Título de la obra: El Caminant de la Tinyosa
Autor: Lluís Rueda
Editorial: Cetus Editorial
Año de edición: 2024
Extensión: 180 páginas
Encuadernación: Rústica con solapas
PVP: 18,00€ (papel)
Siglo XIII. Las Tierras del Ebro son un complejo rompecabezas de confesiones religiosas e intereses nobiliarios. Sin embargo, existen amenazas mayores para la estabilidad de los nuevos asentamientos. Males terribles que aguardan en las sombras y obedecen a oscuros designios. Y cuando los muertos empiezan a aparecer por las calles, la figura de este atroz enemigo comienza a tomar forma entre la niebla. Bienvenidos a El Caminant de la Tinyosa, un medieval horror tejido por Lluís Rueda y editado por Cetus Editorial.
UN ESCENARIO DEL CRIMEN EN PLENA EDAD MEDIA
El caballero Radulf Biterris viaja con el maestro Saat al-Barmuní hacia la encomienda de Ascó a petición de la señora de la Fatarella, Sança. El objetivo de su visita es desentrañar quién está detrás de los recientes asesinatos que han tenido lugar en el seno de la comunidad sarracena. Se sospecha que tras los crímenes se oculta algún pérfido sacamantecas, sin embargo, la investigación no tarda en sacar a la luz otra suerte de conflictos. Unos de naturaleza bastante más terrenal, aunque igual de peligrosos para el devenir de Ascó.
Con esta premisa arranca la última obra de Lluís Rueda, con la que se estrena en lengua catalana. Y debe señalarse que El Caminant de la Tinyosa no concede tregua al lector. Desde el primer párrafo, su autor nos empuja hacia una tierra de reconquista dominada por las órdenes militares y asolada por distintos poderes señoriales. El más mínimo cambio puede poner en riesgo la estabilidad de la encomienda y podemos sentir la tensión en el ambiente.
En seguida nos vemos arrastrados por Saat y Radulf en su investigación, cómplices desde la retaguardia de sus pesquisas. Y también compañeros en su apremio. Hay demasiados intereses en juego y cada minuto que alimente la incertidumbre amenaza con desatar el conflicto. El único modo de frenarlo es que los métodos, claramente científicos, del maestro al-Barmuní arrojen luz sobre los crímenes de Ascó. Incluso cuando estas revelaciones pongan en tela de juicio la racionalidad de la que hace gala el sarraceno.
En cierto modo, esta dinámica puede recordarle al lector a títulos como El nombre de la rosa, de Umberto Eco. No en vano, gran parte de la trama se centra en el periplo por separado de Radulf y Saat para hallar respuesta a lo que está teniendo lugar en Ascó. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en la obra italiana, en El Caminant de la Tinyosa el elemento sobrenatural no tarda en superponerse a la trama detectivesca. Aunque, como decíamos, la amenaza terrenal puede resultar incluso más amenazante que cualquier criatura ignota.

Lluís Rueda
EL MAL NO SIEMPRE VIENE DEL AVERNO EN EL CAMINANT DE LA TINYOSA
Poco después de su llegada a la encomienda de Ascó, Radulf y el maestro Saat conocen a un extraño personaje. Se trata de Ramiro Pitarque, un almogávar a cargo de la defensa de la Torre d’Alboçalaç, asentamiento próximo a Ascó y bajo en control de estos mercenarios. Pitarque y los suyos no tardan en despertar el recelo de ambos forasteros. No en vano, el almogávar no parece tener en mucha estima por la comunidad sarracena integrada en Ascó.
Pronto se descubren sus intenciones. Valiéndose de su posición en la Torre d’Alboçalaç, Pitarque y sus almogávares planean atacar a Ascó, bajo dominio de la Orden del Temple, y purgarla. En la visión del mundo de Ramiro, no hay lugar para el rico mosaico de culturas que ha prosperado en las Tierras del Ebro. Todo palmo de tierra reconquistado debe ser únicamente cristiano, libre de judíos y sarracenos. Y, para llevar a cabo esta empresa, no dudará en aliarse con fuerzas ultraterrenas de pérfida naturaleza.
De este modo, Ascó se ve asediada por dos peligros inminentes. Por un lado, las ansias de poder de Ramiro Pitarque y los almogávares a su cargo, prestos a caer sobre la ciudad. Y, por otro lado, la presencia de un ser venido de Oriente que mata sin tregua a los incautos que con él se cruzan. Una criatura conocida como Nasnas o Caminant de la Tinyosa, que habita la niebla y se arrastra por el mundo acompañada por su séquito de ratas, maleza y podredumbre. Una imagen que Marta Maldonado ha plasmado en la ilustración de cubierta de la obra.
La inminente llegada de ambos enemigos a las puertas obligará a Ascó a solicitar la ayuda de varias ciudades de la zona, como Tortosa. Pero también a evitar que su debilidad sea conocida por otras, como la cercana Móra d’Ebre. Y es que, como decíamos, aunque los males surgidos del Infierno deberían despertar alianzas, cuando las viejas rencillas e intereses entran en juego, cualquier amenaza sobrenatural palidece en comparación con la perfidia de los humanos.
