Ranking de antagonistas de Conan el bárbaro

Nuestro particular top 10 de enemigos del cimmerio

by Marcos Rafael Cañas Pelayo
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Deidades, brujos, monstruos, mercenario, hechiceras… A lo largo de las décadas, el listado de oponentes de Conan de Cimmeria no ha dejado de crecer. Desde que el bárbaro apareció por primera vez en las revistas pulp por obra y gracia de la fértil imaginación del escritor texano Robert E. Howard (1906-1936), su nómina de enemistades se ha multiplicado en la literatura, el cine, los videojuegos, el cómic y otros medios de masas.

En Windumanoth queremos sumergiros en nuestro particular top 10 de amenazas que ha debido afrontar el héroe por excelencia dentro de la fantasía heroica. Mitra nos proteja durante este viaje a algunos de los rincones más oscuros de la Edad Hiboria.

10: EL VESTIDO DE GASA: LA SIRENA DE LAS NIEVES

Primera aparición: Los dioses del Norte (1934)

Arte de Vance Kelly

Atali siempre fue esquiva. Cuando Robert E. Howard concibió aquel pequeño relato en tierras altas bañadas por la nieve, no logró convencer a las editoriales. De hecho, terminó quitando a Conan del manuscrito original, ambientándolo en otra época y malvendiendo el resultado a The Fantasy Fan. Por fortuna, L. Sprague de Camp encontró el borrador inicial, convenciéndose de que el gran público debía conocer aquella historia inédita de Conan, la cual tituló como La hija del Gigante Helado.

Ambientada en los congelados campos de Nordheim, Howard mostró el devastador resultado de una batalla entre aesires y vanires. Todos han muerto, excepto el cimmerio que ha conseguido ser la última espada sostenida en una atmósfera inhumana. Incluso el incombustible guerrero cae presa del sueño y solamente saldrá de su letargo por una seductora risa femenina. Tan cargada de sensualidad como una crueldad oculta, surge como por arte de magia una hermosa figura que apena luce un ligero vestido de gasa, algo que hace deducir a Conan que debe vivir en alguna aldea cercana.

La atractiva muchacha empieza a provocarle para perseguirla, aunque cualquier lectura atenta revelaría la misma sensación que tuvo que invadir al rey de Ítaca con el seductor canto de las sirenas. Una prudencia que no casa para nada con el cimmerio, quien olvida sus heridas de guerra para perseguir a la enigmática dama con unas intenciones que luego daría muchos problemas a Roy Thoma y Barry Windsor-Smith cara a adaptar la narración a formato cómic en la cabecera de Savage Tales por los rigores del Comics Code. En unas viñetas en delicioso blanco y negro, el artista británico supo mostrar la inhumana belleza de la misteriosa mujer.

Como Howard revelaría, Atali distaba mucho de estar indefensa. Durante lo que parecen horas, lleva al bárbaro por extraños parajes montañosos, con el único propósito de inflamar su deseo y servirlo en bandeja de plata a sus gigantescos hermanos. Es decir, su fascinante presencia es el anzuelo que usan los hijos de Ymir para atraer a incautos soldados que se han perdido en la nieve. En un milagro bastante inexplicable para un joven que acababa de venir de un combate y lleva muchas carreras a sus espaldas, Conan logra tumbar a los dos parientes de Atali, presto a saciar su lujuria.

Sin embargo, la muchacha logra invocar la proyección de su poderoso padre, Ymir, cuya magia hace que ese mortal aleje sus garras de Atali. Al más puro estilo de Bécquer, Howard parece querer sembrar la duda en su protagonista y nosotros cuando la banda aesir encuentre al cimmerio inconsciente. Solamente hay rastro de sus propias pisadas y ninguna prueba de su enloquecida anécdota. Grom, un veterano soldado, sí parece dispuesto a darle crédito. Justo en ese instante, Conan descubre que sostiene la ligera gasa.

Una de las mejores adaptaciones la hallamos en los cómics de Dark Horse (Enlace) de la mano de Kurt Busiek y Cary Nord. Sea como fuere, siempre ha parecido que la osadía de Conan quedó en poco castigo para haber incurrido en la furia de la retoña de un dios. ¿No va siendo la hora de que Atali, bajo el manto protector de Ymir, ponga en el punto de mira al cimmerio?

9: EL DEVORADOR DE ALMAS

Primera aparición: El Devorador de Almas (1983)

Arte de Kevin Nowlan

Conan de Cimmeria no quiere salvar el mundo. Como bien ha afirmado Roy Thomas, el personaje únicamente se ve forzado, ocasionalmente, a proteger el planeta debido a que no tendría otro lugar a donde ir en caso de que desapareciese. Esta naturaleza tan singular lo hace un héroe improvisado que, sin embargo, se ha visto obligado a batirse el cobre con amenazas que hubieran podido acabar con la humanidad.

Tal vez inicialmente pasó inadvertida una figura que apareció en La espada salvaje de Conan # 90 (1983), concebida por el guionista Michael Fleischer y el legendario dibujante John Buscema. Aunque pudiera parecerlo a simple vista, el Devorador de Almas era algo más que la amenaza mensual de turno. Buscema lo definió como una amenaza ominosa, con cara monstruosa bajo el caso y portador de una armadura grisácea. Invocado por el brujo Meldark, su verdadero nombre es Wrarrl, criatura de otra dimensión y que recibe una adoración divina de su propio culto. En su máximo apogeo de poder, logra reducir el alma humana a un estado primigenio de gusanos que traga sin dificultad.

Ambos antagonistas se conocen durante unos días en los que Conan saquea las caravanas que van entre Nemedia y Corinthia, acompañado de una banda de forajidos. Pronto comprenderá que el Devorador tiene una gran capacidad de regenerarse y ser una amenaza constante. Su don para resucitar a través de los demonios que le siguen es una impresionante ventaja sobre su cazador, un gran guerrero, pero mortal al final del día.

Conan contra Wrarrl. Ilustración de Stefano Santoro.

