Título: El rastre del Llamp
Autor: Rebecca Roanhorse
Editorial: Mai Més Llibres
Año de edición: 2019
Extensión: 288 páginas
Encuadernación: Rústica con solapas
PVP: 19,95 € (papel)
Rebecca Roanhorse visitó Barcelona el pasado noviembre. Ya hablamos de ella en esta crónica de la visita que hizo Laura S. Maquilón y hoy queremos revisar su obra. El Rastre del Llamp fue una de las novelas con las que se estrenó la nueva editorial catalana de ciencia ficción, fantasía y terror, Mai Més Llibres.
En el mundo que desgrana Roanhorse, las inundaciones debido al cambio climático han modificado a la sociedad. Estas inundaciones han traído con ellas otra consecuencia más: monstruos y seres mitológicos, que campan a sus anchas por el mundo mortal. O lo harían si no fuera por Maggie, cazadora de monstruos. Pero con la desaparición de una niña, Maggie descubre que algo se está preparando en la reserva navajo en la que vive. Y tendrá que aunar fuerzas con Kai Arviso, un chamán poco convencional.
DONDE LOS HOMBRES Y LOS DIOSES CAMINAN JUNTOS
La ambientación creada por Roanhorse tiene elementos interesantes y es, de hecho, uno de los puntos fuertes de la novela. La fantasía urbana que presenta tiene toques de western y también elementos de mundo fantástico, pero nunca abandonan el realismo y la credibilidad. Aunque la autora no explica el porqué de la aparición de estos elementos mitológicos, su presencia no se hace extraña ni ajena. Al contrario, le da color y riqueza a la novela.
Roanhorse mezcla a la perfección elementos conocidos por el lector, como pueden ser los propios monstruos, los golem o los fantasmas y les añade dosis de mitología navajo que son desconocidos para la mayoría de lectores. De esta manera, la ambientación resulta a la vez misteriosa y cercana.
Esta riqueza en el mundo de Dinétah no proviene solo de las criaturas que lo pueblan, sino que la geografía también juega un papel importante. La autora crea un mapa muy claro y el lector puede cerrar los ojos e imaginar en todo momento por donde lo recorren los personajes. Roanhorse no se queda corta a la hora de describir pueblos, ciudades, valles o montañas de forma que el lector pueda visualizarlos, pues es un mundo cercano. Estos paisajes no solo colocan los personajes, sino que transmiten de por sí la desgracia sucedida entorno al fin del mundo y a lo cerrado de la reserva: la sensación que transmite es de ser una tierra casi inexplorada, infinita.
En algunas entrevistas, Roanhorse ha comentado que la idea de escribir El rastre del llamp vino del hecho de que no hay apenas representación de la cultura nativa americana en libros de género. La fantasía que crea la autora está llena de personajes con los que ha crecido, de lugares que le resultan familiares. Los dioses, los monstruos y los héroes indígenas son el añadido, la guinda del pastel que hacen de la ambientación de la novela, uno de sus grandes atractivos.
DE HÉROES O DE DIOSES
Otro punto fuerte de la novela es la capacidad que tiene para conectar al lector con los personajes. Maggie es un personaje femenino fuerte y esta característica en sí no resulta una novedad, pero sí su psicología alrededor de ello. Parte de ese cliché, pero a medida que se avanza en la lectura del libro, la autora va desgranando capas del personaje para mostrarnos sus debilidades, sus fortalezas, sus miedos y sus dudas. Maggie es un personaje imperfecto, lleno de grises, y esto es lo que hace que sea tan interesante.
Y es desde su punto de vista que vemos a Kai y al resto de personajes. Las relaciones que crea con ellos, o más bien, la falta de estas relaciones, son lo que acaban de construir al personaje. De hecho, esta relación con Kai hace a Maggie aún más interesante, pues es su incorporación en la vida de la cazadora de monstruos lo que mueve parte de la trama. El Kai que conocemos, a través de los ojos de ella, es también un personaje fascinante, lleno de misterio.
El romance entre ambos se hace algo forzado, no porque se vea poco natural, pues los dos personajes se compaginan muy bien, sino porque la autora siente la necesidad de recordar constantemente al lector que Maggie se siente atraída hacia él. Estos pensamientos se hacen repetitivos y cansinos en algunos momentos.
