía, en especial la deficiente traducción al francés del cuento «Croco» (Cocodrilo) de Pablo Valcárcel perpetrada por H. H. Browning —un evidente autochiste—; también informaba del premio creado por este fanzine para cuentos en español o francés de 15-20 páginas, dotado con 2.000 ptas.

Lueurs incluyó una amplia nota de elogio a Carlos Buiza en la que se congratulaba de l«éxito abrumador» de la adaptación de su novela Asfalto por parte de Televisión Española, emitida el 24 de junio dentro de la serie Historias para no dormir de Narciso Ibañez Serrador. Por último, publicó una temprana y extensa reseña de Ferron sobre la novela Gabriel de Domingo Santos, casi dos años antes de que se publicara en francés, en donde se sorprendía de que un texto tan filosófico hubiera sido publicado en España y comparaba las tribulaciones del robot Gabriel con la pasión y sacrificio de Cristo por la humanidad; una visión con mucho sentido y que ningún otro crítico supo encontrar.

Via Lactea era un fanzine de narrativa más parecido a Le Jardin Sidéral que a los anteriores. Su número 7 (1965, 21 páginas, 21x27cm, editado en Brive)[19] contenía cuentos de autores franceses algo más largos que en otras publicaciones del CLA y los breves «Les draps de chair» («Las hojas de carne») de Manuel Pacheco y «Le miroir» («El espejo») de Francisco Lezcano, ambos traducidos por Browning. El primero era una desoladora mirada a un mundo posatómico y el segundo un relato fantástico acerca de un hombre que, tras atravesar un espejo, observa el mundo invertido; además, aparecían tres ilustraciones de Lezcano y entre las publicaciones recibidas se citaban Collegium del Colegio Mayor Universitario de Oviedo, la argentina Reflejos dedicada a la poesía —cuyo número 4 incluyó poemas de los socios del CLA Pacheco, Santaolalla. G. Pérez y Lezcano—, así como otras publicaciones poéticas de la época, como El Molino de Papel y obras del poeta asturiano Adolfo Gustavo Pérez, Manuel Pacheco y Alberto Barasoain.

Fanzines Lueurs y Via Lactea de Jacques Ferron editados por el CLA francés

JACQUES FERRON, GRACIAS POR TODO

A modo de resumen, podemos constatar que Jacques Ferron fue un elemento clave para la gestación de la segunda generación de escritores españoles de ciencia ficción, aquellos que procedentes en su mayoría del terreno aficionado dieron luego, en no pocos casos, el salto al profesionalismo en un momento en el que el género como tal apenas contaba con una década de vigencia estable en nuestro país. Sin Ferron la evolución de la ciencia ficción autóctona hubiera sido diferente, mucho más tardía y nunca se hubiera editado la revista Nueva Dimensión, de influencia capital para los lectores y escritores de los años 70 y, sobre todo, 80. Una figura oculta que era preciso reivindicar y que desgraciadamente desapareció sin dejar el menor rastro a principios de los setenta.

Por otra parte, si analizamos la ficción científica española publicada en estas pioneras revistas internacionales observamos que era muy similar, por estilo y temática, a la de sus homólogos europeos. Eran historias producto de su tiempo que, salvo excepción, tenían un escaso nivel literario, eran poco especulativas y se caracterizaban por su tono distópico y simbólico debido al perpetuo temor a una guerra atómica, a la amenaza del fin del mundo, a la deshumanización de la sociedad moderna… Si bien no faltaban otros temas, como la conquista del espacio, el contacto con inteligencias extraterrestres o la robótica, además de algunos chistes, poemas y otras ingeniosas fórmulas breves para lograr ver impreso el nombre del autor en el índice de contenidos.

Estas publicaciones ponían también de manifiesto la relación preferente que mantenía nuestro país con su vecino del norte, en un momento en el que los autores galos estaban considerados, junto a los clásicos grecolatinos, el culmen de la literatura culta por buena parte de la intelectualidad española, en los colegios se estudiaba francés y no inglés, y París era el centro cultural del mundo.

En estas amarillentas revistas amateurs, que hoy se nos antojan un tanto lejanas, ingenuas, incluso quijotescas, un puñado de escritores españoles dejaron la impronta de sus anhelos y aflicciones, de su imaginación y aspiraciones literarias, y de un ansia de libertad que fue preciso esperar hasta la Transición para conquistar en España.

 

Un artículo de Mariano Villarreal

 

Nota: deseo agradecer la ayuda prestada por Francisco Lezcano y Carlos Buiza en la elaboración de este artículo.