El guionista de cómics James C. Owsley consideraba que Wrarrl era un villano muy interesante, proveniente de otro mundo que podía poner a Conan verdaderamente en jaque. El arco argumental fue ambicioso: desde Conan, el bárbaro # 187 (octubre de 1986) hasta el número # 200 (noviembre de 1987), el Devorador trazaría un minucioso plan de venganza. Para detenerlo, Conan necesita a antiguas aliadas (por ejemplo, Red Sonja) y pactos con el demonio (Thulsa Doom), incluyendo renunciar a una de sus principales creencias: depender de armas mágicas, puesto que el Devorador se halla en la cúspide de su infame carrera merced a Xuthl, deidad oscura y que homenajea en su nombre a Lovecraft. Sembrará el caos en territorio kothio para su mayor gloria.

Sea como fuere, el Devorador tendría un giro sorprendente. Transformado en humano para seducir a la hija del conde Trocero de Poitain, futuro brazo derecho de Conan en Aquilonia, experimentará varios cambios que le harán desobedecer la orden de Xuthl de sacrificar a la muchacha. Reducida su amada a cenizas por la cólera divina, usará su nueva identidad de Aquerón para un nuevo inicio sin su lado diabólico.

Por desgracia, los buenos villanos en el cómic no suelen descansar. Sin recordar su pasado, Aquerón acompañaría un año después a una expedición comandada por Conan. A pasar por el Valle Oscuro, volvería a su esencia más siniestra, siendo imparable incluso para el bárbaro. Como anteriormente, solamente el amor (en este caso, de una mujer llamada Isparana) evita la catástrofe. Con todo, su carisma hizo que tuviera su propia historia corta en la celebración de los trescientos números del cimmerio en Marvel. James Owsley lo retomó para una pesadilla ilustrada por Roberto de la Torre, rememorando aquellos combate que marcaron a toda una generación de fans.

8: AGUAS ENVENENADAS: LA PEOR DERROTA DE CONAN

Conan

Primera aparición: La reina de la Costa Negra (1934)

¿Por qué no había acudido su amo alado a ayudarlos mientras Conan luchaba contra ellos? ¿Acaso había temido que, si se ponía al alcance de sus colmillos, pudieran volverse contra él y hacerle pedazos? La astucia y la prudencia habían regido hasta el último momento los pensamientos que albergaba aquel cráneo contrahecho.

Apenas se conocieron durante un relato, pero Conan de Cimmeria nunca olvidaría a aquel ser con alas de murciélago y risa humana que conoció en la peligrosa desembocadura del río Zarkhba.

Una de las ideas recurrente de Robert E. Howard era la progresiva decadencia de la civilización y la superioridad del lado más salvaje de la humanidad. La reina de la Costa Negra supuso la aparición de la pirata Bêlit, quizás el gran amor en la vida del cimmerio, la fiera capitana del navío Tigresa que era adorada como diosa shemita por sus corsarios. En un flashforward muy claro, en sus páginas de pulp pasamos de cuando la feroz bucanera lo recluta y hace su amante a la última misión que tuvieron juntos.

Buscando en las cercanías del Zarkhba una ciudad perdida plagada de ricos tesoros, particularmente un collar de rubíes. Cegada por la codicia, la pareja de Conan parece dispuesta incluso a sacrificar a sus hombres en la búsqueda del botín. Décadas después, Roy Thomas y John Buscema buscaron exonerar un poco a la capitana, dando a entender que había una especie de embrujo en las piedras preciosas que la hizo comportarse de tal manera.

Pronto, alrededor de la galera surge una figura alada inquietante. Sin nombre en todo el relato, sabemos que es el último superviviente de una civilización que alcanzó la cúspide y luego entró en una espiral decadente. La enigmática criatura logra acabar con casi toda la tripulación, incluyendo un macabro regalo para el cimmerio: su amada colgada del mástil con ese collar que tanto la había complacido. Indudablemente, son algunos de los párrafos más logrados de Howard, quien nos transporta la inquietud de un protagonista consciente de que va a iniciar su batalla más importante en solitario.

En las ruinas de la que fuera una gran ciudad, Conan recurre a su mejor arco, flechas, espada y sus propios músculos. Como un minucioso estratega, el ser alado de aspecto simiesco manda primero a una manada de hienas que luego descubriremos que en el pasado fueron hombres. Pese a su valor, el héroe va quedando acorralado y presto a recibir el golpe de gracia cuando una columna derribada lo aprisiona. En una aparición espectral, creerá ver a Bêlit cumpliendo la promesa que le hizo en el camarote que compartían: incluso después de la muerte acudiría para protegerle si estuviera luchando por su vida.

Conan

Dentro del amplio historial de victorias del bárbaro, pocos oponentes (humanos o no) pueden presumir de haberlo tenido tan al borde del abismo. De hecho, únicamente un elemento sobrenatural le permite sortear a la parca. Eso sí, por el camino y tras un ritual casi vikingo, el afortunado vencedor habrá de rendir tributo a la gran pérdida que ha sufrido en el camino: la reina de la Costa Negra.

7: EL PESO DE LA CULPA: NÉSTOR, EL GUNDERIO

Conan

Primera aparición: El Salón de los Muertos (1967)

Glenn Lord, albacea literario de Robert E. Howard, hizo grandes descubrimientos indagando en los manuscritos e ideas inacabadas que el malogrado escritor dejó tras de sí. Fruto de sus minuciosas recopilaciones, encontró en 1966 el esquema de una gran trama que el texano nunca llevó a cabo. Se llamaba El Salón de los Muertos y fascinó a L. Sprague de Camp, uno de sus sucesores en Conan. Pronto llevó al papel aquel boceto en The Magazine for Fantasy and Science Fiction, colaborando con Lin Carter.

Entre las anotaciones de Howard destacaba el nombre de Néstor, capitán de un destacamento de soldados zamorios que debían dar caza a Conan. Eso sí, él era de origen gunderio y, por ende, un mercenario de la ciudad que pretendía castigar al ladrón cimmerio. Astutamente, el fugitivo provoca una avalancha que sepulta a todos sus perseguidores, salvo al propio Néstor, quien tiene el suficiente coraje de seguir al peligroso bárbaro en solitario.

Una antigua ciudad se abre ante sendos hombres, los cuales parecen terminar convencidos de que hay suficiente botín para los dos. El objeto más valioso, una serpiente de jade, es ganado por Conan gracias a su suerte con los dados. Gigantescos guardianes sobrenaturales intentan acabar con los saqueadores, pero la luz del Sol protege a la improvisada pareja. Allí parecía que Howard quería separar sus destinos, si bien Néstor iba a perdurar en el imaginario popular de esta franquicia.

