Reseña: El ministerio del futuro

by Borja Bilbao
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Ministerio del futuroTítulo de la obra: El ministerio del futuro
Autor: Kim Stanley Robinson
Editorial: Minotauro
Traducción: Simon Saito
Año de edición: 2021
Extensión: 576 páginas
Encuadernación: Rústica con solapas
PVP: 21,95€ (papel) / 9,99€ (digital)


La publicación por parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un organismo de científicos convocado por la Organización de las Naciones Unidas, del informe correspondiente a este 2021 ha sido demoledor. Las consecuencias de la frenética emisión de CO2 en las últimas décadas son irreversibles y el aumento de temperatura, inevitable. En las manos de la humanidad está decidir hasta donde asumimos el cambio y cuánto sacrificio estamos dispuestos a hacer en aras de un presente cortoplacista que, sin embargo, se verá afectado a medio y largo plazo de manera mas o menos significativa en función de tus recursos. O quizá ni gracias a eso.

No es la primera vez que Kim Stanley Robinson entra en detalle de las consecuencias de diversos fenómenos climáticos extremos. Sin ir mas lejos hace unos pocos años pudimos leer Nueva York 2140, una novela cuya fecha es posible que se haya quedado anticuada dadas las ultimas predicciones. En sus páginas conocíamos el día a día de unos ciudadanos cuyas vidas ya no se entienden sin las calles convertidas en canales y los rascacielos usados como islas en medio de las mareas cada vez más intensas. Sin embargo, como comentábamos con el propio autor en la entrevista que tuvimos con él en nuestra revista, el cambio climático ha estado directa o indirectamente presente en su obra desde sus inicios.

MINISTERIO DEL FUTURO: A MEDIO CAMINO ENTRE LA NOVELA Y EL ENSAYO

Es importante mencionar que El ministerio del futuro no es una novela propiamente dicha. Sus casi seiscientas paginas alternan capítulos donde diversos personajes nos cuentan cómo sus vidas han ido cambiando estas próximas dos décadas a raíz de los fenómenos adversos con otros puramente ensayísticos, donde Robinson aporta sus ideas técnicas a problemas tan relevantes como puede ser la desaparición de los glaciares o las olas de calor de gran intensidad. Y, sobre todo ello, una capa novelística que arranca en 2025, cuando se crea el ministerio del futuro que da título al libro. Su objetivo: buscar una solución al desbocado incremento de emisiones de CO2 e incentivar una sociedad y economía mejor para la sostenibilidad de toda la humanidad.

Mary Murphy es la protagonista y se encarga de que este ministerio sea tenido en cuenta y sus soluciones sean implementadas. No lo tendrá fácil. Como vemos en la actualidad, es mucho más rentable emitir dióxido de carbono a la atmosfera que no hacerlo. Por tanto, en un entorno cortoplacista como el que nos encontramos ¿para qué iba ninguna empresa a detener o, cuanto menos, reducir sus emisiones?

BLOCKCHAIN Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Aplicando las actuales tecnologías del blockchain (cadenas de bloques en su traducción al castellano en el libro), el ministerio propone la creación de una especie de criptomoneda, el carbóncoin, cuya unidad de valor correspondería a cierta cantidad de CO2 no emitida o capturada y almacenada de la propia atmosfera. El valor de esta moneda se incrementaría conforme pasa el tiempo generando el interés de empresas e inversores.

El nacimiento de este ministerio del futuro viene dado por una ola de calor de gran intensidad en la India que causa decenas de miles de muertos en apenas unos días y cuyas replicas se extiende por numerosas zonas del planeta. Una situación que termina por activar las alarmas de cierta parte de la sociedad que, como en nuestra realidad, era reacia a creer en estos eventos.

Partiendo de este hecho, El ministerio del futuro nos lleva de la mano a través de las próximas décadas de una manera completamente plausible para explicarnos una serie de medidas, que no son pocas, a implementar poco a poco y que afectarían a todos los estratos de la sociedad. Las medidas socialistas que Robinson propone aquí van desde las tecnológicas, aplicando tecnología nueva y existente a problemas ecológicos como el hielo Antártico, a las económicas, en forma de un cambio de forma de vida y limitando los beneficios de la gente rica a nivel mundial, creando un nuevo status quo social donde las prioridades vitales de cada uno cambian. Vemos, por ejemplo, como la propia directora del ministerio se embarca en un ferry rumbo a Estados Unidos ya que los aviones no están permitidos. Es el momento de una deceleración económica global.