[1] La irrupción masiva de este tipo de productos de consumo trajo consigo la popularización de la corriente pulp norteamericana de la ciencia ficción en detrimento, hasta la práctica desaparición, de la rica tradición europea de una ficción científica culta, crítica y especulativa según el modelo propugnado por H.G. Wells y otros intelectuales, que aspiraban a influir en la sociedad a través de sus propuestas filosóficas. Una de las obras más significativas de esta época fue la simbólica y apocalíptica La bomba increíble (1950) de Pedro Salinas

[2] Mallorquí fue creador de personajes tan populares como El Coyote y cosechó un enorme éxito con las adaptaciones radiofónicas de varias obras suyas del Oeste, en particular Dos Hombres Buenos y Lorena Harding. Con el seudónimo de J. Hill, publicó numerosas aventuras galácticas protagonizadas, entre otros, por el héroe Pablo Rido, aventurero del espacio y el tiempo; estas historias eran, en su mayor parte, traducciones y adaptaciones de relatos norteamericanos y el propio capitán Rido una clara transposición del famoso Captain Future de Edmon Hamilton

[3]Podemos citar también Robot (1955, 15 números), editada por la madrileña Editorial Mando, en donde todos sus números fueron escritos por Alan Comet, seudónimo del conocido escritor de bolsilibros Enrique Sánchez Pascual; o Marte XXI de Picazo (1966-1968, 28 números), especializada en autores galos. Todas estas colecciones debieron cerrar sus puertas tras la gran crisis que se abatió sobre el sector editorial español de ciencia ficción a finales de los sesenta, dejando únicamente en activo al sello Minotauro, nacido en Argentina en agosto de 1955 y regentado por el español Francisco Porrúa, cuyos libros llegaban de forma muy irregular a España en aquella época

[4] En los bolsilibros, también llamados novelitas de a duro por su trama aventurera y el hecho de tener un precio inicial de cinco pesetas, muchos escritores españoles de literatura popular debieron ocultar su identidad tras seudónimos anglosajones por motivos supuestamente comerciales

[5] A estos libros y autores deberían añadirse algunas antologías, en particular Antología de novelas de anticipación VII, IX y XVII de Acervo, publicadas entre 1967 y 1972; también el número 7 de la revista Anticipación (1967) y varios especiales en las revistas Cinestudio #60-61 (agosto-septiembre de 1967) y La Estafeta Literaria #390 (24 de febrero de 1968). Sin olvidar algunos importantes escritores realistas que, en ocasiones, incursionaban en el género, como Tomás Salvador, autor de La nave (1959)

[6]En la introducción de Antología de novelas de anticipación VII (1967), Santos lo presentaba así: «Biólogo de profesión, fanzinista acérrimo de fantasía científica y uno de los escritores de personalidad más fuerte del vecino país, ha logrado en España algo que hasta ahora ninguno de nosotros había podido conseguir; unir a los autores españoles de fantasía científica, poner en contacto los unos con los otros, crear nuevas vocaciones, lograr, en fin, una primera unión entre los autores de nuestro país».

Francisco Lezcano también lo conoció personalmente en 1971 en París con motivo de la celebración de una de sus exposiciones. Se vieron en varias ocasiones y mantuvo una amplia correspondencia postal, que desgraciadamente se perdió tras el primer divorcio del español

[7]El cuento fue traducido al italiano y publicado en el fanzine Astralia #3 (junio de 1975), cuya portada también era obra de Lezcano. Se desconoce la fecha y lugar de publicación original, aunque fue revisado y reeditado en la web Ecoloquia – Cultura ecológica y medio ambiente (19 de agosto de 2009)

[8]Publicado en español en Antología de novelas de anticipación VI de Acervo (1966). Fue incluido en la antología belga Social-Fiction espagnole (1974) compilada por Bernard Goorden con el título de «Faim» y en la italiana Altre Finzioni (1978) como «Fame»

[9]Publicado en español en Antología de novelas de anticipación VII de Acervo (1967); del resto se desconoce el dato

[10]Su adaptación televisiva por parte de Narciso Ibáñez Serrador en la serie Historias para no dormir ganó la Ninfa de Oro y la Paloma de Plata de la UNDA en 1967 al mejor guion en el Festival de Televisión de Montecarlo. El cuento fue incluido en el volumen del autor Un mundo sin luz (1967, Edhasa)

[11]Publicado en español en el fanzine Cuenta Atrás-98-97 (noviembre de 1966) y reeditado en Cuenta Atrás-89 (febrero-marzo de 1968)

[12]Publicado en español en Cuenta Atrás-100 (abril de 1966) y reeditado en Antología de novelas de anticipación VII de Acervo (1967)

[13]Publicado en español en el fanzine Ad Infinitum #4 (abril de 1969), que también tuvo edición en inglés; del resto se desconoce el dato

[14]«La mariposa» fue publicado en español en el fanzine Sol 3 #1 (septiembre de 1968), «Las razas» en el libro de relatos Meteoritos (1965, Edhasa) y «El cambio» en la revista esotérica Horizonte #1 (1971)

[15]Nueva Dimensión #3 (mayo-junio de 1968)

[16]En realidad, la mayoría de poemas fueron tomados de Astral

[17]Según Nueva Dimensión, otro escritor español que colaboró en estas revistas fue el autor de bolsilibros Enrique Sánchez Pascual (1918-1996), más conocido por sus sobrenombres de Alan Comet y Law Space

[18]En él, Ferron aseguraba que fundó el CLA siete años atrás; es decir, 1959, una nota que sirve para datar de forma efectiva al club

[19]El fanzine carece de fecha, si bien la ilustración de portada corresponde a 1965 y entre su contenido aparecen reseñas de publicaciones de 1964. En su interior se indica que el CLA fue fundado en 1959

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