Roy Thomas decidió adaptar la historia bajo el título Los Guardianes de la Cripta en 1970. Barry Windsor-Smith dio un toque de nobleza a Néstor (llamado aquí Burgun), además de que el nuevo guion explicó el origen de su odio: había estado en el fuerte de Venarium, avanzadilla de Aquilonia destruida por los cimmerios. Certeramente, Thomas penó que el gunderio tenía potencial y en apenas dos números forzó su encuentro en la ciudad-estado de Corinthia en lugar de Zamora.

El feliz reencuentro lleva al nacimiento de una formidable pareja de ladrones que incluso ponen en jaque al enigmático Sacerdote Rojo, líder en las sombras de la urbe. Sin embargo, el romance entre Jenna (amante de Conan) e Igon (discípulo de Burgun) propiciará futuras traiciones, además del doble juego de un sacerdote de Anu que hace las veces de perista para los delincuentes. A punto de ser apresado, Burgun convence a Conan de olvidar su honor y huir antes de que los dos vayan a las mazmorras. Trazando un plan para rescatarlo, la acelerada orden de ejecución impide salvarlo a tiempo.

Kurt Busiek, escritor bostoniano de olfato fino, intuyó el potencial de volver a contar esa rivalidad-amistad frustrada para Dark Horse. Bajo los lápices de Cary Nord y Thomas Yeates, volvería a usar a Néstor, un criminal zamorio preocupado de que el habilidoso bárbaro provoque que se doblen los guardias en la ciudad de los ladrones. Contratado por un magistrado cuya mujer le ha sido infiel con el bárbaro, el gunderio exhibe una táctica notabilísima para poner a Conan contra las cuerdas. La traición de su amo fuerza una nueva alianza que vuelve a truncarse antes de tiempo. De odiarlo, Conan termina sintiendo una fuerte deuda por no poder salvar a un socio que le permaneció leal incluso ante la tortura. Forjado en El Laberinto, el barrio más peligroso de Zamora, Néstor puede presumir de haber sido tan buen adversario como camarada del futuro soberano aquilonio.

6: RITUAL VUDÚ: SABIA

Conan

Primera aparición: ¡La bruja del pantano! (1978)

¿Cuánto tiempo había estado Conan navegando con Bêlit? La comunidad de fans del cimmerio había debatido acerca de su periplo con la reina pirata. Para Roy Thomas, aquel lapso era una bendición para poder narrar aventuras que cubrieran ese hueco y rindieran un justo homenaje a su admirado Robert E. Howard. Dentro del amplio abanico de historietas que regaló, hay una pequeña saga muy singular que sirvió para dejar perplejo al público marvelita a comienzos de 1978.

Fruto de anteriores sucesos por las costas de Estigia, el héroe se encuentra aislado y obligado a atravesar una difícil zona pantanosa que hace frontera con los pueblos kushitas. La tensión racial es evidente, puesto que los estigios (de piel morena) chocan con las tribus negras del lugar. Teniendo en cuenta las connotaciones negativas que en muchos pulps de la época existían alrededor de personas de orígenes étnicos diferentes al caucásico, Thomas evoluciona a una versión mejorada de Conan, quien es capaz de lanzar proclamas como: «Yo no elijo a mis amigos por el color de su piel». En su narración, los años con los marineros de El Tigresa han hecho comprender al bárbaro lo absurdo de semejantes prejuicios.

Lástima que pronto tenga la desgracia de cruzar su camino con Sabia, una hermosa muchacha con ligeras prendas de pieles. Debido al arte de Frank Frazetta, estamos habituados a hermosas damas que caen rendidas a los pies del viril aventurero (faceta que en lo absoluto impidió a Conan convertirse de igual forma en un icono gay en países como España, sobre todo a través de las magníficas ediciones de Forum que empezaron a llevar del personaje en España). Sin embargo, en esta ocasión no habrá ninguna clase de tensión sexual. La muchacha usa sus poderes mágicos para iniciar con la improvisada víctima un ritual vudú.

En apenas dos números, el dibujante Howard Chaykin, eficazmente entintado por Ernie Chan para mantener las reminiscencias a John Buscema, logra explicar la situación que ha generado el hechicero kushita Toroa, dispuesto a expulsar a los estigios a golpe de conjuros. Entre sus acólitos, nadie brilla con más fuerza que Sabia, tan poderosa como él y dispuesta a convertir al fornido adorador de Crom en un monstruoso hombre cocodrilo. Habituado el público a un Conan independiente y que exuda libertad, aquí afrontará uno de sus peores miedos y que le asaltará en las tensas pesadillas que padece antes de que se cierre el ritual: convertirse en una marioneta al caprichoso servicio de otros.

La danza de los cráneos, publicada originalmente en Conan, el bárbaro #83, termina teniendo un desenlace feliz, aunque atípicamente no es por la habilidad o fuerza de voluntad del héroe. Una flecha estigia atraviesa a Sabia y esa casualidad permitirá a Conan medirse a Toroa con sus sentidos recuperados y derrotarlo. De cualquier modo, la enigmática kushita es de las pocas figuras han tenido tan absolutamente sometido y a su merced al icono de la fantasía heroica.

5: CONAN VERSUS THAK: EL GRAN ASALTO

Conan vs Thak. Ilustración de Frank Frazetta.

Primera aparición: Villanos en la casa (1934)

Hemos hablado previamente del Sacerdote Rojo, una figura de gran poder político-religioso que Robert E. Howard imaginó en algún lugar entre Zamora y Corinthia. Publicada por primera vez en Weird Tales, Villanos en la casa es una de las narraciones de Conan que más fascinación han generado. Murilo, un noble disoluto que ha entrado en el punto de mira del poderoso servidor de la deidad Anu, libera a Conan, apresado por ladrón, para que le proteja.

Sin más opción que seguir en las mazmorras, el héroe acepta. Todo hace indicar que será el clásico relato de venganzas: Conan castiga a la prostituta que le delató ante a las autoridades, mientras que Murilo le da información para asaltar la casa de Nabonidus, verdadero nombre tras la identidad del Sacerdote Rojo.

