Dune: cuando la arena sabe a sangre y conspiración

by Alister Mairon
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Este mes se estrenó en España Dune: Parte dos, la esperada continuación de la historia de Paul Atreides dirigida por Denis Villeneuve. Con ella, culmina la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Frank Herbert, si bien para los espectadores, este film es una puerta abierta al planeta desértico Arrakis y sus secretos. Y posiblemente el preámbulo de una tercera entrega.

[AVISO: el artículo se centra en el trabajo filmográfico de Denis Villeneuve e incluye información sobre la trama de sus dos películas]

 

DUNE PARTE DOS: RETOMANDO LA HISTORIA SIN PRISA PERO SIN PAUSA

Esta segunda parte continúa con la historia del joven Paul inmediatamente después del punto en el que lo dejamos en 2021 al final de Dune: Parte uno.  Perdido su hogar, familia y amigos gracias al ataque de los voraces Harkonnen (en connivencia con el poder imperial), el heredero de la Casa Atreides abraza su destino y se une a los fremen.

Durante las primeras escenas del metraje, vemos cómo Paul y su madre se integran entre los moradores del desierto. Algunos creen ver en el chico a su mesías, pero otros desconfían de sus capacidades. No en vano, es un extranjero venido de otro planeta, el hijo del último colonizador. Pronto, el joven se percatará de que si quiere tener alguna oportunidad de vengarse del barón Harkonnen y el emperador, debe ganarse la admiración de estos últimos. Pero también advierte que esa senda podría conducirle hacia un destino sangriento y atroz.

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Timothée Chalamet y Zendaya como Paul Atreides y Chani

De este modo, Paul inicia su periplo para convertirse en un guerrero fedaykin. Pero no lo hace con el afán de dominar a los fremen ni de usarlos como carne de cañón en su lucha personal. Al contrario: el joven heredero de los Atreides cree firmemente que unir fuerzas con los nativos de arrakis es su única garantía para que ambos consigan su objetivo. Esta convicción es lo que logra que Chani, una fremen reacia a creer en que la salvación vaya a llegarles de manos de un forastero, empiece a admirarle sinceramente.

De otro parecer sin embargo es lady Jessica. La madre de Paul, mucho más diestra en los tejemanejes políticos, pronto abraza la oportunidad de ejercer sobre los fremen su influencia. No en vano, como buena Bene Gesserit, es plenamente consciente del poder que la fe otorga para manipular la voluntad de otros. Y a diferencia de su hijo, carece de reparos morales para usar la esperanza ajena en su beneficio.

DEL DESIERTO ARDIENTE A LOS SALONES SOMBRÍOS

La política y los juegos de poder son los grandes protagonistas de la (por ahora) bilogía de Dune. El uso interesado que cada facción hace de los sucesos que acontecen a lo largo de la película son la razón de ser de la obra de Villeneuve. Y este hecho se hace especialmente notable en esta segunda entrega. Las casi tres horas de duración viajan de un punto a otro del universo para mostrar cómo la lucha de Paul y los fremen es vista y utilizada por las distintas facciones en disputa.

Por un lado, los ataques que interrumpen la explotación de especia ponen contra las cuerdas a la Casa Harkonnen. El barón exige resultados a su sobrino Rabban, que se ve sobrepasado por los nativos. La incapacidad de los Harkonnen para controlar Arrakis y asegurar el flujo comercial minan el poder de la casa a la par que abren severas disputas internas. Ventanas de oportunidad para los intereses de terceros.

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Florence Pugh interpretando a la princesa Irulan


Por otro lado, en esta segunda entrega conocemos mejor a la familia imperial. El foco se pone tanto en el emperador Shaddam IV, que se siente en parte arrepentido por su connivencia en la destrucción de la Casa Atreides, como en la princesa Irulan, su hija. Esta última, aprendiz de las Bene Gesserit, no tarda en aventurar que ese líder mesiánico que espolea a los fremen podría ser Paul Atreides, el heredero de su casa. Y esta sospecha la convierte a ella en un nuevo eslabón del juego de intereses.

