One Piece: piratas en acción real

by Alister Mairon
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Los piratas han llegado a Netflix. A finales de agosto, se estrenaba en la plataforma de streaming el live action de una de las sagas niponas más queridas y conocidas a nivel internacional. Hablamos de One Piece, la historia que cuenta las aventuras de la banda de piratas del Sombrero de Paja y que ahora puede disfrutarse también en acción real.

La era dorada de One Piece

La llegada del live action ha sido la guinda del pastel a unos años generosos para los fans de la saga. Su estreno ha coincidido con dos efemérides. Por un lado, la superación de la emisión de más de mil episodios del anime, hito alcanzado en noviembre de 2021.  Por el otro, con el estreno de la película One Piece Film Red, la quinceava de la franquicia, que pudo verse en cines a principios de agosto con excelentes resultados.

Así pues, los amantes de la obra de Oda llegaban bien servidos antes del estreno del live action. Este hecho propició que no fueran pocos los que augurasen una mala acogida a la adaptación. Un temor fundamentado en parte por los malos resultados obtenidos por otras obras trasladadas del manga y anime a la acción real, como Avatar o Cowboy Bebop. Sin embargo, pocos días después de su estreno, el live action de One Piece se convertía en la serie más vista a nivel mundial, por encima de otros éxitos de la plataforma como Stranger Things o Miércoles. Y las críticas que está recibiendo por el momento confirman que ha satisfecho las expectativas de los fans. A la par que ha captado a nuevos adeptos.

¡Que vienen los piratas!

One Piece tiene lugar en un mundo repleto de islas. Un territorio dominado por los mares que a los amantes de la fantasía podría recordarles al Terramar de Ursula K. Le Guin. En este entorno, dos grandes fuerzas se disputan el control de los territorios. Del lado de la ley, la Marina, a las órdenes del Gobierno Mundial, soldados entrenados para velar por la seguridad en cada rincón. Y en oposición a ellos, miles de tripulaciones piratas que navegan bajo la bandera de la calavera con un único objetivo: hallar el One Piece.

¿Qué es ese One Piece? Nadie lo sabe. Lo único que se tiene claro es que pertenecía al rey de los piratas, Gol D. Roger. Y que quien lo encuentre se convertirá en el nuevo rey. Y es que, al igual que en el manga o en el anime, el pistoletazo de salida del live action coincide con el estallido de la llamada «Edad Dorada de la piratería», que tuvo lugar tras la ejecución de Roger y que lanzó a miles de hombres a la mar.

Gol D. Roger, en el patíbulo de Loguetown

Varios años después de la muerte de Gol D. Roger, los cuatro mares de este mundo, así como la peligrosa franja conocida como Grand Line, están repletos de piratas sedientos de oro y prestigio. Y en un remoto rincón del East Blue, un muchacho con un sombrero de paja se hace a la mar dispuesto a formar una tripulación, entrar en la Grand Line y hallar el One Piece. Su nombre es Monkey D. Luffy y, como no cesa de repetir, está convencido de que será el futuro Rey de los Piratas.

Así pues, esta primera temporada del live action adapta la llamada saga del East Blue del manga. En ella presenciamos los inicios de Luffy y la creación de su banda pirata, probablemente la más dispar de los mares. Y es que, a parte del enérgico pero atolondrado capitán con cuerpo de goma, la tripulación del Sombrero de Paja está integrada por otros personajes singulares. Como el espadachín caza-piratas Roronoa Zoro, la ladrona navegante Nami, el tirador mentiroso Usopp y el cocinero con afán por las mujeres Sanji.

El verdadero tesoro de One Piece son los personajes… y los actores que los encarnan

Si algo hace de One Piece una saga tan querida son sus personajes, y esto es algo que la adaptación de Netflix ha tratado de mantener. Prueba de ello es la implicación que Eiichiro Oda, autor del manga, ha tenido en todo el proceso de elaboración de la adaptación. Incluida la selección del reparto.