La gran sorpresa llega cuando el bárbaro irrumpe en el domicilio y descubre que tanto el señor la casa como Murilo están a merced de un invitado inesperado. Responde al nombre de Thak, un fornido guardaespaldas al que Nabonidus lleva años entrenando. La genialidad de Howard es incorporar un pequeño detalle: no es un adversario humano para Conan, se trata de un gigantesco simio que lleva años aprendiendo de su amo. De hecho, sabe tanto que ha mimetizado a la perfección sus movimientos, incluyendo cómo activar las trampas de su domicilio, auténtica fortaleza.

Conan deberá realizar una de sus mejores exhibiciones físicas ante un oponente que es un auténtico acorazado de la naturaleza más salvaje. Intentando atrapar a la bestia apretando las piernas sobre su torso, el cimmerio será llevado al límite, viendo cómo debe multiplicar el número de puñaladas que le hubieran bastado para asesinar a muchos hombres. Lúcidamente, Howard coloca un diálogo melancólico en los labios de su héroe: «He matado a un hombre, no una bestia».

El genial artista británico Barry Windsor-Smith tuvo el honor de ser el primer artista en llevar al cómic esta icónica aventura, destacando la expresividad de los dientes apretados de Conan mientras hacía frente a las poderosas mandíbulas de Thak, cuya inteligencia nunca es puesta en entredicho. Ya en los días de Dark Horse, Timothy Truman, manteniendo la estela de excelencia de su predecesor Kurt Busiek, supo transmitir toda la intensidad de esa aventura de una forma más extensa que permitía entender mejor las motivaciones de los personajes. Cary Nord y Tomas Giorello mostraron otra titánica versión de Thak, capaz de poner contra las cuerdas a Conan.

Un fascinante detalle es que las complejas tramas políticas de Villanos en la casa (reseña tengan un epílogo que implique la crudeza física en su máximo esplendor.

4: THULSA DOOM: EL PODER DE LA CARNE

Primera aparición: El gato de Delcardes (1967)

Nada hacía presagiar que aquella extraña presencia fuera a ligar su destino con el bárbaro más célebre de la ficción. Robert E. Howard describió el rostro de Thulsa Doom así: «como una calavera blanca y desnuda, en cuyas cuencas llameaba un fuego lívido». De cualquier modo, el escritor de Cross Plains lo diseñó como una amenaza para otro de sus soberanos parcos en palabras y hábiles con el hacha: Kull de Valusia, figura de una época muy anterior a la del cimmerio.

No tuvo excesiva fortuna inicial, puesto que el relato El gato de Delcardes solamente sería publicado póstumamente, aunque Howard recicló al malvado conjurador en Rostro de calavera (1929), llamándolo Kathulos de Atlantis. Como en tantas otras ocasiones, Roy Thomas acudió al rescate en sus adaptaciones para el noveno arte del mundo de Howard. Bajo el lápiz de Marie Severin, desde el verano de 1972 se convirtió en uno de los grandes obstáculos del rey atlante en las viñetas de la cabecera Kull the Conqueror.

Quedando muy reforzada su condición de líder de los hombres-serpiente, sucedería una de esas operaciones eclécticas que tanto han proliferado en la fantasía heroica y que beneficiaría a Thulsa Doom sobremanera. A medias con Edward Summer, Roy Thomas hizo un primer guion para un largometraje de imagen real sobre Conan. Finalmente, desechada la propuesta, el futuro estreno de Conan, el bárbaro (1982) se basó en un texto de Oliver Stone (una interesante y bizarra distopía), que luego reescribió con el director John Milius. Thomas asesoró en algunas cuestiones, si bien su apreciación del resultado final fue negativa. Sea como fuere, el argumento final convertía a Thulsa Doom en la gran némesis del héroe interpretado por Arnold Schwarzenegger.

El resultado de un conjuro tan ecléctico no pudo ser mejor. James Earl Jones, un actor de tremendo potencial que en aquellos días estaba relegado, fue el escogido para encarnar a una versión de Doom que cogía muchos elementos de otros villanos de Conan, especialmente Thoth-Amón. Bajo el estandarte de dos serpientes enfrentadas sobre un Sol Oscuro, la película de John Milius arranca con el exterminio del pueblo de Conan de la mano del nigromante. Con un magnífico registro de voz y mirada penetrante, el físico de Earl Jones no le acompañaba para ser la némesis cuerpo a cuerpo del bárbaro, pero esa faceta quedaba compensada por sus dos musculosos esbirros: Rexor (Ben Davidson) y Thorgrim (Sven-Ole Thorsen).

Rexor y Thorgrim

Hubo una obsesión en el lenguaje cinematográfico por subrayar los polos opuestos. Thulsa Doom y Conan quedan emparentados por un círculo de venganza directa, algo que desvirtuaba a este cimmerio de Schwarzenegger en comparación con el literario, cuyas motivaciones son únicamente aventureras. Superado ese hecho, debe admitirse que James Earl Jones da forma al personaje más fascinante de la cinta, un antagonista que durante los años en que el héroe va evolucionando (esclavo, gladiador, ladrón, etc.) ha logrado subir en ascendencia e importancia.

Con centros de culto como la Torre de la Serpiente o la Montaña del Poder, Thulsa Doom ha dejado de lado sus saqueos de juventud para ser un poder religioso que inquieta a reyes como Osric (un estelar Max Von Sydow). La aristocracia de diferentes regiones se acerca a su culto a Set, mostrado en la cinta como una fascinante mezcla del flower power que conoció Oliver Stone durante la guerra del Vietnam y El Viejo de la Montaña, el enigmático líder de la orden secreta de los Ḥaššāšīn. Como intentará hacer ver a Conan durante su tenso reencuentro, el hechicero se ha decantado por el potencial de la carne antes que el acero que le obsesionaba cuando saqueó las tierras de Cimmeria.

Habiendo asistido a la Escuela de Rangers y criado en una granja, Earl Jones no tuvo problemas en familiarizarse con las serpientes que el doctor Tiva repartió al equipo de rodaje de Conan, el bárbaro. Representado como el miembro de una antigua raza y con poderes tan increíbles como transformarse en una serpiente, el Thulsa Doom del séptimo arte ha logrado atraer incluso a la hija del monarca Osric, una princesa interpretada por Valérie Quennessen. Son muchas las testas coronadas que tiemblan por despertar con una daga con forma de ofidio al lado de la almohada.