EL SABER CONTRA LA IGNORANCIA
No es la primera vez que Lluís Rueda subvierte la lucha maniquea del Bien contra el Mal en sus obras. Ya trató este tema en Lucificción, donde los moradores del Infierno demostraban una mayor sensibilidad humana, fruto del conocimiento, que los acérrimos defensores de la Fe. En esta ocasión la fórmula vuelve a tener un peso importante dentro de la narrativa, pero para combatir unas dinámicas de oposición que poco o nada tuvieron que ver con la realidad histórica.
La ficción nos ha acostumbrado a ver en zonas de frontera numerosos conflictos entre credos. Musulmanes contra cristianos, cristianos contra judíos… Posturas irreconciliables obligadas a la confrontación. Sin embargo, no fue así como se vivió en territorios mestizos como las Tierras del Ebro. Y he aquí uno de los grandes aciertos de Lluís Rueda al dar forma su novela. En El Caminant de la Tinyosa no hay lugar para las pugnas entre confesiones. Desde el dúo protagonista formado por un caballero cristiano y un sabio sarraceno, a las relaciones entre las comunidades que residen en Ascó, la cooperación y el respeto es la norma.
Por supuesto que existen recelos, presentes en algunos personajes como el comendador de la ciudad. No en vano, del mismo modo que nosotros no hemos erradicado el racismo, los pobladores medievales no lograron eliminar completamente sus desconfianzas de repente. Pero este poso cultural no impide el trabajo colectivo para defender Ascó, ni que personajes instruidos como Sança de la Fatarella admiren y aprecien a Saat y sus conocimientos. La otra postura, la del odio y el miedo, nacida de la ignorancia, es la que encarnan Pitarque y los suyos, que solo sirven para romper la paz y atraer a los monstruos.
La presencia del Nasnas, una bestia desconocida y temible, es causada por las pérfidas intenciones de Pitarque. Pero este ser poco frecuente en la ficción no entraña nada de bueno. En nada se asemeja al cultivado bràul al que Lluís rescató del olvido en El Gabinete de los Cien Cajones. En esta novela, el monstruo no tiene ápice de humanidad, sino que actúa como representación física de hacia dónde conduce el miedo a la otredad y el mal.
Como en una moneda, Sança es el reverso de esas tinieblas voraces. Ella es una mujer abierta de mente, adelantada a su tiempo y pragmática a la fuerza. Una persona resolutiva que, al igual que otras heroínas de Lluís Rueda como Muriel o Xaverina, cultiva su mente al tiempo que es capaz de blandir la espada. Su abrazo al conocimiento es lo que la convierte en un faro ante la oscuridad que impregna toda la novela. Es, salvando las distancias y a su modo, una digna hija de Éowyn.
EL CAMINANT DE LA TINYOSA: MEDIEVAL HORROR Y NOVELA DE CABALLERÍAS
El Caminant de la Tinyosa es pues un relato gótico, una obra de fantasía oscura y terror que se enmarca en los parámetros del medieval horror. Esto es: historias que tienen lugar en la Edad Media y que enfrentan a caballeros (reales o ficticios) con males que hacen estremecer. Este subgénero, que goza de gran popularidad en otros lugares de Europa, es un desconocido en España e incluso inédito hasta ahora en lengua catalana.
Pero, además de ser una pionera, esta novela de Lluís Rueda es también un retorno a las raíces. No en vano, como bien se menciona en la sinopsis, la obra se concibió como un homenaje al legado de Perucho. Y, más concretamente, a su Llibre de cavalleries, una historia que bebe de la tradición medieval al tiempo que juega con un narrador venido del presente. Trazas de esta influencia se pueden encontrar en El Caminant de la Tinyosa, cuyo narrador, además de explorar la naturaleza de Radulf, Saat y la señora Sança, parece saber muy bien cuál será el devenir futuro.
De hecho, el final del libro, dividido en cuatro partes y un epílogo, cuenta con un apéndice que amplía algunos de los apuntes hechos por la voz narrativa. Gracias a ello, el lector inquieto puede profundizar en el contexto histórico de la obra sin que la narración se vea lastrada por ellos. Cosa que propicia un doble disfrute tanto para quienes adoran la riqueza histórica, que es marca de la obra de Lluís Rueda, como para aquellas personas que buscan dejarse llevar en un viaje que combina acción, terror y pasajes de gran belleza estética. En algunos momentos, la forma en que el autor dibuja los escenarios nos hace pensar en las novelas de Irene Solà, caracterizadas por su lirismo narrativo.
Así pues, El Caminant de la Tinyosa es un hermoso y aterrador viaje al pasado en el que Lluís Rueda nos guía párrafo a párrafo. Un relato que ensalza el valor del abrazo a la otredad y que denuncia los peligros de dejarnos arrollar por el miedo al diferente. Quienes gusten de la fantasía oscura en entornos históricos bien documentados, disfrutarán de adentrarse en sus páginas. Y sin duda concluirán la lectura llevándose algo del conocimiento que su autor ha tejido con mimo entre pasajes de acción e investigaciones dignas del mejor noir.
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