Netflix presentó The Witcher: la pesadilla del lobo como un aperitivo para el estreno de la segunda temporada más que como una obra autónoma e independiente, y el resultado ha sido mucho mayor. Esta película de animación, escrita por Beau DeMayo y dirigida por Kwang II Han, nos presenta a un nuevo personaje para el universo del The Witcher de Netflix y uno ya conocido para los de Sapkowski y CD Projekt: Vesemir, el maestro brujo que hará las veces de padre de Geralt de Rivia. ¿Por qué, a pesar de olvidarse del icono emblemático por excelencia de toda la saga, The Witcher: la pesadilla del lobo es mucho más que un complemento? Porque aún con todo bebe de la obra original y los videojuegos lo que no se atrevió a beber el The Witcher de Lauren Schmidt (analizada en nuestro N9).
THE WITCHER: LA PESADILLA DEL LOBO: CONOCE AL PALO DE LA ASTILLA
La historia de Vesemir no es perfecta, pero sí transmite el espíritu de las páginas de Geralt de Rivia y de los paisajes, las criaturas y las pequeñas historias de las misiones secundarias de la obra de CD Projekt. De forma sencilla y, solo en ocasiones, un poco acelerada, esta película nos cuenta en forma de relato una de las aventuras de Vesemir y nos da algunas pinceladas sobre su niñez que ayudan a fortalecer la trama, siempre respetando los temas de la obra de Sapkowski. El desprecio al diferente, la mella del paso del tiempo, el sentido del humor agrio y contenido, la atmósfera tétrica y oscura que evoca a las leyendas del folclore europeo, los dilemas morales, el mal menor y las escalas de grises. La ausencia de Geralt conlleva la ausencia de su cinismo muchas veces divertido, pero, pese a todo, la película logra encontrar el tono adecuado entre lo desenfadado y lo dramático, a diferencia de la serie a la que hace de preámbulo, incapaz de tomarse en serio a sí misma.
Puede resultar contradictorio, sin embargo, el estilo de animación escogido para La pesadilla del lobo, que ofrece unas escenas de acción magistrales y una paleta de colores idónea para representar el folclore que inspiró la saga literaria, pero que, igual que la estética de la serie, no refleja la crudeza y seriedad del espíritu de la obra original ni de lo que está contando, como sí hace, por ejemplo, la adaptación de Berserk a la gran pantalla, más realista y detallada.
Esta cierta disonancia entre estilo de animación y tono fiel al mundo de Sapkowski y CD Projekt (y lo que la propia película cuenta) se acentúa con la banda sonora, inspiradora, evocadora y fascinante en los videojuegos y en la serie de Henry Cavill, y pobre e inexistente en La pesadilla del lobo, que habría mejorado mucho con una ambientación musical acorde al mundo que representa y un final no tan acelerado.
MAS CERCA DE LOS LIBROS QUE DE LA SERIE
Sin embargo, la historia de Vesemir recuerda a las novelas de Sapwkoski y las pequeñas historias que conformaban y llenaban de vida y color el mundo de The Witcher III, como veíamos al principio. Una película correcta en lo narrativo y en lo técnico, que no sobresale en nada y tampoco suspende en nada. La pesadilla del lobo se queda en eso, en un relato de El último deseo o La espada del destino, en una gran misión secundaria de The Witcher, en una pieza disfrutable para los seguidores del brujo y quizá no tan disfrutable para los recién llegados pero que, sin duda alguna, se mide de tú a tú con la serie de 2019. E incluso la supera. Consigue, sin Geralt de Rivia, recordarnos a Geralt de Rivia. Y eso es todo un acierto.
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