Con la productora De Laurentiis a las finanzas, la estética de Ron Cobb (plagada de referencias a Kurosawa) y la banda sonora de Basil Poledouris (especialmente cuando Conan y sus aliados se infiltran en plena orgía del culto tipo misterios de Samotracia que preside Doom), el carisma del villano resulta innegable. Contra la supervivencia nietzscheana de Schwarzenegger, su adversario es alguien que incluso acepta la huida de un campo de batalla tipo Stonehenge porque es consciente de que tiene más cosas por las que vivir. En un tercer acto brillante (que incluye la muerte envenenada de la Valeria encarnada por Sandahl Bergman), Conan termina, al igual que el filósofo alemán, matando a “dios” para reducir el templo del adversario a cenizas.

El impacto a través del medio cinematográfico de Thulsa Doom le permitió no caer en el olvido e iniciar un auténtico vínculo de rivalidad con Conan que podía, fácilmente, exportarse a otros medios. Por ejemplo, James Owsley y Val Semeiks se las ingeniaron para trazar una trama en la que el cimmerio visite Arallu, el auténtico infierno de la Era Hiboria. Naturalmente, uno de los huéspedes estrella allí es el malvado brujo que se convertirá en un aliado a la fuerza en el duodécimo especial anual de la colección de cómics del bárbaro (1987). Por motivos lógicos, tan incierto camarada terminará siendo muy peligroso, algo que Conan vivirá en sus carnes hasta una batalla dimensional que cierra el arco argumental en Conan the Barbarian #203 (febrero de 1988). Por el camino, el héroe habrá sufrido no pocas flechas en la espalda y la capacidad del nigromante para fingir ser otras personas. El pequeño respiro de alivio del aventurero no estaba destinado a ser prolongado, puesto que uno de los mejores guionistas de Marvel quería una última danza con Thulsa Doom.

Junto con su esposa Dann, Roy Thomas inició la ambiciosa saga La calavera de los mares (cuatro partes publicadas en la cabecera La Espada Salvaje de Conan entre finales de 1991 y principios de 1992), ilustrada por John Buscema bajo las tintas de Ernie Chan y Tony de Zúñiga. En ella, un nostálgico Conan retoma su carrera de pirata únicamente para enrolarse de manera improvisada en una tripulación kithania con un curioso trofeo como botín: la calavera parlante del malvado Thulsa Doom. Por supuesto, intentará manipular a los marineros para recuperar su poder, cruzando caminos e intrigas con el mismísimo Thoth-Amón.

Con motivo del retorno a Marvel de Conan y su incorporación a Salvajes Vengadores (2019), sorprendió poco que Thulsa Doom resucitase para ponerle en aprietos e incluso que se especulase con su posible parentesco con otro gran villano: el Doctor Muerte.

3: YEZDIGERD: LA CICATRIZ TURANIA

Conan

Primera aparición: El pueblo del Círculo Negro (1934)

Al igual que otros maestros como J. R. R. Tolkien o George R. R. Martin, Robert E. Howard se nutría de diferentes épocas del pasado histórico como fuente de inspiración para su fantasía heroica. Se trata de un ejercicio ficticio muy útil para dar mayor verosimilitud a las tierras imaginarias creadas, además de no estar ceñidos al rigor exigido en los dominios de Clío: pueden inspirarse en eventos que ocurrieron, pero alterarlos a su conveniencia dramática.

Dentro de las coordenadas de la Edad Hiboria, Turán fue el fruto de unos ambiciosos aventureros hyrkanios que se hicieron fuertes en la costa meridional del mar de Vilayet. Zona de fecundo comercio, los turanios pronto demostraron ser temibles asimismo en las artes bélicas, mostrando su reino una inmensa ambición expansionista. Algunos de los rasgos que Howard les otorgó los emparentan con el todopoderoso imperio otomano a comienzos de la Edad Moderna, mientras que el nombre de sus reyes (por ejemplo, Yildiz) alude a la dinastía sasánida.

Sin duda, su monarca más poderoso ha sido Yezdigerd, destinado a ser una formidable roca en el camino nómada emprendido por Conan de Cimmeria. Así, lo hallamos en El pueblo del Círculo Negro, narración publicada originalmente por entregas en Weird Tales, donde se lo mostraba como el ambicioso soberano de Turán, dispuesto a aplastar a unas tribus montañosas rebeldes (de sorprendentes similitudes con la geografía de Afganistán). Naturalmente, cierto bárbaro estaría apoyando al bando sublevado.

Conan

Era solo cuestión de tiempo que esa poderosa amenaza aterrizase en otros medios. Roy Thomas, profundo adorador de los versos homéricos, llevaba tiempo queriendo hacer su guerra de Troya particular, pero usando al Conan que editaba Marvel. Pensó que Yezdigerd podía ser un equivalente perfecto a Agamenón, usando un pretexto religioso (el Tarim Viviente) para conquistar Makkalet, una incómoda rival en los negocios de Viyalet. Por accidente, Conan y otro poderoso guerrero llamado Fafnir, serían improvisados reclutas para la contienda al ser rescatados de morir ahogados en el mar.

Los dioses son extraños, camarada… tienen favoritos y se diría que la plegaria los conmueve. ¡Pero he advertido que suelen sonreír a las espadas y voluntades más fuertes!

El diálogo que Thomas coloca en el príncipe turanio le sirve para ilustrar que, a diferencia de sus fanatizados soldados, él si aprecia que reclutas foráneos e infieles pueden resultarle útiles en su empresa. En un hecho muy curioso, la saga publicada originalmente en Conan, el Bárbaro a lo largo de 1972 permitió al turanio ser ilustrado por tres dibujantes excepcionales: Gil Kane, Barry Windsor-Smith y John Buscema.

Al retrasar su ascenso al trono, Thomas se permite crear un villano maquiavélico. Yezdigerd logra su objetivo de tomar la ciudad, arrasar con el botín y reducirla a cenizas. De hecho, se da a entender que ya tiene su propio círculo de consejeros para desbancar a su padre Yildiz cuando se presente la ocasión. Eso sí, por el camino se le escapa un osado Conan que se rebeló contra su orden de tirar por la borda a los heridos. Escapando del barco del príncipe, la espada del futuro rey de Aquilonia dejó una cicatriz en el rostro que acompañaría para siempre a su oponente. Este motivo de rencor nunca fue idea de Howard y tampoco lo usaron sucesores como L. Sprague de Camp en los libros.