MEDIDAS POSIBLES ANTE RETOS (CASI) IMPOSIBLES

Si estás interesado en el cambio climático y buscas una visión realista al problema que tenemos delante, esta es una novela imprescindible. Nada es milagroso y las medidas que se empiezan a implementar a finales de esta misma década tardarían varios lustros en siquiera mostrar una consecuencia. Los testimonios que Robinson incluye en la novela son magníficos ejemplos de hasta qué punto podría la sociedad ir cambiando poco a poco. Y, lo mas difícil, cómo las grandes corporaciones, en su afán por conseguir una rentabilidad, verían la reducción de emisiones como un atractivo lugar donde invertir su dinero.

Kim Stanley Robinson. Foto: Gage Skidmore

Por otro lado, la novela adolece de ciertos inconvenientes muy llamativos. La omisión casi por completo de África y Latinoamérica durante toda la novela resulta indignante en una historia con una visión tan amplia y un problema tan global. ¿De verdad estos territorios no tienen hueco más que para mostrar unos esclavos a los que se les da la oportunidad de tomar las riendas de la empresa para la que trabajan?

Comentaba anteriormente que la trama novelística nos lleva a seguir a Mary Murphy en la implantación de medidas de gran calado y en hacer ver la gravedad de los eventos que tienen lugar. Para ello veremos cómo discurren sus reuniones con los bancos centrales y las reservas federales de los principales territorios económicos del mundo, además de la relación con sus colegas y los trapos sucios que surjan de ahí. Aunque evidentemente reacios al inicio, me resulta bastante difícil visualizar la facilidad a la hora de convencer a estas entidades, llegando al extremo de tener que reajustar los valores de la criptomoneda dado su ánimo de lucro. Robinson centra su relato en la visión optimista o, al menos, en aquella que es reversible y puede cambiar gracias a los hechos y datos.

¿TIENE EL MINISTERIO DEL FUTURO UNA VISIÓN EXCESIVAMENTE OPTIMISTA?

La visión idílica de algunos cambios y actitudes de los poderosos entes que nos gobiernan encaja con la versión idílica que Robinson nos muestra continuamente de la Suiza donde la protagonista reside. No solo en cuanto a sus sistemas social y económico, sino durante los paseos por sus montañas con los que nos deleita durante varios capítulos. Por suerte no son especialmente largos, pero nos traen de vuelta un Robinson al que mucha gente repele en esos momentos. Incluyendo un final que recuerda ligeramente al espíritu que desprendía las ultimas paginas de Aurora. En cualquier caso, esta es una novela bastante más accesible en cuanto a la parte técnica y quien se haya aburrido en otras de sus novelas quizá pueda encontrar aquí al Robinson que estaba buscando.

Ministerio del futuro

Kim Stanley Robinson. Foto: Nisbet Wylie.

El ministerio del futuro es un libro necesario social y económicamente desde un punto de vista ecológico. El formato novela puede servir para que quien tenga miedo de ciertos ensayos llenos de tecnicismos se acerque a descubrir un posible cauce a los problemas que se nos vienen encima. No son soluciones milagrosas ni rápidas. Son soluciones en algún caso drásticas con el objetivo de evitar que la situación actual se pueda mantener y no vaya a peor. Sin embargo, la implantación de estas medidas no dará resultados a corto plazo, pero podrían darlo a medio y largo.

El ministerio del futuro muestra la crudeza de nuestro futuro inmediato. Al mismo tiempo que propone una serie de soluciones cuya idílica implantación desgraciadamente choca con la férrea obstrucción de una realidad avariciosa y cortoplacista. Tanto como el hecho de que en estos momentos seguramente ni recuerdes la publicación del articulo que mencionaba al inicio y que tantos titulares ocupó durante apenas unas horas.

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