El Chit-Chat Club y su relación con la literatura de lo sobrenatural

by Amparo Montejano
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Uno de los aspectos a destacar dentro del panorama de la ficción especulativa es el deseo irremisible de buscar personas afines, con intereses comunes o con el mismo cariño y amor por el arte que se practica. Esto se observa en el fandom generado en torno al género fantástico, y las múltiples agrupaciones en las que este derivó: el Círculo de Lovecraft, los Futurians de Nueva York o la Mythopoeic Society, entre otras. Es este mismo deseo el que llevó, un 27 de octubre de 1860, a dos estudiantes de derecho del Trinity Hall (Universidad de Cambridge), Robert Francillon y Alsager Hay-Hill, a crear el Chit-Chat Club. Un club de fines de semana donde ellos, y trece amigos más, se reunirían todos los sábados, a partir de las 21 h. (cada sábado en una habitación distinta para evitar ser descubiertos por el personal docente), con la intención de leer y discutir acerca de temas filosóficos, históricos y literarios. En la primera acta fundacional del Chit-Chat Club se exponía lo siguiente:

«[…] estará formado por miembros de la Universidad, y tendrá por objeto el fomento de la conversación racional»[1].

Esta sociedad se limitaba a quince miembros, pero podía disponer de un número ilimitado de miembros honorarios; es decir, todos aquellos que ya hubiesen obtenido un título académico.

Chit Chat Club

Como exponíamos anteriormente, la finalidad de esta agrupación era el abordaje y la discusión de temas racionales. Sin embargo, esta regla no se cumplió de forma estricta durante los años de vida de los que gozó esta sociedad (la friolera de treinta y siete), pues la literatura de lo sobrenatural no tardó en irrumpir en sus reuniones. La noche del sábado 28 de octubre de 1893, en la que se celebró la reunión número 601, el por aquel entonces secretario del Chit-Chat Club, A. B. Ramsay, no tenía preparada el acta expositiva de la reunión, por lo que no había fijado un emplazamiento concreto; la falta (bendita) de organización de Ramsay llevó a diez de sus miembros, junto con un miembro invitado (foráneo al club), a reunirse en los aposentos del decano junior del King’s College: M. R. James (1862-1936). Allí fue donde el Sr. James, en ese momento el anfitrión, leyó en voz alta dos de sus historias de fantasmas: «El álbum del canónigo Alberico» y «Corazones perdidos». Estas historias serían publicadas en 1895 y, más tarde, compiladas en el volumen Ghost Stories of an Antiquary (1904). Este sería el primer registro fechado que se tiene de M. R. James leyendo sus historias de espectros en voz alta. Más tarde, la insólita práctica de James se convertiría en costumbre y, por Navidad, el Sr. James obsequiaba a sus compañeros del King´s Collegue con una oratoria «oscura y profana». Así fue como M. R. James se convirtió en uno de los impulsores de la ficción sonora espectral.  En palabras del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft:

«En el polo opuesto de la genialidad de Lord Dunsany, y dotado de un poder casi diabólico para llamar al horror con suaves pasos desde el medio de la prosaica vida diaria, se encuentra el erudito Montague Rhodes James, preboste del Eton College, anticuario de renombre y reconocida autoridad en manuscritos medievales e historia de las catedrales. El Dr. James […] se ha convertido poco a poco en un novelista literario de primera categoría, y ha desarrollado un estilo y un método característicos que probablemente sirvan de modelo para una línea duradera de discípulos»[2].

Pero no solo fue el Sr. James el único miembro del Chit-Chat Club en cultivar el género fantástico. A dicha sociedad también contribuyeron los hermanos Benson: Edward Frederic Benson, Robert Hugh Benson y Arthur Christopher Benson.

Los hermanos Benson adquirieron su interés por lo extraño y preternatural de parte de su padre, Edward White Benson (1829-1896), miembro del clero de la Iglesia de Inglaterra y fundador de la Ghost Society, institución centrada en el desarrollo de investigaciones sobre aspectos paranormales.

Sin lugar a duda fue E. F. Benson el más afamado de los tres hermanos, siendo un autor prolífico y recordado por sus historias de fantasmas (de las que llegó a escribir un total de cincuenta y cuatro). H. P. Lovecraft, en su ensayo El horror sobrenatural en la literatura, presta especial atención a la estructura y mecánica de sus narraciones, exponiendo lo siguiente:

 «[…] según él, debe tener un escenario familiar en la época moderna, para acercarse a la esfera de experiencia del lector. Sus fenómenos espectrales, además, deben ser malévolos y no benéficos, ya que el miedo es la emoción que hay que provocar principalmente. Y, por último, debe evitarse cuidadosamente la jerga técnica del «ocultismo» o de la pseudociencia, para que el encanto de la verosimilitud casual no se vea sofocado por una pedantería poco convincente»[2].