Al igual que sucede con Thoth-Amón, uno de los encantos de Yezdigerd es que parece poder continuar su vida sin Conan. Durante años, prosigue unos avances militares que le harán luego un temible sucesor en el trono de su padre. De hecho, el cimmerio aprovecha las prolongadas ausencias del conquistador para ser un soldado de fortuna en la propia Turán, un juego arriesgado que le dará dividendos amorosos con algunas de las mejores cortesanas de Aghrapur, algunas incluso parientes de la realeza. Naturalmente, era mera cuestión de tiempo que volvieran a cruzarse.

Si bien Sprague de Camp se decidió a que su héroe resolviera el pleito con el turanio asesinándolo, esta medida ha sido revertida posteriormente. En los cómics, la ansiada reunión pilla al protagonista por sorpresa en Conan, el Bárbaro #275 (diciembre 1993). Buscando ayudar los rebeldes kozakis, el aventurero habría de vérselas con un antiguo adversario que ha logrado objetos mágicos como la gema bautizada con el nombre de Sangre de Bel-Hissar. Con el apoyo imprescindible de la joven Tania y trucos mágicos, Conan logra fugarse del vengativo hombre de la cicatriz.

Conan

Fiel a su estilo, Yezdigerd vuelve a sus asuntos de estado y delega en un hábil general ese frente incómodo: nada menos que Grimm, un paisano del cimmerio y apodado el Perro de la Muerte. En todo este proceso, Roy Thomas juega con ventaja, puesto que en las páginas de Conan Rey # 7 (septiembre de 1981) ha contado, bajo el lápiz de John Buscema, la última pelea que tendrían los dos antagonistas, ya convertidos ambos en reyes. Mientras que el turanio lo ha logrado por herencia sanguínea, el bárbaro ha alcanzado dicha distinción por sus propios méritos. En esta ocasión, el combate final en el barco principal de la flota de Turán queda bastante desangelado y es de una brevedad pasmosa. Mientras que la desaparición de figuras como Thoth-Amón llevan al monarca aquilonio a reflexionar, aquí se limita a afirmar que no habrá pociones que permitan a su oponente recuperarse de esa segunda cicatriz.

Sin embargo, hay algo con lo que ni Conan cuenta: los propios fallos de continuidad permitirán al hijo de Yildiz retornar en literatura y cómic a partes iguales. Una de sus últimas y más interesantes aspiraciones la hallamos en la nueva cabecera que protagonizó el bárbaro en Marvel a partir de 2019. En ella, Jason Aaron cuenta un periplo del cimmerio como soldado de fortuna en una expedición turania a Estigia. Con un gran instinto para las emboscadas y entender la guerrilla de los adoradores de Set, el bárbaro despierta la atención de Yezdigerd, quien incluso intentará emular sus planes de batalla en el futuro.

La única lástima es que, a diferencia de Roy Tomas, Aaron opta por mostrar la relación entre ellos en un plano de igualdad o incluso superioridad de Conan. En la guerra por el Tarim Vivivente, el príncipe turanio es capaz de mostrar su admiración por la fortaleza física de ese salvaje que ha reclutado, pero marca una firme distancia. De igual forma, el cimmerio sabe hasta dónde puede provocar a un comandante que podría ordenar su ejecución a su mero capricho.

Siendo el principal encanto de nuestro héroe el ascenso de humilde condición a dueño del reino más avanzado de su época, Yezdigerd es un reverso de su propia trayectoria. Un aspirante a Alejandro Magno que desde tierna edad tuvo todos los recursos a su alcance. Sería de sumo interés que, algún día, literatura u otros medios ligados a Conan optasen por dedicar una aventura independiente que narre cómo el retoño de Yildiz forjó su carácter y adquirió a sicarios tan eficaces como Mikhal Oglu, El Buitre.

2: LA GUERRA IMPOSIBLE DE GANAR PARA CONAN: TAURUS

Conan
Primera aparición:
Sombras (1984)

Es la única contienda que cualquiera quiere terminar perdiendo. Ni siquiera un guerrero tan curtido como Conan, capaz de coronarse a sí mismo soberano de la poderosa Aquilonia, ha sido inmune a los efectos de la paternidad. Dentro de la cabecera Conan Rey conocimos a sus herederos al trono: Conn, el primogénito, Radegund y Taurus. Claramente, los cómics muestran una visión negativa del tercero en contrapunto a sus hermanos mayores.

Conn recuerda mucho a su padre en el físico, mientras que Radegund es una princesa de fuerte carácter y las mismas ansías de libertad que su progenitor. Taurus, por el contrario, es mostrado en las viñetas como un caso atípico: sus cabellos castaños ponen en tela de juicio su parentesco, además de abrazar pronto el estudio de la magia, tema tabú para el monarca aquilonio. Zandra, una bruja que vive en los cercanos bosques a la capital de Tarantia, pronto acoge como discípulo a un chico celoso del afecto que Conn sí sabe despertar en su legendario padre.

El guionista Jim Owsley sabe crear aquí una amenaza inquietante para el héroe, puesto que no deja de ser sangre de su sangre. Jugando con fuego, el aprendiz de nigromante se sumerge en unas aguas que no puede controlar: involuntariamente ayuda al regreso de Thoth-Amón, la gran pesadilla de Conan durante tanto tiempo en las sombras. Ilustrada por Geof Isherwood, observaremos una pesadillesca situación donde el brujo estigio obliga a Taurus a ser su lacayo, mientras acaba con la vida de Kang Sho, hijo bastardo del rey Conan.

¿Dónde está el bárbaro más famoso de la literatura mientras tanto? En la lejana Kithai, buscando a Conn, quien desprecia a la figura que antaño admiraba por haber sido infiel a Zenobia. Este duelo padre-hijo sería hábilmente retomado, décadas después, por Jason Aaron. Al igual que con el Devorador de Almas, el héroe debe olvidar momentáneamente su odio a la magia para portar la Espada de los Dioses Primigenios para recuperar su Corona y, sobre todo, a Taurus, forzado servidor de Thoth-Amón.