El tercer bando en discordia son los fremen, especialmente aquellos que sí creen en la profecía. Los fieles que esperan al Lisan Al Gaib, fundamentalistas que habitan en el sur de Arrakis, ven en la llegada de Paul la oportunidad que estaban esperando para recuperar su planeta. Ese afán de liberación, alimentado por las historias mesiánicas de las Bene Gesserit, es el combustible perfecto para lady Jessica. La dama no dudará en hacerse con el control religioso de los habitantes del desierto si con ello garantiza el camino como mesías a su hijo.

Son tantos los hilos que se mezclan en este tapiz de intereses que puede decirse que a la obra de Villeneuve no le sobra ni un minuto. Y es de elogiar que haya logrado un perfecto equilibrio a la hora de presentar las tramas, logrando no solo que las motivaciones de todos sus bandos sean entendibles para el espectador, sino regalándole también escenas de acción y de desarrollo personal perfectamente ensambladas entre los juegos cortesanos.

A pesar de su extensa duración, la película logra mantener el interés del espectador por lo que sucede en pantalla. Ninguna escena resulta innecesaria o excesivamente larga, algo que sí sucedía en Dune: Parte uno. En esta segunda entrega son tantos los frentes por cubrir, tanto los políticos como los dedicados a la evolución de Paul o el desarrollo de su relación con Chani, que el ritmo in crescendo se mantiene constante hasta el cierre del film.

ESTE DUNE NO ES UN REMAKE (NI FALTA QUE LE HACE)

Si algo quedó claro en Dune: Parte uno es que su director no pretendía rehacer la película de 1984.  Con esta segunda entrega, esto se confirma. Villeneuve se aleja del trabajo de Lynch para dar a su obra uno nuevo tono y vuelve a las raíces. El resultado es un film menos centrado en el heroísmo y con el foco puesto en los juegos de poder. Algo que se acerca bastante a la matriz original de la obra de Frank Herbert.

Y sí, los gigantescos gusanos de arena siguen robando minutos de espectacular angustia. Pero sus insaciables mandíbulas cayendo del cielo ya no son el elemento identificativo de Dune. Por suerte, de entidades repugnantes queda bien servido el público gracias a personajes tan retorcidos como el psicótico Feyd-Rautha Harkonnen.

Dune

Austin Butler da vida al joven sobrino del Barón Harkonnen, Feyd-Rautha

Como resultado, Dune: Parte dos se aparta de la figura del héroe salvador blanco. Paul Atreides ya no es tanto el libertador extranjero al que los nativos adoptan como un peón. Todo él es una figura trágica, conocedora de su destino. Sabe que cada paso que de en la senda de la venganza lo acerca a una guerra atroz y lucha contra ello. Sin embargo, ni la más férrea fuerza de voluntad puede escapar de los designios del poder.

Así, más que un protagonista bendecido, el personaje que interpreta Timothée Chalamet se convierte en un engranaje más de los juegos cortesanos. El enemigo del emperador y los Harkonnen. La pieza maestra del plan de lady Jessica y sus fundamentalistas. La esperanza para los fremen de recuperar su paraíso verde y abandonar el yugo extranjero. Nada importan ni él ni sus deseos personales. Todo ha sido predicho por otros y debe ser cumplido. Y el darse cuenta de este hecho convierte cada paso del camino de Paul en algo tortuoso y cargado de dolor. Una sensación angustiosa que se ve reforzada por la banda sonora. Esta, nuevamente obra de Hans Zimmer, sobrecoge a la par que nos regala escenas de tenso silencio.

DUNE PARTE DOS: CONCLUSIONES

Así pues, esta segunda entrega de la obra de Denis Villeneuve cumple con lo prometido. El cineasta nos ha dado ese «Star Wars para adultos«, donde no existen los éxitos rotundos y cada victoria sabe a sangre y arena. El cierre de la historia da a entender que en el futuro regresaremos a Arrakis. Y no son pocos quienes ansían contemplar a Paul Atreides asumir el indeseado papel de mesías. A este respecto, se sabe que el director ya está trabajando para adaptar El mesías de Dune. Pero por el momento, los fans del universo de Frank Herbert y de su adaptación a la gran pantalla, tendrán que esperar a que las arenas sean propicias para poder andar de nuevo sobre ellas.

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