Llegados a este punto hay que felicitar al elenco, especialmente a los cinco actores que encarnan a la tripulación del Sombrero de Paja. Y es que la puesta en escena de todos ellos ha hecho las delicias de los enamorados de la obra de Oda debido a las brillantes ejecuciones. Godoy, Rudd, Gibson, Mackenyu y Skylar han sabido impregnarse de la esencia de sus respectivos personajes, adaptando de forma magistral su carácter, pero también su expresión corporal. Se nota el esfuerzo que han puesto en cada gesto, que hace posible ver a la banda de Luffy en una sonrisa despreocupada, un arrebato de cleptomanía o una siesta a deshora con los brazos detrás de la cabeza.

One Piece

La tripulación del Sombrero de Paja a bordo del Going Merry

Pero no solo el quinteto protagonista merece elogios. Y es que, además de la tripulación pirata, en este live action se ha querido dotar de mayor protagonismo a la Marina. Para ello, se han valido del temeroso pero tenaz Koby, a quien vemos unirse a la armada tras conocer a Luffy y trabar amistad con él. Al servicio del vicealmirante Garp, el muchacho deberá aprender lo que implica ser marine y convivir con la dualidad de ser enemigo de aquellos a quienes aprecias.

Gracias al peso otorgado a la trama de Koby, responsable de modificar algunos aspectos de la historia respecto al material original, el espectador puede conocer más acerca de la Marina. Y también darse cuenta de que, quienes dicen proteger el orden, no siempre son mejores que los piratas a los que persiguen. A fin de cuentas, desde su inicio, Oda marcó en su obra una gran escala de grises, sin bandos buenos ni malos. Y Netflix ha mantenido este juego de claroscuros.

El vicealmirante Garp, con los cadetes Koby y Helmeppo

Aunque claro, no todos los personajes tienen luces. Y muchos de los enemigos a los que se enfrentan Luffy y los suyos en esta primera temporada solo encarnan lo peor del ser humano. Más por lo perverso de sus intenciones que por tratarse de personajes maniqueos. Con todo, al tratarse de viejos conocidos para los fans de la saga, hasta ellos se han ganado elogios. Eso sí, no todos han logrado librarse de las críticas por su puesta en escena. Algo comprensible teniendo en cuenta que, en muchos casos, parte del encanto del personaje bebe de una lógica cartoon imposible de trasladar a la pantalla.

Una adaptación que no escora

Al margen de los personajes, si algo merece destacarse del live action de One Piece es el mimo con que se ha elaborado. Desde los primeros minutos, somos sumergidos en el entorno marítimo de la saga, con su poderosa Marina y las peligrosas tripulaciones piratas, ansiosas de poder y riqueza. Y esto es posible gracias al detalle de los escenarios y de los elementos, visuales y sonoros que componen cada capítulo.

La mayoría de las localizaciones que pueden verse a lo largo de esta primera temporada recrean de manera fidedigna el diseño original. Esto se hace evidente desde el primer capítulo, donde aparece en pantalla el patíbulo de la plaza de Loguetown. O la ciudad de Shells, con su llamativa base de la Marina de patrón atigrado. Ambos lugares, bien conocidos por los fans de la saga y que toman corporeidad en esta adaptación. Un in crescendo de lo tangible que tiene su momento álgido con la incorporación de un querido miembro de la banda del Sombrero de Paja: la carabela Going Merry.

One Piece

El Going Merry, un tripulante más de la banda

A partir de este punto, si bien es cierto que algunos lugares han sido reconvertidos o que la acción ha cambiado de entorno, los elementos icónicos del manga y el anime se mantienen. Permean cada encuadre, integrándose en las escenas y, a menudo, robando todo el protagonismo en una panorámica. Así ocurre por ejemplo cuando aparecen en pantalla las famosas Frutas del Diablo, responsables de dotar de poderes extraordinarios a quienes las comen. O los den den mushi, los caracoles teléfono multifunción, que han robado el corazón de no pocos fans.

Y es que, si bien la historia ha sufrido algunas modificaciones, sin duda necesarias para un correcto funcionamiento en este formato, la esencia de One Piece se mantiene. Tanto en el fondo de la historia, como en la estética general. No en vano, el live action tiene el honor de ser la producción más cara de Netflix hasta el momento, con un coste aproximado de dieciocho millones de dólares por episodio.