Incluso Zendra y Taurus intervienen para ayudar a Conan, limitando unos segundos claves los poderes del anillo de Set. Recuperada Aquilonia, el invencible guerrero vuelve a demostrar carencias como paterfamlias. Tanto Radegund como Taurus caen en las redes de Crassus, un falso seguidor de Mitra que en realidad practica una magia negra que vuelve a seducir al benjamín de la prole de Conan y Zenobia. Las confabulaciones hacen que Tarantia sea rodeada por una alianza formada por Ophir, Argos y Nemedia.

Tras un triunfo pírrico, el vencedor ejército aquilonio llega sin tiempo para que Crassus elimine a Taurus como represalia. Una auténtica pena que entonces se revele que este príncipe era falso, un truco del sacerdote de Mitra para llevar al verdadero Taurus a ser formado en Estigia, dejando a un muchacho con marca maligna en Tarantia. Un giro rocambolesco que resta el devastador efecto de esa muerte. Posteriormente, el auténtico príncipe terminará inmolándose de igual manera en aras de proteger a sus mayores. Pocas cuestiones pueden perturbar a alguien como el adorador de Crom que depender de poderes sobrenaturales y hacer frente a aquellos que debían haberle amado.

1: THOTH-AMÓN: EL LÍDER DEL CÍRCULO NEGRO

Conan

Thot Amon. Arte de Andrea Piparo

Primera aparición: El Fénix en la Espada (1932)

La primera posición en nuestra singular lista resulta indiscutible. Thoth-Amón, el adorador de Set más poderoso de Estigia, se ha ido erigiendo como la más mortífera némesis de Conan. Si bien le encontramos en El Fénix en la Espada, primera aparición del bárbaro con melena negra en la revista Weird Tales, resulta difícil anticipar cuáles eran los planes de Robert E. Howard con respecto a un hechicero astuto que acababa de liberarse de una humillante esclavitud a cargo de un conde aquilonio, Ascalante, que quiere usar los trucos mágicos del estigio para derrocar a Conan de su trono.

Conan

Thoth-Amón no llega a interactuar en ningún momento con el protagonista. Al recuperar (en una casualidad bastante forzada) su anillo de poder, invoca un monstruoso siervo para que devuelva la moneda a Ascalante. Es el azar lo que hace a su criatura sembrar el caos en el palacio de Aquilonia, si bien el astuto soberano lograría aprovechar el tumulto para sobrevivir a un complot con reminiscencias a los idus de marzo. Al brujo estigio no podría importarle menos el futuro de aquel salvaje coronado, una vez que el aristócrata que le humilló quedó muerto. Sin embargo, la pregunta correcta es ¿por qué Howard le dejó vivo y recuperando los poderes que le habían hecho el líder del temido Círculo Negro de una civilización donde tras cada tumba se esconde una maldición?

En sus breves utilizaciones del estigio, Howard juega al gato y el ratón. La mejor prueba de ello la hallamos en El dios del cuenco, un relato inédito que no fue publicado hasta años después de la muerte del escritor texano. En sus páginas, el latrocinio de Conan en un templo se complica por un misterioso asesinato dentro del mismo. Aunque sea el principal sospechoso, el bárbaro es inocente de ese cargo, puesto que las ejecuciones están siendo llevadas a cabo por una inhumana criatura que Thoth-Amón había mandado en un sarcófago destinado a ser un caballo de Troya para Kalanthes, sacerdote de Ibis.

Roy Thomas se decidió a recuperar ese relato (uno de los que más diálogos tienen en la andadura del cimmerio) en una adaptación al cómic en Conan el Bárbaro #7 (1971). Hubo varios cambios, especialmente cuando el corrompido aristócrata que contrata a Conan como lacayo se convirtió en una enigmática dama de la nobleza de Numalia. Sea como fuere, el detalle más fascinante lo aportó el lápiz de Barry Windsor-Smith: Thoth-Amón irrumpía en una visión aterradora donde no quedaba claro si dos cuernos de carnero que tenía en la cabeza formaban parte de su ser o eran un adorno de la capucha. Ello vinculaba al adversario con el culto a Amón, el cual fue abrazado por Alejandro Magno durante su visita al oráculo de Siwah.

Si bien suele decirse que Howard no volvió a hablar del nigromante estigio, debemos sumar a nuestro rosario de referencias el relato El morador del anillo (1934), donde se cita a Thoth-Amón como el más famoso de los portadores de esa joya de gran poder. Lo que resulta indudable es que sus sucesores literarios (L. Sprague de Camp y Lin Carter, fundamentalmente) no dudaron en convertirle en el hechicero más formidable de la Edad Hiboria y una pesadilla recurrente para Conan.

De hecho, El Extranjero Negro, otra obra inédita de Howard, quedó reformulada por Sprague de Camp, quien cambió al demonio inicial del escritor texano por Thoth-Amón. Esta aventura quedó rebautizada como El Tesoro de Tranicos y quedó una versión excelente para el noveno arte en La espada salvaje de Conan. No sería la única, asimismo adaptarían Conan, el bucanero en formato blanco y negro, una ocasión donde incluso la princesa Chabela de Zíngara admitiría que, con la excepción del propio Conan, no había conocido a nadie que emanase tanto poder sin perder por ello el atractivo.

Roy Thomas siempre pareció moverse entre dos aguas con el adorador de Set. Por un lado, pensaba que no había sido el objetivo de Howard convertirlo en el profesor Moriarty de su héroe, aunque asimismo le resultaba fascinante usarlo por su potencial. Por ejemplo, el guionista de Misuri presentó a unos diabólicos hermanos en el arco argumental de Conan el Bárbaro #44-45 (1974). Tanto él (Morophla) como ella (Uathacht) son una inquietante pareja vampírica que juega con Conan y Red Sonja en una aventura con momentos terroríficos. Thomas le compró la historia original a David A. English, titulada Torre de Sangre. Aparte de añadir al bárbaro y la diablesa pelirroja, Thomas y John Buscema consideraron divertido que los inquietantes anfitriones fueran adversarios ancestrales de Thoth Amón, a quien parecen temer realmente.

