Título de la obra: El gabinete de los cien cajones
Autor: Lluís Rueda
Editorial: Orciny Press
Año de edición: 2024
Extensión: 216 páginas
Encuadernación: Rústica con sobrecubierta
PVP: 18,00 € (papel)
Los caminos de lo inexplicable son retorcidos e imprevisibles. Y, a menudo, lo que se presenta como una simple búsqueda, nos acaba conduciendo a transitar por sombrías veredas que jamás hubiéramos imaginado. La narración de uno de estos viajes al reino de lo oculto es el hilo central de El gabinete de los cien cajones, la última novela de Lluís Rueda que edita Orciny Press.
La noble Xaverina von Attems viaja hacia Eslovenia. La razón de su periplo es encontrar al conde de Strassoldo, un pariente desaparecido en extrañas circunstancias. Sin embargo, la búsqueda de su familiar la acaba conduciendo hacia otro tipo de investigación cuando se cruza con Osvald Jesper. El elegante y misterioso caballero de la maleta le abrirá la puerta a un mundo en el que encontrar respuesta. A la desaparición de su pariente, sí, pero también a muchos secretos de su pasado.
Aunque hallar dichas verdades implicará que Xaverina tenga que adentrarse en la morada de una criatura tan antigua como implacable. El Nereôs cavalîr, también conocido como Bràul o «aquel que brinca por los pasillos». Un ser que ha vivido incontables siglos y que atesora más secretos que certezas. De la mano de Xaverina, Lluís Rueda nos invita a descender nuevamente hacia una no-realidad onírica y abrazar la verdad que en este limbo se oculta.
EL GABINETE DE LOS CIEN CAJONES ES UN HOMENAJE A LA NOVELA GÓTICA
La novela es la narración del viaje de la joven Xaverina. Pero es también las reflexiones de una anciana von Attems sobre los sucesos que vivió décadas atrás. Todo lo acaecido nos llega por boca de la propia protagonista. Aunque tal vez sería más acertado decir que la historia se cuenta escrita de su puño y letra. Y es que el formato elegido por Lluís Rueda no es otro que el de la epístola.
Esta forma de contar la historia sin duda remite a los lectores a las novelas góticas, como El fantasma de la ópera de Gaston Leroux o la célebre Drácula de Bram Stoker. Ambas obras destacan por el uso de epístolas como recurso narrativo, pero también por la narración de extensos pasajes que invitan a la introspección y que nos permiten conocer en detalle la psique de sus personajes. Algo que Rueda ha logrado incorporar a su narración.
Xaverina escribe su historia en una larga misiva que abarca el total de la novela. Esto le permite compartir con el lector, convertido aquí en destinatario de la carta, las reflexiones y sentimientos que cruzan a la protagonista a lo largo de su viaje. La complicidad íntima que se establece nos permite empatizar con Xaverina desde el primer momento, pero también hace posible que entendamos a través de sus ojos a una criatura tan esquiva como en Bràul.
RECUPERANDO UN MITO DEL OLVIDO
Otra de las señas de identidad de El gabinete de los cien cajones es esta criatura, el Nereôs cavalîr. Se trata de una figura demoníaca propia del folclore cárnico. Un ser al que se le atribuyen numerosas potestades e intereses y que, hasta el momento, no había aparecido en obras literarias. El autor, tras una minuciosa investigación, toma esta figura y la reviste de la pátina de misterio y terror que la hace digna de medirse con personajes como Lestat de Lioncout.
Según podemos saber gracias a Xaverina, el Bràul ha vivido desterrado de la realidad por siglos, aislado en su propio mundo. La llegada de la joven von Attems a sus dominios permite a esta ancestral criatura, predadora de humanos, tomar un rol más sereno para desgranar su historia. Un largo periplo vital que Xaverina recoge en su carta y que articula gran parte de la novela.
La pluma de la aristócrata se convierte en el instrumento que da voz al monstruo. Sin juicios, sin temores. Xaverina comparte palabra por palabra el relato del atormentado Nereôs cavalîr y nos permite emocionarnos a la par que ella lo hace con las trágicas vivencias del Bràul. Porque una vez es desprovisto de su imagen de bestia sanguinaria, la criatura resulta, a ojos del lector y de la narración, dolorosamente humana. Tanto, que es capaz de albergar sentimientos tan profundos y trascendentales que resulta imposible no compartir, mientras dura la lectura, su dolor.