One Piece renuncia al cartoon, pero no a la esencia

Si hay algo que la adaptación se ha dejado en el tintero, al margen de a algunos personajes secundarios, es lo único que no podía ser llevado a la pantalla con coherencia. Hablamos de la lógica cartoon que empapa la obra de Eiichiro Oda, con sus momentos hilarantes y el histrionismo exagerado de los personajes.

Como mencionábamos, parte de esa comicidad de dibujos animados ha tenido que sacrificarse al trasladar One Piece a la acción real. Entre otras cosas, porque habría sido inviable de adaptar, tanto por recursos, como por minutos de metraje. No es que la serie haya renunciado al humor, sino que ha rebajado las dosis del mismo. Así, aquello exageradamente ridículo se ha reducido a su mínima expresión.

Los den den mushi, elementos icónicos de One Piece

En parte, algunas de las críticas recibidas por parte del público se deben  precisamente a este hecho. No en vano, como ya apuntábamos, no tener esta base exageradamente humorística en la que apoyarse ha jugado en contra de ciertos personajes. Entre ellos, el carismático y querido pirata Buggy, que se ha visto desposeído de esa aura de patetismo tan característica suya. Y aunque Jeff Ward lo ha dado todo encarnando al payaso pirata, esto no ha evitado que más de un fan frunza el ceño ante este Buggy un poco más oscuro y menos ridículo.

Conocedores de este hecho, los guionistas se han esforzado en no erradicar por completo los gags recurrentes de la historia. Así, para satisfacción de los espectadores más exigentes, algunas de esas escenas se han mantenido en el live action. Como, por ejemplo, la dinámica hostil entre Sanji y Zoro, las discusiones por la capitanía de la banda entre Luffy y Usopp o la incapacidad crónica de Zoro para no desorientarse.

Para tripulantes veteranos y nuevos nakamas

El live action de Netflix juega con el espectador que conoce bien One Piece, ofreciéndole deliciosos detalles de fondo. No quisiéramos hacer destripe de los numerosos huevos de Pascua presentes en la adaptación. Pero sí felicitar al equipo creativo por ellos. El ojo atento captará guiños en cada capítulo. Como, por ejemplo, los presentes en los carteles de «Se busca» de la Marina, que sin duda darán lugar a no pocas especulaciones. Y quienes sean finos de oído identificarán sin problemas ciertas melodías familiares del anime.

Pero, al mismo tiempo, todo está pensado para generar una experiencia inmersiva en el recién llegado. Los diálogos, los flashbacks de los personajes… aportan información extra para que los nuevos grumetes puedan navegar sin miedo por este universo. Así, incluso para alguien que desconozca el manga y no haya visto el anime, es fácil sentirse integrado en la simpática tripulación del Sombrero de Paja. Lograr entretener por igual a quienes ya se saben la historia de memoria y a quienes empiezan a descubrirla ahora es un éxito digno de elogio.

One Piece

La promesa de la tripulación del Sombrero de Paja

En resumen, el live action de One Piece supera las expectativas y ofrece una adaptación equilibrada y fluida. Sus ocho capítulos han conseguido satisfacer tanto a los fans acérrimos de la obra de Oda como a los profanos. La adaptación ha demostrado, tras años de resultados insatisfactorios, que es posible llevar el manga a la pantalla en acción real. Pero ello requiere de una fuerte inyección de capital y de un equipo comprometido y meticuloso, conocedor del material con el que está trabajando.

Ahora ya solo nos queda esperar a que se anuncie la fecha de estreno de la siguiente temporada. Y es que apenas quince días después de su llegada a los espectadores, Netflix confirmó que el live action se había renovado para su continuación. Así que por el momento, parece que a estos piratas todavía les queda travesía para rato.

Mientras tanto, el público impaciente podrá sumergirse en un larguísimo anime y una nada desdeñable cantidad de tomos del manga. Al menos en esta ocasión, contamos con material de sobras y en distinto formato para hacer la espera del retorno de la banda de Sombrero de Paja a acción real más amena.

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