La explosiva pareja que formaba Conan y Sonja (un personaje creado por Thomas, pero con mucha influencia de las howardianas Red Sonya de Rogatino y Dark Agnes de Chastillon) volvería a cruzar caminos con Thoth-Amón. O, mejor dicho, a estar a punto de conectar sus vidas paralelas. Los aventureros (más la temible Bêlit) se ven salpicados por la búsqueda del mítico Libro de Skelos, una trama con saltos temporales que los llevará a conocer al mismísimo Kull de Valusia. Este ambicioso crossover de 1976 culmina cuando el benigno Kalanthes descubre que su rival, el hechicero Gonar, es un acólito de Thoth-Amón. Cuando su esbirro se emborracha de poder y trata de traicionarle, su superior lo abandona a su suerte, volviendo a ser su proyección astral un vaticinio amenazante para Conan.

Un juego del gato y el ratón para hacer crecer la expectativa del público alrededor del postergado encuentro. Conan el Bárbaro # 89 (1978) estuvo cerca de ser, al fin, el momento donde se vieran realmente las caras. Durante todo su periplo con Bêlit, los fans especulaban con la proximidad de los líderes piratas a las costas de Estigia. A través de inquietantes sueños, Thoth-Amón se aparecía a Conan para disuadirle de seguir la empresa vengativa de su amante.

La popularidad del tándem artístico conformado por Thomas y Buscema permitió un nuevo título: Conan Rey. Desde marzo de 1989, ambos autores ahondaban en cómo era la vida del héroe una vez fue coronado rey de Aquilonia, ya casado con Zenobia y padre del príncipe Conn. El primer antagonista en un ambicioso arco argumental no podía ser otro que Thoth Amón, más intrigante que nunca para poner en serios aprietos al reino más poderoso del momento. A través del oriental Círculo Escarlata (donde Set es adorado como Damballah) y poderosas brujas como Louhi, el estigio llevará al límite a su némesis. En una escena con la que luego jugaría asimismo Santiago Posteguillo en La traición de Roma (a través del hijo de Escipión el Africano y Aníbal Barca), veríamos a mediante los ojos del retoño de Conan la descripción del rostro más temido de Estigia. Sería precisamente el heredero de Aquilonia, mediante la espada bendecida por Diviatix, quien salve a Conan del destino inicial de Sherlock en las cataratas de Reichenbach, justo cuando el malvado mago lo llevé al límite en la playa bautizada como El Fin del Mundo. Su caída provocaría incluso cierta melancolía en Cona, nuevos peligros y una resurrección que llevó al portador del anillo a conquistar brevemente Aquilonia.

En un sentido inverso a lo que ocurrió inicialmente, ahora eran los cómics del bárbaro los que influenciaban al guerrero literario. Así, hallamos Conan, el rebelde (1980), texto de Paul Anderson que bebía mucho de la época de Bêlit en Marvel para narrar una aventura inédita de la reina pirata y su amante frente a los acólitos estigios del Círculo Negro, cuyo último líder es Thoth-Amón.

La década de los noventa vio al cimmerio dar el salto a la pequeña pantalla. Conan, el aventurero (1992) suponía una versión edulcorada y apta para todos los públicos del mundo de fantasía heroica concebido por Howard, pero mantuvo el pulso del protagonista con Estigia, convertida en los episodios de animación en una potencia que ambicionaba conquistar el mundo para la gran serpiente. El más poderoso adorador de Set era Wrath-Amón, un hombre-serpiente que, anillo negro al margen, era más directo en sus métodos que Thoth. Un guiño muy interesante lo hallamos en septiembre de 1993, primera emisión de El nacimiento de Wrat-Amón, donde se revelaba que, al estilo Ascalante, había logrado robar la fuente de poder de su primer amo: Ram-Amón, un poderoso acólito de la Gran Serpiente, quien terminaría regresando para la batalla final del show.

Wrat-Amón en la serie animada

El legendario hechicero durmió en el letargo que todas las criaturas de la ficción temen, pero entonces llegó un guionista bostoniano dispuesto a demostrar todo su potencial. Durante el periplo de Conan bajo el sello editorial de Dark Horse, Kurt Busiek, profundo admirador de la obra de Howard, no dudó en utilizar a Thoth-Amón, más mortífero y peligroso que nunca. No contento con ahondar en su rivalidad con Kalanthes, regaló en 2006 la miniserie de cuatro números El Libro de Thoth, donde el experimentado escritor Len Wein compuso junto a Busiek el meteórico ascenso de un humilde muchacho de Memphia hasta ser el brazo derechos del débil monarca Ctesphon. Perfectamente acompañada por los lápices de Kelley Jones, la atmósfera de la obra es muy tenebrosa y de resonancias lovecraftianas, otorgando al bueno de Thoth el honor de ser el primer antagonista de Conan con cabecera dedicada a él en exclusiva.

El efímero regreso de Conan a Marvel contó con un epílogo a cargo del propio Jason Aaaron. Libremente inspirado por La Hora del Dragón (1935-36), el guionista planteó un último viaje del rey de Aquilonia, hastiado de la vida cortesana. Con Mahmud Asrar a los lápices y el color de Matthew Wilson, La última batalla de Conan en el extremo del mundo supuso una miniserie de seis números donde se encontraba accidentalmente con el mago estigio en una incierta isla. Aaron aprovecha la quinta entrega para contar La balada de Thoth Amón del anillo. En sus páginas, intenta darse respuesta a qué había hecho el hechicero tras consumar su venganza en El Fénix en la Espada.

Polémicas al margen (por ejemplo, la controversia de la utilización de Matoaka, una especie de álter ego de Pocahontas), una despedida a la altura del cimmerio en tierras marvelitas, incluyendo un duelo dramático con su propio hijo. Eso sí, peor parado saldría un Thoth Amón que, pese a momentos míticos como su momentánea alianza con el bárbaro para sobrevivir a un ejército de muertos, queda bastante ridiculizado hasta extremos innecesarios por el argumento, alcanzando un nivel de mala suerte sonrojante. Elevado a coprotagonista en varios de los cómics, queda bastante alejado de la estilizada dignidad que le aportaron artistas como John Buscema.

Y, si algo han demostrado los contrincantes de Conan, es que merecen una alta dosis de respeto. Las figuras heroicas muestran tanta valía como el nivel de sus obstáculos. E incluso el severo Crom desde su montaña estaría orgulloso de la ilustre nómina de peligros a los que ha hecho frente su acólito.


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