TANGIBLES PERSONAJES DOTADOS DE HUMANIDAD
La sensibilidad que Lluís Rueda demuestra a la hora de dar cuerpo a sus personajes es algo que ya pudimos ver con Muriel Trencadissa en Lucificción. Nuevamente, es una mujer aparentemente frágil la que toma el rol protagonista en El gabinete de los cien cajones. Al igual que Muriel, Xaverina es una joven tangible y real. Vacila, sufre y teme. Llora y se muestra vulnerable, es capaz de albergar compasión. Y eso la convierte en alguien real a la par que convierta a esta novela en una obra de marcada sensibilidad femenina.
Las heroínas de Rueda son mujeres que no se disfrazan de guerreras frías e implacables. Son personas cargadas con sus defectos y debilidades que escapan del paradigma de heroína que parece estarse imponiendo en la literatura de género. Pero esta sensibilidad no es un lastre, sino un modo distinto de enfrentarse a los desafíos. Incluso cuando estos tienen origen divino.
Esto permite que Xaverina tenga una voz propia totalmente verosímil y humana, pues no se la despoja de su naturaleza ni se abjura de su feminidad. Este modo de mostrar un protagonismo femenino no masculinizado recuerda en parte a lo que Grady Hendrix consigue con Patricia en El club de lectura para matar vampiros. O con Kris en Vendimos nuestras almas, reseñado en el N20 de Windumanoth.
LA RIQUEZA DE LOS DETALLES ENNOBLECE LA NARRACIÓN DE EL GABINETE DE LOS CIEN CAJONES
Pero la minuciosidad de Lluís Rueda no solo se deja notar en sus personajes, sino también en el resto de elementos que componen la narración. Desde las detalladas descripciones hasta el rico retrato de los sucesos que tienen lugar en El gabinete de los cien cajones denotan el mimo y cuidado previos a su escritura. Con la precisión de un pintor veterano, Rueda embellece su obra a la par que la dota de capas y capas de profundidad.
Pues no solo la presencia de Osvald Jesper remite a esta novela a su predecesora, Lucificción. También algunos de los temas que figuraban en aquella historia vuelven a impregnar las páginas de esta obra. Dotar de un nuevo enfoque a sucesos históricos olvidados y sacar de la tumba a viejas deidades parece ser una seña de identidad del autor. Y es tal la pasión que pone al mostrarlos en su escritura que la sensación que genera en los lectores hace que no sean pocas las voces que confiesan sentirse nuevamente pupilos guiados por un abnegado profesor.
Como si la Historia lo reclamara como su heraldo, Lluís Rueda es capaz de hacernos viajar al pasado sin que la narración pierda un ápice de credibilidad. Y el modo en que expone cada escena es, al tiempo, cinematográfico y preciso. El autor despliega sin miedo ante nosotros conceptos y realidades arcanas que invitan a seguir indagando en aquello que nos muestra. La capacidad de transmitir el conocimiento hace que, si bien estas reflexiones nos aparten de la trama, en ningún momento las notemos externas o sobrantes. Al contrario, son un delicioso paréntesis que nos permite seguir penetrando en el periplo de Xaverina y el Bràul, solo que mejor pertrechados que en el capítulo precedente.
En conclusión, El gabinete de los cien cajones es un sensible y digno homenaje a las novelas góticas, la historia atormentada de un monstruo y de la joven que le sirve como escriba para contar su historia. Una aventura independiente y, sin embargo, relacionada con el imaginario del autor. Sin duda una delicia para todas aquellas personas que abracen el reverso oscuro de la historia (y de las historias) y que no teman dejarse seducir por el trágico relato del monstruo.
Si disfrutas de Windumanoth, te invitamos a valorar el apoyarnos en Patreon, puedes hacerlo desde tan solo 1 € al mes. Echa un vistazo a nuestras recompensas y considera unirte al grupo de amigos que hacen posible que este proyecto exista.