En el caso de Robert Hugh Benson, pese a que se dedicó principalmente a la teología, su afición por lo mistérico y espectral creció durante su etapa universitaria. Tomando como referencia la cita de Sergio Gómez Moyano:

«De su periodo de estudios en Cambridge se cuenta una anécdota bastante significativa para entender el carácter de Hugh y su interés por lo sobrenatural.  Un hombre se suicidó de un disparo en uno de los alojamientos de Trinity College. Al ver que nadie se hospedaba en él, Hugh lo pidió para sí. Durmió varias semanas en una habitación con una mancha de sangre en el suelo. Seguramente esperaba que después de una muerte dramática, el alma del difunto todavía estuviera en la habitación y pudiera establecer algún tipo de comunicación con él desde el más allá. Esta pasión por lo oculto y la búsqueda de la presencia de lo sobrenatural, le acompañó toda su vida»[3].

Y, claro está, esta afición suya por lo macabro y lo sobrenatural se plasmaría en obras como The Traveller (1903) o Father Meuron’s Tale (1907).

Al tiempo, el ensayista y poeta inglés A. C. Benson fue, probablemente, de los tres hermanos Benson, el más cercano a la concepción de literatura espectral que tenía M. R. James. El concepto de malignidad que aflora, como una impronta, en entornos marcados por una historia tétrica y macabra puede observarse en varios de los relatos incluidos en el volumen The Hill of Trouble and Other Stories (1903) o en la novela Basel Netherby (1926).

No solo destacarían los hermanos Benson como «miembros ilustres» del Chit-Chat Club en cuanto a escritura de ficción sobrenatural se refiere; véase, por ejemplo, Maurice Baring, quien asistió al Eton College y al Trinity College en 1893, y quien, posteriormente, se convertiría en un experto en literatura rusa. Baring se enfrascaría en la producción de literatura preternatural con una clara predilección por la precognición, la disociación mental y la proyección astral. En su relato «Venus» (1909), el lector asiste a un viaje astral al planeta epónimo del sistema solar. Igualmente hay que mencionar al crítico dramático Desmond MacCarthy (1877-1952), integrante, desde 1896, de la sociedad intelectual secreta los Apóstoles de Cambridge. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, MacCarthy se alistó en la Cruz Roja, en una sección vinculada al ejército francés, llegando a servir en la inteligencia naval británica. En 1926, Lady Cynthia Asquith, una de las primeras mujeres editoras de una antología de ficción extraña, configuró The Ghost Book: Sixteen New Stories of the Uncanny para la editorial Hutchinson, abordando de pleno el componente del cuento de fantasmas. Una historia de MacCarthy, «Pargiton and Harby», se incluye en el volumen (en el relato de MacCarthy se aprecia el sufrimiento psicológico que padece el protagonista al experimentar un cómputo de extrañas visiones que lo llevan a creerse loco).

Para finalizar, destacaremos también a Gerald Warre Cornish (1875-1916), miembro esporádico del club, quien, además de sus traducciones del griego y de su tratado sobre las Epístolas de San Pablo, configuró varios relatos macabros que serían publicados póstumamente (1918); por ejemplo, Beneath the Surface and Other Stories, historia de miedo elogiada por el propio G. K. Chesterton.

El Chit-Chat Club mantuvo sus reuniones hasta el año 1897, momento en que se perdería la tradición iniciada treinta y siete años atrás. Pese a que sus miembros procedían de una clase social acomodada (hijos de clérigos, abogados o banqueros) de mentalidad un tanto homogénea, su imaginación fue rica, disonante y diversa, articulándose por entre la extensa y gélida pátina que aglutina lo ominoso con lo espectral.

[1] Véase en Swan River Press. Ghosts of the Chit-Chat [Internet]. 2020.

[2] Véase en Lovecraft HP. Supernatural Horror in Literature. The H.P. Lovecraft Archive.

[3] Véase en Gómez Moyano S. Historias sobrenaturales de Robert Hugh Benson. Ecclesia. 2018; 32(2), 249-259.

Arte de imagen destacada por John Coulthart.


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