Sin embargo, su relación romántica también aporta toques interesantes a la historia. Con él, Roanhorse nos habla de la soledad, de la confianza, de dar un paso de confianza, hacia adelante.
Todo lo bien hechos que están Maggie y Kai, se desmorona parcialmente con los secundarios. No todos, pues algunos personajes resultan interesantes aunque Roanhorse solo nos muestre pinceladas de ellos. Pero otros son solo una caricatura, una figura plana que cumple su función y desaparece de la obra. Aunque uno de los puntos fuertes de El rastre del llamp es la viveza del mundo que crea Roanhorse, y lo bien poblado que está ese mundo, a la hora de mostrarnos un poco más de estas caras anónimas es donde el libro tropieza.
UNA TRAMA SALPIMENTADA DE HISTORIAS
El Rastre del Llamp es una narración rápida y directa, escrita en primera persona desde el punto de vista de su protagonista. Maggie, la cazadora de monstruos, se ve inmersa en la búsqueda de una temible bruja. Al parecer, la hechicera está dando a unas extrañas criaturas antropófagas que tienen bajo asedio a la población de Dinétah.
Con esta premisa, podría pensarse que la trama de esta novela no tiene nada de especial. Al fin y al cabo, historias de héroes que persiguen brujas las hemos visto muchas veces. Sin embargo, no es conveniente dejarse engañar por las apariencias. Y es que El Rastre del Llamp tiene mucho que ofrecerle al lector ávido de innovación.
Lo que hace singular a esta saga de fantasía son los elementos con los que juega para construir su mundo. Al margen de la ambientación apocalíptica, lo que destaca del universo de Rebecca Roanhorse son sus elementos sobrenaturales.
El surgimiento del Sexto Mundo —actualmente vivimos en el Quinto Mundo— ha cambiado las normas del juego. Los personajes de la mitología navajo, habitantes de los sueños, han penetrado en nuestra realidad. Y ahora tienen más poder que nunca. Esto solo puede significar una cosa: más problemas para los humanos (llamados cinco-dedos).
Las entidades de la mitología navajo poco o nada tienen que ver con los mitos europeos. Para empezar, el concepto de divinidad es bastante ambiguo. El pueblo navajo cree sobre todo en una entidad femenina, la Mujer Cambiante y en el poder del Sol. Así pues, sus héroes son los llamados hijos del sol. Entre ellos, el más famoso es Neizghání, el Matamonstruos.

Rebecca Roanhorse. Foto: Stephen Lang.
Al margen de los héroes, existe toda una amalgama de entes sobrenaturales. En su mayoría, son personificaciones de animales o elementos naturales. No son deidades, sino entidades menores. Pero para un humano pueden resultar tan o más peligrosas que un dios. Especialmente Mai’i, el Coyote de los mitos, un tramposo sin demasiados escrúpulos.
Tanto él como el héroe Neizghání juegan un papel clave en la trama de El Rastre del Llamp. Y es que lejos de ser un adorno, la mitología navajo incide y moldea gran parte de la trama de esta historia.
Las antiguas leyendas vertebran y guían a Maggie a través de las cerca de trescientas palabras que forman esta primera novela. Son los elementos tradicionales, reconocibles para quienes tengan algunas nociones sobre cultura navajo, los que ayudan o entorpecen a la protagonista. Desde los colores de los puntos cardinales, hasta los poderes de las tribus.
Porque no solo los dioses y las entidades sobrenaturales detentan poder. Dentro del pueblo navajo, algunos elegidos de cada clan manifiestan poderes. Esto les dota de ciertas atribuciones, según sea su tribu. Dichos poderes pueden ser simples, como el poseer un oído excepcional, o bastante más vistosos, como el tener control sobre el clima. Además de los poderes de clan, los chamanes navajo también tienen su propio abanico de recursos. La sanación, basada en las técnicas tradicionales, es su principal atribución.
Podría decirse que la magia es parte indisociable de la trama. Y en efecto, es así. Pero que nadie espere gran espectacularidad y rayos de luz. Pues el sistema mágico ideado por Roanhorse es bastante más complejo. En la mayoría de los casos, está regido por la inventiva con que los usuarios de los distintos poderes hacen uso de ellos. Esta característica ayuda a hacer del elemento mágico algo mucho más verosímil y creíble dentro de la lógica del Sexto Mundo.
