Entrevista a Oscar Bazán

by Alister Mairon
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¿Quién es Oscar Bazán y qué le hizo empezar a escribir?

Es difícil definirse a uno mismo. Supongo que podría decir que soy un escritor que por azar se ha visto involucrado en el mundo académico de la universidad. Recuerdo un pensamiento claro cuando estaba terminando mi licenciatura y me planteaba mi futuro: «cualquier cosa menos profesor». Y aquí me ves, profesor de la universidad de las Indias Occidentales, en Trinidad y Tobago. Pero tengo que decir que enseñar se ha convertido en una de mis actividades favoritas, y muchas de mis experiencias profesionales más satisfactorias vienen del aula. También me apasiona la música, el cine y el arte en general.

Empecé a escribir cuando tenía doce años y, aunque he olvidado el motivo, sí que recuerdo que estaba en una de mis clases en la escuela. Escribí un relato muy corto que tenía que ver con puentes y gigantes. Con el tiempo la escritura de ficción se ha convertido para mí en una especie de lucha contra la deshumanización. Cuando escribo siento que me estoy rebelando contra la rutina, y los sistemas sociales que intentan arrinconarnos y destruir nuestra creatividad.

Óscar Bazán

Óscar Bazán

Tu relato publicado en Windumanoth, Las líneas de la memoria, sucede en un mundo donde es posible crear obras de arte con los recuerdos que ansiamos olvidar. ¿Cómo se te ocurrió la idea? ¿Qué buscabas transmitir?

A la hora de escribir siempre escojo historias que, por algún motivo que yo desconozco, la mayoría de las veces saltan en mi pensamiento y anidan en él hasta que las expulso con la escritura. En este caso ocurrió lo mismo. El relato surgió con la imagen de uno de los personajes clavada en mi pensamiento, y tuve que escribirlo. Mi trabajo como investigador me ha llevado varias veces a estudiar el tema de la memoria y su falsedad. Lo que recordamos nunca responde exactamente a la verdad; toda memoria se deforma con el tiempo. Es algo que viene tratándose desde la filosofía platónica. En este relato quise poner de manifiesto esa característica de la memoria, también su capacidad de definir la visión que tenemos de nosotros mismos, es decir, nuestra identidad.

Si en la mitad de nuestra vida perdiéramos la memoria de nuestro amor, o nuestra familia, o nuestros enemigos, o nuestros sueños o traumas, ¿en qué nos convertiríamos? ¿Seríamos entonces un cuerpo vacío, desustanciado? ¿O nos transformaríamos en seres de absoluta libertad, con una nueva oportunidad de vivir? ¿O estaríamos solos en una realidad que ha perdido su significado? Si eliminamos la subjetividad de la memoria ¿en qué se convierte? Todas esas preguntas cruzaron por mi cabeza mientras escribía este relato. De ahí también surgió la idea de valorar estas memorias exclusivamente por su valor estético; además, las esculturas de memorias no se deforman con el paso del tiempo, lo que facilita su conservación de un modo más veraz.

¿Esta ha sido tu primera incursión en la literatura de género? ¿Es una excepción en tu carrera o veremos más obras de fantasía, ci-fi o terror de la pluma de Óscar Bazán?

No ha sido la primera vez. De hecho, casi todo lo que he escrito tiene algún elemento fantástico, o de terror, o de ciencia ficción. Aunque a veces pretenda escribir algo más realista, lo fantástico a menudo termina colándose como una segunda realidad que choca contra la primera. El género en que me siento más cómodo es el terror, pero casi siempre tratado desde una cierta ambigüedad, si es posible. Me gusta que el lector se platee preguntas, tenga muchas dudas, e intente descubrir qué es lo que está ocurriendo sin que yo (el escritor) se lo tenga que poner en bandeja. Quizás me influye en eso mi faceta de profesor.

¿Qué otras obras de Óscar Bazán podemos encontrar en el mercado? ¿Y en proyecto?

He publicado dos novelas: El tren gris (2008, Jirones de Azul) y El vendedor de mariposas (Izana editores, 2014). En cuanto a la primera novela, hay una reedición disponible en Amazon, editada a través de los propios servicios de Amazon en 2018. La editorial con la que tenía firmado un contrato de edición cerró antes de poder reeditarla; esas cosas que pasan en este mundo tan inestable de las editoriales. El tren gris es una novela realista en el que influyó mucho mi viaje a Estados Unidos para hacer mi doctorado. En cuanto a El vendedor de mariposas, fue seleccionada entre los finalistas de la 68ª edición del premio Nadal, y es una obra de misterio que mezcla elementos de terror y fantasía.

Además, he publicado varios relatos en revistas como Narrativas o En sentido figurado, en donde se publica un cuentecillo mío en el último número.

En proyecto tengo una novela de terror acabada, El rayo silencioso, que está basada en el folclore de Trinidad y Tobago, y con la que estoy a la búsqueda de editorial para su publicación. También estoy escribiendo otra novela de misterio de la que todavía no debo revelar mucho.

A parte de escribir también trabajas como profesor de literatura en Universidad de las Indias Occidentales, Trinidad y Tobago. ¿Cómo influye esta faceta de tu vida en la escritura?

Influye, y mucho. Además de algunas influencias directas, como la novela que he terminado recientemente, basada en el folclore trinitense, mi trabajo como profesor en una cultura que se diferencia tanto de la española me ha servido para ver la realidad de forma novedosa. La cultura influye tanto en los sentidos, como en la imaginación y el sentimiento de pertenencia a una corriente histórica, por eso la experiencia de vivir varias culturas es siempre enriquecedora. Además, hay algo mágico en descubrir la fascinación de algunos estudiantes cuando se enfrentan por primera vez a autores como Luis Cernuda o Julio Cortázar en mis clases. Cuando ocurre, me parece que se renueva mi amor por la literatura.

¿Un libro de género que recomiende Óscar Bazán?

Encima de mi mesa de trabajo tengo la colección completa de relatos de J. G. Ballard, y siempre recomiendo cualquiera de sus libros. Ballard me parece uno de los escritores más interesantes del siglo XX, Ajuar funerario, de Fernando Iwasaki, también es una estupenda forma de pasar una tarde; se trata de una colección de cuentecillos de terror y humor deliciosos que utilizo a menudo en mis clases de literatura. También me gusta mucho José Carlos Somoza, que tiene obras monumentales como Clara y la penumbra. En estos días estoy leyendo Panteón, de Carlos Sisí, entre otras cosas.


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