ALGO MÁS QUE MITOLOGÍA: UNA HISTORIA CON MENSAJE
Además de la magia o de los elementos de la cultura navajo, este universo tiene algo más que contarnos. No hablamos solamente del mensaje de alerta climática que destilan sus páginas. Sino de otras lecciones, algo más sutiles, que se ocultan y refuerzan la trama. En su viaje a Barcelona, la autora habló sobre algunas de ellas.
Para empezar, la violencia estructural sobre las mujeres está muy presente durante toda la obra. E influye en cada interacción que Maggie tiene con el resto de personajes. De hecho, no es hacia la mitad de la novela que la protagonista interactúa con otras mujeres. Hasta ese momento, Maggie solo trata con hombres. Y no todos se comportan de manera amable. Además de la violencia verbal o física, la joven sufre a menudo el desprecio. A su alrededor, muchos prefieren tomar en consideración a Kai, su acompañante masculino, que dirigirle la palabra a ella.
Este mal no solo afecta a la protagonista. Las otras mujeres que aparecen en El Rastre del Llamp son también víctimas de este agravio. Y las que consiguen superarlo, es a costa de mostrarse fuertes, duras y masculinizadas. Solo la precisión con un arma hace respetables a las mujeres y las mantiene a salvo en Dinétah.
Semejante retrato en la ficción es un espejo de la realidad para muchas mujeres. Especialmente entre las navajo, tal y como denunció la autora. Este colectivo es uno de los que sufre la violencia estructural con mayor frecuencia. Para Roanhorse, no mostrar semejante agravio habría supuesto silenciar una injusticia. De modo que nadie debería esperar de esta novela que sea sutil en este aspecto.
Sin embargo, donde sí se nota la sutileza es en la introducción de un tipo de violencia camuflada. De forma discreta, se filtra y moldea la trama ante los ojos del lector sin que este se aperciba. Y esta violencia no tiene ninguna vinculación con la etnia o la clase social. Afecta indistintamente a las mujeres de todo el mundo. Se trata de las relaciones desiguales y abusivas, donde el vínculo entre Neighání y Maggie es el máximo exponente.
Al inicio de la novela, hallamos a una protagonista destrozada. Su compañero sobrenatural la abandonó a su suerte y eso la hace sentir miserable. Maggie se culpa y tortura por la partida de Neizgháni. Y en el fondo ansía su regreso con fuerza. Harán falta muchas páginas para que la protagonista analice su relación con el héroe navajo desde otro ángulo.
En el mundo real difícilmente alguien puede enamorarse de un semidiós. No obstante, sí es posible que una chica acabe involucrada en una relación con un hombre mucho más mayor que ella. Bien llevadas, estas relaciones no tienen por qué implicar nada. Pero cuando la parte madura actúa posesivamente con la joven, se produce la desigualdad. Y con ella, el sufrimiento y el auto-desprecio.
Y es que del mismo modo que Maggie no tiene la misma experiencia que un ser inmortal, tampoco alguien joven posee las mismas herramientas que una persona madura. Por causa de ello, es muy fácil que el abuso se haga presente. Los daños que esto conlleva, son complejos de cicatrizar y dejan a personas completamente destrozadas, como lo está la protagonista de El Rastre del Llamp.
Que la autora haya decidido mostrar estas situaciones en su novela es una idea valiente. O al menos resulta positivo compartir este mensaje con los lectores. Gracias a la historia de Maggie, se da voz a una realidad que existe y que, como en la novela, permanece oculta. Pues solo se pone de manifiesto su gravedad cuando el daño está hecho.
Así pues, El Rastre del Llamp es una novela ambiciosa. Comprometida con la necesidad de cambiar, en lo ecológico y en lo social. Y también una apuesta valiente por salirse de la norma jugando con elementos innovadores, como lo es la mitología navajo. Una recomendable lectura para los amantes de la ficción climática, sobre la que hablamos en nuestro N4, y para los apasionados de la ciencia ficción futurista.
Isa J. González y Alister Mairon